El cine argentino esta en mutación y con nuevas visiones: actores emergentes, guionistas, fotógrafos, camarógrafos, nuevas tecnologías y nuevos directores y productores. En general, la formación de los cuadros fílmicos argentinos es multifacética ya que casi todos los directores son guionistas y muchos productores y actores. Ademas, el cine y la televisión comparten estos talentos, y muchos de ellos, al hacer cine, enriquecen el lenguaje con la experiencia televisiva, otros buscan en la literatura, la fuente de inspiración, uniéndose a la larga tradición literario-fílmica de la cinematografía argentina.
Alejandro Maci es un ejemplo de esta generación multifacética, es actor, guionista, director, graduado en Humanidades en la Universidad de Buenos Aires. Se inició como actor y asistente de la directora Maria Luisa Bemberg, en el film “De eso no se habla” (1993). Filmó el guión póstumo de Maria Luisa Bemberg: “El Impostor” (1997) basado en el cuento de Silvina Ocampo, nominado al Condor de Plata (Oscar Argentino). Ha desarrollado una extensa carrera televisiva, con series: Sol negro, Anillo de Humo, El Hacker, En terapia, entre otras. y en teatro dirigio “La vuelta al hogar” de Harlod Pinter. Obtuvo el Premio Konex como guionista cinematografico. Su film “Los que aman odian” ha recogido criticas elogiosas, siguiendo la linea del cuento policial a la manera de Agatha Christie.
En Maci confluye la television, el cine, el teatro y la literatura dentro de un estilo sobrio, refinado y original. Lo entrevistamos en el marco del MFF, Festival de Cine de Miami y nos hablo de su vision del cine y la literatura y de los problemas que enfrenta la industria.
Alejandro Maci: Cuando uno decide trabajar como punto de apoyo con una obra literaria, uno se cuestiona: ¿Qué relación hay entre la literatura y el cine? Yo no creo que la experiencia literaria sea traducible en imágenes. Yo creo que la experiencia literaria es literaria. Si la persona va al cine a ver una adaptación, que es el caso de mi film: “Los que aman, odian”, basado en la novela de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, no se ahorra las horas que le llevaría leer la novela. Es otra experiencia, es un nuevo texto, es un texto cinematográfico. Hay una relación pero no es una relación de “traducción”. Hay una relación de proximidades y de distancias.
Adriana Bianco: Jorge Luis Borges, que fue mi maestro en la Universidad, decía que eran dos lenguajes distintos el cine y la literatura. Para Borges eran dos mundos distintos.
AM: Son dos mundos distintos. Hay vecindades, que no son directas.
AB: Entonces, ¿por qué tomas una novela, un texto literario para hacer tu película?
AM: Porque cuando uno atraviesa la experiencia literaria es visitado por imágenes que resultan provocadoras, inspiradoras, y uno a partir de eso construye un universo que quiza, no es el que el autor imaginó, ni el que el lector prodría imaginar, sino que es propio. Y ese mundo, uno puede convertirlo en lenguaje cinematográfico para comunicarlo a otros pero no para reemplazar la experiencia de la literatura. El cine cuenta una historia con un lenguaje fílmico, no sucede del mismo modo que con la narración de un libro.
La literatura, por ejemplo, está atravesada por la fragmentación. Uno ve una película de adelante hacia el final. Con una novela uno puede leer diez páginas, e irese a dormir, retomarla al día siguiente, volver al principio, releer un capítulo si no se acuerda bien…y leer la novela puede llevarte una semana o dos. Una película es una experiencia de dos horas.
AB: ¿Hiciste estudios humanisticos en la universidad y tambien actorales…?
AM: Yo estudie muchos años actuación. Empecé por el teatro, estudié luego Filosofia y Letras en la Universidad de Buenos Aires, siempre he sido muy lector y sigo siéndolo, tanto de ensayo como de literatura, eso hace que, inevitablemente, esos textos me convoquen a imágenes, incluso el ensayo que es algo teórico. Me parece que el cine provee al espectador una experiencia, cuando es lograda, tan fuerte que me parece fascinante poder plasmar una historia con personajes, actores, escenarios, vestuario, luz, música.
AB: Respondes a la gran tradicion argentina de la unión de cine y literatura, se vio en los comienzos de nuestro cine y luego en la Generación del 60, que puso en relavancia esta relacion. ¿Cómo consideras actualmente el cine argentine, en la época de la globalizacion?
AM: El cine argentino siempre lucha por sobrevivir. Ahora también. Nunca ha sido fácil. Hay gente de mucho talento: actores, realizadores, guionistas de primer nivel, pero siempre hay que estar cuidando nuestra cinematografía que es muy diferente al ejemplo de Estados Unidos donde hay una gran, gran industria que se ha impuesto en el mundo; en cambio las pequeñas cinematografías locales, para poder sobrevivir requieren de apoyo. La Argentina también.
AB: No crees que los latinoamericanos deberíamos hacer un network en la industria cinematografica, tenemos un gran continente y podriamos crear esa red de distribución y comercialización a partir de la región, y tendríamos un gran mercado….
AM: Creo que si. Lo que decis está muy bien y sería fabuloso pero también creo que hay que ser más modestos y primero que nada, bregar para que los gobiernos apoyen cada uno las cinematografías de sus países cumpliendo las leyes y protegiendo la producción, dando los créditos que deben darse para las películas. Cumpliendo con la reglamentación se ayudaría a la industria del cine muchísmo. Y luego lo que vos decis me parece interesante y debemos apuntar a eso, a unirnos, pero mientras tanto los gobiernos quitan impuestos, no pagan lo que debieran. Cada país debe exigir que se respete la ley cinematográfica para que se pueda seguir produciendo y ojala, lo que vos planteas se convierta en un continente unido artisticamente y protegiéndose reciprocamente.
AB: Vemos como República Dominicana, gracias a la ley cinematográfica y a la Fundación del expresidente Leonel Fernández se ha logrado promover y difundir la industria filmica y se está resolviendo un problema social, sacando a los jóvenes de la calle, dándole alternativas laborales.
AM: Es lo que debiera ser. La ley, que generó la autarquia del cine, la autarquia del INCAA (Instituto Nacional Cine y Artes Audiovisuales), provocó que una gran cantidad de impuestos que se percibían en la boleteria del cine fueran al Instituto del cine financiando sus propios proyectos. Un porcentaje de lo recaudado, por ley, va al INCAA, pero, los gobiernos ven una fuente de ingresos para pagar sus propias voluntades políticas. Hay que luchar para que la ley se respete y que el dinero vaya para financiar los proyectos cinematográficos, para lo cual fue creado el INCAA, para promover el cine nacional.
AB: Has hecho mucha televisión, ¿como se da la relación con el cine?
AM: La experiencia de televisión es tan diversa y distintas que en parte ha influido en el cine y el cine ha influido en la televisión. Hoy se crean series televisivas como filmes, con grandes recursos. La publicidad filmada también es un factor que participa en la nueva vision cinematografica, todo se incorpora, y uno rescata lo valioso de cada lenguaje…
AB: Con respecto a “Los que aman odian”, te ha dado muchas satifacciones…
AM: Si. Fue una gran lucha para conseguir financiamiento para esta pelicula ambiciosa y cara, de época, con elenco, Hay que recrear los años cuarenta, vestuario, escenario, ambiente. Al ser de época, las relaciones entre los personajes son distintas a la actualidad, hubo que trabajar con los actores. Además, quedan encerrados en el hotel frente al mar, entre las dunas, al azote de las tormentas de arena. Fue una experiencia compleja y maravillosa. Al mismo tiempo se volvió una batalla personal, un desafío, porque las películas son como hijos, son muy demandantes y te exigen una gran energía personal.. los filmes son como hijos..