UE – Turquía: …y volvamos al amor

Hay momentos en la vida en los que las estrofas o los estribillos de una vieja canción acompañan – voluntaria o involuntariamente – acontecimientos palpables. Noticias tristes, sorprendentes, dramáticas, aberrantes… impactantes. Los insomnes adictos a la información nocturna, devoradores de últimas horas que muy raras veces inciden en los destinos de la Humanidad, tienen la manía de asociar la noticia a la letra de alguna copla cuyo recuerdo perdura en memorias privilegiadas.

Olvidemos nuestro enfado, olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor, cantaba allá por los años 60 del pasado siglo la famosa interprete francesa Marie Laforêt. Un sugestivo acompañamiento éste para la información procedente de Bruselas, sí, de Bruselas, que se hacía eco del deseo de los líderes de la Unión Europea de establecer – restablecer, mejor dicho – una relación mutuamente beneficiosa con Turquía, destinada a crear un entorno estable en el Mediterráneo oriental.

Señalaba la declaración de los jefes de Gobierno de los 27 que la Comisión estaba trabajando en la elaboración de un paquete de medidas que incluían el reinicio de consultas sobre la modernización del acuerdo de unión aduanera, la liberalización de visados para los ciudadanos turcos negociada por Ankara desde hace más de una década y las más que accidentadas negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la UE. En resumidas cuentas: un auténticamente fingido volvamos al amor.

Un amor que en esos momentos no comparten los despechados novios turcos, que se habían hecho a la idea de que los eurócratas de Bruselas brillan por ser adalides de la estrategia del palo y la zanahoria. Los novios saben que la cacareada luz al final del túnel no deja de ser un mero espejismo.

¿Reanudar el diálogo con la Turquía de Erdogan? Decididamente, se trata de un… mal útil. El mapa geopolítico de Oriente está en plena mutación. Los vasallos de ayer se han convertido en los guerreros de hoy, en los lideres de mañana.  Los vasallos de ayer han dejado de acatar órdenes.

En su reciente negociación con la Casa Blanca, Erdogan puso precio al ingreso de Suecia en la OTAN: 13.000 millones de dólares, una flotilla de cazas F 16, otras ventajas ocultas para Ankara. Por otra parte, Erdogan se ha distanciado mucho de la postura de Occidente, criticando la política de Israel, la guerra de Gaza y el conflicto, cada vez más patente, entre el Occidente colectivo y el mundo islámico. Por si fuera poco, Turquía baraja la posibilidad de pedir el ingreso en los BRICS, el bloque económico liderado por Rusia y China, que cuenta actualmente con una cuarentena de solicitudes de adhesión. La estrategia de los BRICS contempla la voladura de la estructura económica internacional creada después de la Segunda Guerra Mundial y liderada por los Estados Unidos y la desdolarización de los intercambios comerciales. En las Cancillerías occidentales proliferan las señales de alerta: Turquía se nos va. Y no sólo Turquía. 

Otros vecinos del país de Erdogan – Georgia y Armenia – se hallan en pleno proceso de ebullición. Las autoridades de Ereván tratan de deshacerse de la tutela del Kremlin. Se trata de una maniobra de los gobernantes armenios, que apuestan por una nueva alianza con Bruselas y Washington. La apuesta no cuenta con el beneplácito de la opinión pública. Los armenios recuerdan que Rusia fue, durante siglos, la única protectora de la minoría cristiana del Cáucaso. Cabe preguntarse si el nivel de vida de la población experimentará mejoras notables bajo el paraguas – los paraguas – de Occidente.

Georgia, país candidato al ingreso a la UE desde el pasado mes de diciembre, tiene que hacer frente a una oleada de protestas provocada por el acalorado debate de un proyecto de ley destinado a limitar la actuación de agentes extranjeros.  La oposición clama que se trata de una copia conforme de la legislación coercitiva rusa de 2014. Otros recuerdan que dicha normativa legal es vigente en varios países occidentales, entre ellos, los Estados Unidos. Pero los ánimos se están caldeando. ¿Se puede contemplar un posible enfrentamiento civil?

Curiosamente, en los tres casos intervienen factores externos. Lejos quedan de tus estrofas, admirada Marie Laforêt… y volvamos al amor. Hoy en día, el mundo se rige por el mantra: haz la guerra, no el amor. Los tiempos cambian…

Adrian Mac Liman
Fue el primer corresponsal de "El País" en los Estados Unidos (1976). Trabajó en varios medios de comunicación internacionales "ANSA" (Italia), "AMEX" (México), "Gráfica" (EE.UU.). Colaborador habitual del vespertino madrileño "Informaciones" (1970 – 1975) y de la revista "Cambio 16"(1972 – 1975), fue corresponsal de guerra en Chipre (1974), testigo de la caída del Sha de Irán (1978) y enviado especial del diario "La Vanguardia" durante la invasión del Líbano por las tropas israelíes (1982). Entre 1987 y 1989, residió en Jerusalén como corresponsal del semanario "El Independiente". Comentarista de política internacional del rotativo Diario 16 (1999 2001) y del diario La Razón (2001 – 2004). Intervino en calidad de analista, en los programas del Canal 24 Horas (TVE). Autor de varios libros sobre Oriente Medio y el Islam radical.

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