El derecho a seguir creando

Entre los millones de peticiones que sin duda se habrán hecho para este presente 2017, algunos hemos pedido una cosa tan sencilla, y al parecer tan difícil, como el derecho a seguir creando, que es lo nuestro. Y de paso que el Gobierno no nos quite la pensión, algo que nos hemos ganado durante toda la vida laboral pagando religiosamente nuestros impuestos. En el caso del que suscribe, durante 45 años.

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Forges: viñeta sobre el derecho a crear de las personas jubiladas

Esto es así porque desde el año 2013 no se puede cobrar la pensión a la que tenemos derecho las personas que hemos cotizado durante nuestra vida laboral si se es escritor, artista, actor, periodista o ejerce cualquier actividad intelectual y cobra por ella. Existe una total incompatibilidad, y si se da la circunstancia de que usted gana en una de esas profesiones unos euros más del total marcado por el Salario Mínimo Interprofesional, que está en 9.172,80 euros al año, le quitan la pensión anual. Así de absurdo, como suena, pero así de terrible. Con esta ridícula fórmula, y según palabras del humorista Forges, “Cervantes no podría haber escrito la segunda parte del Quijote”.

Los que deseamos seguir trabajando después de la jubilación, y por lo tanto seguir pagando impuestos y creando riqueza, estamos pues atados de pies y manos tanto por el antiguo como por el nuevo gobierno de Mariano Rajoy, si bien la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez prometió en su día solucionar el asunto. Junto a ello se da la paradoja de que con este sistema se está incentivando el trabajo “en negro”, y de esta manera no verte privado de la pensión, algo a lo que algunos no estamos dispuestos.

Todo ello, en un país en que empresas de telefonía, bancos, eléctricas y de algunos otros sectores están jubilando a trabajadores con cincuenta y pocos años, jubilación que a la postre acabamos pagando el resto de los contribuyentes.

Todo ello, en una España en que las rentas de capital, como pueden ser pisos, acciones, etcétera, son compatibles con la pensión, pero no lo son por ejemplo los derechos de autor a la hora de escribir un libro, algo a los que cualquiera debe tener derecho como una propiedad intelectual que es. Todo ello, en un país donde la economía sumergida está a flor de piel, a pie de calle, es de todos conocida, y donde el fraude está bien visto por una parte de la sociedad

Frente a todo esto, los que queremos seguir manteniendo una vida intelectualmente activa después de la jubilación sin renunciar a lo que nos pertenece solo pedimos poder seguir haciéndolo sin ser castigados por semejante atrevimiento; máxime con las pensiones existentes, que con el aumento del 0,25 % habido para 2017, a algunos nos ha supuesto un despilfarro por parte de la Hacienda pública de entre dos y tres euros mensuales, subida al parecer a tener muy en cuenta, y que el nuevo gobierno ha publicitado a los cuatro vientos.

Solo pedimos “una legislación laboral que permita compaginar el desarrollo social y creativo con los derechos de todos”, como reza en el manifiesto Por nuestro Derecho a Seguir Creando.

El gobierno debería tener en cuenta que una cosa es jubilarse y otra retirarse. Resulta totalmente respetable que aquellas personas que se jubilan y no deseen hacer nada más en su vida y quieran dedicarse a descansar, vivir tranquilamente, puedan hacerlo; están en su perfecto derecho después de los muchos años trabajados.

Pero existe una pequeña parte –entre la que me cuento-, que deseamos seguir haciendo cosas, creando generalmente desde el campo artístico, literario, intelectual. Y si además vamos a seguir pagando impuestos por nuestro trabajo, dinero que por ende va a parar a la Hacienda pública, ¿dónde está el problema?

Está demostrado, y la Historia es testigo, que muchas obras se han creado cuando los autores estaban en la madurez, porque la vida es la mejor de las maestras y acaba conduciendo a esas metas. Algunos deberían tener en cuenta que sin creadores no hay cultura, y sin cultura cualquier atisbo de futuro resulta remoto. Pero al parecer la cultura es para algunos una “rara avis”, que nos retrotrae a la tristemente clásica frase de “que inventen ellos”.

Tenemos ejemplos de países como Alemania, Reino Unido, Finlandia, Luxemburgo, Suecia o Noruega donde se permite cobrar por ambos conceptos, la pensión y el trabajo posterior, y la cosa está normalizada, porque a nadie se le obliga a hacerlo, siendo por tanto voluntario.

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Cartel de la campaña «derecho a seguir creando»

Mientras tanto, en España el hecho de seguir creando una vez jubilado se ha convertido casi en un “delito”, cuando el Libro Blanco del Consejo de Europa dice que se puede compatibilizar todo.

Es cierto que meses atrás, cuando el gobierno estaba en funciones, todos los partidos estaban de acuerdo en que había que buscar una solución a esta anómala situación. Respecto a ello el que fuera presidente de la Cortes, Patxi López, llegó a decir en aquel momento, tras reunirse con la Plataforma para Seguir Creando, que “obligar a que dejen de crear no es solo cruel, sino idiota”, al tiempo que su partido, el PSOE, presentaba una proposición no de ley para que sea compatible cobrar la pensión con cualquier actividad creativa.

Como el asunto de esta incompatibilidad entre pensión y otro tipo de trabajo me atañe de forma directa, creo necesario dar una explicación a los lectores por respeto y sentido común: después de haber trabajado desde los 14 a los 65 años, con unos 45 cotizados en dos países, y una vez jubilado, hoy dedico mi tiempo libre en lo que llena mi vida: seguir en la brecha como periodista, compaginándolo con lo de actor de escenarios varios y escribiendo de vez en cuando algún que otro libro. Hasta el momento he escrito cinco. Uno editó la Diputación de Cáceres, (Memorias de un internado); otro el sindicato UGT (Lenguaje y Comunicación); el tercero El Grupo Pearson Alhambra (Todo sobre el tabaco. De Cristóbal Colón a Terenci Moix), y del cuarto (Y los españoles emigraron), tuve que pagarme la edición. Solamente de uno recibí los derechos de autor, el 10 %, con el correspondiente descuento de impuestos. El quinto, Carne de casting. La vida de los otros actores, está en busca de editor, deseándole la mejor de las suertes. Los días que trabajo como actor firmo los correspondientes contratos de trabajo, pagando los impuestos que marca la ley. De lo firmado la agencia que me representa se lleva el 20%, y de los derechos de imagen que me asisten la Hacienda pública se queda con el 24%.

Para colmo del absurdo, y con la actual situación, si un día por casualidad uno de mis libros tuviera unas ventas elevadas y recibiera por derechos de autor unos euros más que los que marca el Salario Mínimo Interprofesional, o en una serie de televisión me pagaran por interpretar un papel como actor unos euros más de dicha cantidad, me quitarían “ipso facto” la pensión. En este caso, se daría la paradoja de que triunfar en las letras, o en la televisión, en la creación, no sería una suerte, sino una desgracia… Tan real como la vida misma. España, sin ir más lejos.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha seis libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», y «Memoria Histórica. Para que no se olvide». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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