Decidir qué vas a comer, cuál es el producto que vas a elegir o saber con qué está hecho puede contribuir a pequeña escala a que tus gestos protejan el medioambiente.
Un estudio acerca del impacto medioambiental de los alimentos realizado por la universidad de Oxford y el Instituto suizo de investigación agrícola Agroscope publicado en la revista Science, ha analizado la huella ecológica que provoca la industria alimentaria en todo el mundo y la importancia de decidir una marca de té o un tipo de carne en el planeta.
El trabajo ha constado de un metaanálisis acerca de 570 estudios ya existentes acerca del impacto medioambiental, asociado desde la producción del alimento, el uso de fertilizantes, el empaquetado o la deforestación para usos agrícolas. En él se han registrado 40.000 granjas y alrededor de 1.600 tipos de productos de todo el mundo.
En el estudio se ha contemplado el impacto en el planeta por el uso del suelo, las emisiones de gases de efecto invernadero, la reduccion del abastecimiento local de agua, la acidificación y eutrofización, entreo otros aspectos de degradación de los ecosistemas tanto terrestres como marinos. De igual forma se ha valorado que a productos iguales puede suceder que existan impactos diferentes; por ejemplo, con el aceite de palma; la indonesia tiene un impacto menor que la nigeriana porque existen menos plagas y enfermedades en el país.
Según uno de los investigadores, si nuestra dieta consistiera únicamente en vegetales, reduciriamos las emisiones generadas por la producción de alimentos hasta en un 73 % dependiendo de la zona en donde se resida. Si evitamos proteínas de origen animal estamos contribuyendo a hacer lo mejor para el planeta.
Una de las conclusiones a las que se ha llegado en este trabajo, es que es necesario saber los datos de la producción en el etiquetado para que se identifiquen todos esos elementos que afectan al planeta y el consumidor hoy no conoce.
El llamado etiquetado medioambiental y un sistema de impuestos y subsidios para mejorar la producción, haría que el consumo fuera sostenible y que se tomaran mejores decisiones a la hora de comprar. Cuando el consumidor sabe qué hay detrás, su grado de concienciación y conocimiento le permite elegir y por tanto existiría un impacto mayor en los supermercados y de alguna manera, las personas buscarían productores más limpios y consumos sostenibles.