La Galerie du 10, del Instituto Francés de Madrid, dentro del programa Foto España, expone hasta el 23 de julio 38 fotos de Picasso en la intimidad desde 1953 hasta esa última del castillo de Vauvenargues en Provenza en un paisaje cubierto por la nieve caída al día siguiente de su muerte en su residencia Nôtre Dame de Vie en Mougins, en abril de 1973 y donde está enterrado.
Lucien Clergue conoce a Picasso en 1953, en una corrida de toros en Arles. Lucien 19 años, Pablo 71. Reconoce Lucien haber sido casi como un hijo para Picasso sin haberlo buscado. Él habla de ‘Don Pablo’ con gran respeto, admiración y agradecimiento.
Es curioso que sus vidas en común recorran el mismo tramo que el artista recorrió con su última pareja, Jacqueline Roque, la más extraña de las mujeres de Picasso, la que representó la sumisión más absoluta, casi abyecta al pintor al tiempo que patológicamente posesiva, hasta el punto de que cual nueva Juana la Loca, comparte lecho con Picasso muerto durante dos semanas, incapaz de asumir el deceso. La mujer que asumió su relación como un sacerdocio al servicio de su ‘Monseñor’. Siempre se dirigió a él así, ‘Monseigneur’. La perfecta relación entre el sádico y la masoquista. Claro que Clergue no se expresa en esos términos con palabras, pero muchas de esas fotos son reveladoras. Jacqueline fue la segunda mujer de Picasso que se suicidó tras su muerte. En lugar de vivir libre y millonaria, se pegó un tiro.
Antes de escribir este artículo, -no es una reseña de la exposición, aunque también- he vuelto a repasar datos de la vida de Picasso, de su obra que conozco bastante bien, entrevistas a personajes que fueron relevantes en su vida, para poder entrar a través de sus ojos y de los ojos de sus personajes cercanos en su intimidad más profunda, en sus sentimientos y en los sentimientos de su círculo familiar, en su necesidad recurrente de sentirse adorado como un mito, tantas veces solitario como hombre por mérito propio. Estas fotos son en suma otro soporte de una parte de su biografía, la que abarca sus últimos veinte años, vistos por la cámara de Clergue, porque la auténtica biografía de Picasso es su extensa obra. Picasso fue su propio biógrafo. Raramente hizo otra cosa en sus noventa y dos años de vida. Estas fotos vistas a la distancia de cuarenta años de su desaparición, cobran un valor extraordinario, porque se muestran en un tiempo en que sus actos ya han prescrito y su fama pervive.
Los hechos ahí están. Fernande Olivier comparte sus primeros años en París, los tiempos difíciles y bastante tempestuosos. La relación se termina con ese ciclo de pura experimentación, con el cuadro que iniciaría otra época, ‘les demoiselles d’Avignon’ o de Avinyò, donde la pinta por última vez como una máscara africana. Fue la primera vez y así va a ser siempre, ciclo y mujer siempre emparejados. Se despide de ella con crueldad pero ella asegurará siempre que sus años de juventud con Picasso fueron los mejores de su vida. Cuando años más tarde, ella empieza a publicar en fascículos su libro ‘Picasso y sus amigos’, él va a hacer lo imposible por parar la publicación y lo consigue después de la sexta entrega. Picasso sobrevive a Fernande que muere en 1966.
Eva Grouel siempre será su gran amor fallido porque muere de tuberculosis al poco tiempo de estar juntos. Cuando conoce a Olga Khoklova, bailarina de los ballets Dhiagilev ya es internacionalmente famoso. Se casan en 1918 y en 1921 nace Paulo, su primer hijo. Hay retratos llenos de ternura de Paulo niño pequeño, en lo que parece que va a ser otra constante en su vida. Adora a los niños pequeños pero cuando crecen y no son lo que él quiere que sean los problemas de relación pueden ser terribles. Paulo fue un adolescente anulado, despreciado, acusado a diario de no servir para nada, hasta el punto de convertirle en su chófer ocasional. Olga no podía llevarse bien con Picasso porque lejos de ser sumisa, quería imponerle su estilo de vida ostentoso y con unas relaciones sociales que no interesaban a Picasso. Se vengó negándole el divorcio pero pagó el alto precio de una gran infelicidad y desequilibrio mental que también afectó a su hijo. Paulo murió alcoholizado a los 54 años. Su hijo, Pablito, se suicidó poco después de la muerte del abuelo y su hija Marina estuvo consumida por el odio al abuelo durante buena parte de su vida. Parece que un largo psicoanálisis logró liberarla de cargas que realmente no eran suyas. Otro suicidio, el de Marie Therèse Walter, madre de Maya, también posterior a la muerte de Picasso. Nunca pudo librarse de una relación de dependencia del genio carismático. No hay vida después de Picasso. Sin embargo Maya siempre hablará bien de su padre y asegura que de los hijos de Picasso fue ella la que estuvo más tiempo cerca de él. Los hijos de Maya son los fundadores del Museo Picasso de Málaga y Bernard junto a Claude, hijo mayor de Françoise Gilot son a día de hoy los administradores de la herencia.
Dora Maar, la fotógrafa de la gestación del Guernica, y pintora surrealista, perdió la razón tras el abandono de Picasso por Françoise Gilot en 1943. Fue ingresada en el hospital St. Jean, donde fue sometida a electroshock. Su amigo Paul Éluard fue a ver a Picasso para pedirle que la sacara de allí, que sufría demasiado. La curó el psicoanalista francés Jacques Lacan. Dora se transformó en una mística. ‘Después de Picasso, solo Dios’. Murió en 1997.
Françoise Gilot, de la misma edad de Paulo, -ambos nacidos en 1921- fue la única mujer que le abandonó tras diez años de relación amor-odio. Cuando le dejó, se llevó consigo a sus hijos Claude y Paloma. Estos siguieron frecuentando a su padre, sobre todo en verano, hasta que en 1964 Françoise publicó el libro “Vida con Picasso”, que puso furioso al gran artista. También intentó parar la publicación pero en este caso fracasó. Desde ese momento Picasso dio orden de no permitir nunca más que sus hijos, Claude y Paloma volvieran a entrar en ninguna de sus residencias, orden que Jacqueline Roque cumplió a rajatabla.
Françoise Gilot es una mujer de éxito, demostró que se puede sobrevivir a Picasso. Se casó dos veces, con Luc Simon, padre de su hija Aurelia y con Jonas Salk el descubridor de la vacuna contra la poliomielitis que lleva su nombre. Françoise a sus noventa y un años sigue siendo una pintora de éxito y ha recibido varias condecoraciones entre otras la Legión de Honor. Vive en Estados Unidos.
Picasso murió sin testar en 1973 y sin dar su apellido a Maya, Claude y Paloma, cuando hubiera podido hacerlo tranquilamente tras la muerte de Olga en 1960. Los litigios para conseguir apellidos y herencia llenaron los medios durante años…
Digamos que no resultaba nada fácil convivir con el genio.
Lo que dejan ver algunas fotos de Lucien Clergue expuestas hasta el 23 de julio en la Galérie du 10, Instituto Francés, calle marques de la Ensenada 10, Madrid.
1955. “Una familia cualquiera” tomada en la lujosa residencia La Californie, sobre Cannes. La familia la componen Picasso, Jacqueline cosiendo un vestido, su hija Cathérine Huttin y el secretario y sufridor amigo Sabartès reclinado en una mecedora. Picasso contempla a todos desde el fondo, como amo y señor. Cathérine supera de largo en fotos a los hijos de Picasso. De Maya no hay ni una.
“Con la Peña de Logroño” es una de las fotos que muestran a un Picasso satisfecho de la adoración de quienes van a rendirle pleitesía. Tomada en Nîmes, después de una corrida de toros. Abundan mucho las fotos tomadas antes, durante o después de corridas de toros.
Hay una bastante simbólica tomada en La Californie, contemplando una estatuilla del dios Tiki, de las islas Marquesas. Otra ante su mesa de trabajo, con Jacqueline cosiendo, el dios Tiki, un jocker y un retrato de Dora Maar al fondo. La más ‘picassiana’ de las fotos de 1955, es la de Picasso en la playa privada de un hotel, en Cannes, sobre una tumbona, como un emperador romano, dirigiéndose al mundo…Picasso al 100%.
1956. En La Californie, Picasso contempla divertido a su hija Paloma, tirada en el suelo, no se sabe bien qué hace porque solo se ven las piernas cruzadas. Puede ser una rabieta o un juego…Pero muy cómplices. Otra con Claude y Paloma, uno a cada lado, muy abrazaditos a él. Pero ni él ni los niños sonríen. Se hace extraño. Del mismo año hay un extraordinario retrato de Picasso fumando siempre en la villa de Cannes. El genio asoma por su ojos impresionantes.
Ya es 1959. En St. Jean de Cap Ferrat, durante el rodaje de “El testamento de Orfeo” de Jean Cocteau en la villa Santo Sospir. Picasso, Cocteau, Jacqueline y Cathérine Huttin. En el mismo rodaje, esta vez en Carrières des Beaux en Provenza. Entre dos tomas, Jacqueline, Luis Miguel Dominguín, Picasso, Cocteau, Serge Lifar, Lucia Bosé. ¿Porqué tan serios? Impresiona la juventud y belleza de Dominguín y Bosé, luego los estragos del tiempo…Picasso con su corte en la plaza de Arles: Su biógrafo John Richardson, el historiador de arte Douglas Cooper, la mecenas francesa amiga de Cocteau, Francine Weisweiller, Picasso, Luis Miguel Dominguín, Lucia Bosé, Cocteau. Detrás el chófer y el peluquero de Picasso. Es posible que no todos fueran aficionados a los toros, pero obviamente él los llevaba a todos a los toros.
1960-64. Picasso con sombrero regalado por Gary Cooper con Jacqueline, en la terraza del café Malarte de Arles, antes de la corrida, quizá esperando a amigos. En la barrera de la plaza de Fréjus, agosto del 62. Apoyado en la maravilla de capa bordada en oro ofrecida por un torero. ¡Esta foto es universal! Atención a la fecha de la siguiente foto, 1964, año de la publicación de “Mi vida con Picasso” por Françoise Gilot. En la foto, sentados en la terraza del café Malarte, antes de la corrida, Picasso, con sus hijos Paulo, Claude y Paloma. Solo falta Maya. Pero ¡qué caras! No se miran, se masca la tensión. Sobre todo impacta la expresión de Claude. Es una foto hermosa y trágica, como una despedida. ¡Y ya no habrá más fotos de Claude y Paloma con su padre! A la salida de la corrida, solos, Jacqueline mirando intensamente a Picasso. ¿Qué ocurrió?
1965-69. Bañándose en Cannes con Jacqueline y Cathérine. Varias con su grabador Piero de Commerlynck, en la residencia Nôtre dame de Vie, Mougins. Otra foto en el aeropuerto de Niza discutiendo con un chófer de taxi mientras espera a su galerista Michel
Leiris. De los que dice Clergue en pie de foto que ‘no se sabe cual de los dos impresiona más al otro’, ¿será su futuro chófer sospechoso de haber robado centenares de obras de Picasso? 1968. Picasso baila con su hijastra Cathérine Huttin, que lo mira extasiada, en una fiesta gitana con el guitarrista Manitas de Plata y su grupo flamenco. En Mougins, agosto. En esa u otra fiesta, también en agosto, Hippolyte Ballardo cantando para Picasso. (La adoración del mito). Otra fiesta de agosto del 68: Picasso toca un tambor relleno de chocolatinas, obsequio del editor Louis Broden, que aparece sentado. De pie, Michel Leiris.
La última, él ya no está. Es el castillo de Vauvenargues con la montaña Santa Victoria al fondo tras la gran nevada caída al día siguiente de la muerte del Maestro. ¡Primeros de abril de 1973!
Un hermoso recorrido por los últimos y activísimos años del mejor pintor del siglo XX, con sus escasos familiares de ese tiempo, algunos perdidos por orgullo durante ese tiempo, -Claude y Paloma- amigos y adoradores del mito. ¿Fue feliz, tuvo remordimientos de conciencia de haber sido la causa de tanta infelicidad a su alrededor? O el genio ¿no sufre, todo se le debe?
De un modo u otro, gracias Picasso.