El periodismo de calle, ese que procura informaciones sin contrastar que no citan fuentes, que no tienen origen pero que sí generan expectativa es actualmente una de las razones por dejar de creer en la profesión más interesante del mundo. Si bien los periodistas somos servidores públicos y nos debemos siempre a la verdad con ética y deontología, los que difunden informaciones sin criterio, saben cuáles son los canales adecuados para que llegue esa historia a sus seguidores.
A través de un estudio de la revista Science acerca de las conocidas como «fake news», que no es otra cosa que noticias falsas, se sabe que hasta el 70 % de las mismas se difunden más rápido que la información veraz. Esta es la conclusión a la que han llegado 126.000 historias tuiteadas por tres millones de personas unas 4.5 millones de veces a lo largo de diez años.
Si bien las redes sociales han hecho que muchas informaciones lleguen a los usuarios a través de estos canales, también es cierto que el boom en torno a la difusión de la información falsa sobre todo en temas políticos ha ascendido de forma imparable en época de elecciones presidenciales.
Los investigadores del Massachussetts Institute of Technology (MIT) y del Sloan School of Managemente, de Cambridge, Estados Unidos, analizaron la transmisión de falsedades tanto en temas relativos al terrorismo, a los desastres naturales; a la ciencia; leyendas urbanas o información financiera. La conclusión es absolutamente peculiar; los humanos y no los robots son los principales difusores de esas informaciones bien por el tono en el que están escritas o bien porque les resultan simpáticas a la hora de darlas a conocer.
Twitter, en ese sentido, como plataforma y red social, se disparó durante los eventos clave si bien es una herramienta utilizada por periodistas para no solo informar sino opinar; el hallazgo daba unos datos reveladores. Los usuarios encargados de difundir no tenían apenas seguidores y no tenían realmente actividad en la red, si bien, las falsedades al ser más curiosas que la verdad, les resultaba fáciles de compartir. En ese sentido también se incluirían los rumores, y otras informaciones falsas.
La red Twitter suministró financiación y dio acceso a los datos para que fuera posible esta investigación que puede consultarse si se desea verificar los mismos.
En torno a las posibles razones de la propagación de las noticias falsas el usuario medio prefiere informaciones difundidas por algún familiar que por una entidad, medio de comunicación o agencia que las propague. Capacitar a la gente y evitar que el ciudadano medio que desconoce qué significa el periodismo exponga a la sociedad mediante una información falsa a una creencia, cambiar su modo de pensar o simplemente a condicionar un voto, hace que sea la propia sociedad la que desmonte un ecosistema de noticias, como lo han llamado en Internet, fake news. Promover y valorar las informaciones contrastadas y sobre todo, que contemple de dónde vienen las fuentes sería un primer paso. Solo así se podrá de nuevo creer en las redes sociales que tantas noticias falsas propagan hoy en día.