El 9 de mayo la Unión Europea (UE) celebra el día de Europa, una jornada para reinvindicar el proyecto común que mantiene la paz desde hace 68 años.
Si bien este año asistiremos a la marcha del Reino Unido y en un año a las elecciones europeas, podemos seguir hablando de cierta paz, aunque existe aún una gran desigualdad entre Estados y, sobre todo, en los derechos sociales de los ciudadanos.
La efeméride se debe a la declaración histórica de Schuman. En el discurso que pronunció en Paris en 1950, Robert Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores, expuso su idea de una forma de cooperación política que hiciera impensable un conflicto bélico entre las naciones europeas.
Una mancomunidad que un año después firmó el tratado por el que se creaba una institución para gestionar la producción de carbón y acero, la CECA, formada en su origen por Francia, Alemania Occidental, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Ese fue el comienzo, y posteriormente se anexionaron el resto de los países que hoy conforman la Unión Europea.
La declaración Schuman firmada el 9 de mayo de 1950, cinco años después de la rendición del nazismo y ante una Europa devastada por la segunda guerra mundial, comenzó la esperanza de la unión de países, además de los movimientos sociales que tuvieron lugar en esa época. Aún hoy, tres de cada cuatro ciudadanos no se siente europeo, dado que todavía tiene un gran peso la política intergubernamental y los ciudadanos se sienten excluidos y muestran una gran desconfianza hacia las instituciones europeas globalmente.
La oportunidad de cambio siempre está en las urnas, y será en el año 19 cuando se escoja a un nuevo presidente para renovar la legitimidad de las instituciones ante la ciudadanía por el sistema de los SpitzenCandidaten, que marcarán los años venideros hasta el 2024. Cierto es que en este día no podemos celebrar las políticas de austeridad y desregulación económica que han llevado al caos a los ciudadanos. Hace falta colaboración entre los movimientos sociales que trabajan a favor de la clave europea, pero también los que buscan los intereses locales. Solamente de esta forma se podrá concienciar a la ciudadanía del sentimiento proeuropa y, juntos, podremos regenerar el proyecto que se iniciara hace casi siete décadas.
Es importante proteger los derechos de libertad de expresión, políticos, sociales y culturales para ver una UE más social, democrática y unida.
Bruselas y Estrasburgo abren las puertas a los ciudadanos y preparan una serie de actos, actividades, conciertos y debates en torno a la Unión Europea para que los ciudadanos tengan ese sentimiento de unión y pertenencia a un grupo social.
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