Las personas que han sufrido cólicos nefríticos siempre lo han comparado con un dolor semejante al del parto. En verano es frecuente que debido al calor se beba menos de lo adecuado, se alimente de otra forma, y por tanto, pueda tener arenilla o piedras en el riñón con frecuencia.
Esta enfermedad sistémica y crónica, se caracteriza por la formación de cálculos o piedras en el aparato urinario. Los cálculos son los componentes en fase sólida de la orina y pueden ser de ácido úrico, oxalato cálcico o infectivas.
Cuando se padece sobrepeso, existen alteraciones metabólicas o genéticas existe un mayor riesgo de padecer esta pesadilla, que causa un inmenso dolor y es incapacitante. Si las piedras infectivas no se desarrollan por las otras dos razones, la culpa es de una bacteria y entonces se pueden tener los llamados cálculos coraliformes por su semejanza a un coral.
En algunos pacientes, casi el 80 %, especialmente mujeres, cuando se tiene baja la vitamina D, supone que existe una menor absorción de calcio intestinal y se padecen cólicos, por lo que la hormona paratiroidea empieza a movilizar calcio del hueso. Este factor produce la llamada osteopenia, es decir, la disminución en la densidad mineral ósea y algo de hipercalcemia (concentración de calcio en sangre). La primera señal que alerta a los pacientes tras ese dolor agudo, intenso que va desde el costado lateral hacia la ingle, suele ser la aparición de sangre en la orina, llamada hematuria.
Normalmente si solamente se tiene arenilla, el dolor es moderado a intenso en períodos pero cede espontáneamente tras beber agua y tomar algún analgésico potente. Las piedras de menos de 4 milímetros suelen expulsarse también aunque el dolor es tremendamente agudo, comparado con un parto por su contracción fuerte abdominal.
En el caso de tener piedras de mayor tamaño, tendremos un riesgo importante de padecer septicemia; una infección aguda y un dolor insoportable. En ese momento los médicos decidirán romper los cálculos por medio de ondas de choque o hacer uso de la nefrolitotomía percutánea mediante un ureteroscopio.
Una dieta baja en sal, beber dos litros de agua al día y realizar un estudio metabólico para ver la causa de los cálculos y evitar falsos positivos, es la medida más importante tras el episodio doloroso que puede durar de tres a cinco días. Se deben descartar problemas hormonales, síndromes prediabéticos, diabetes y ver el grado de obesidad del paciente.
Para los pacientes con problemas renales no es adecuado tomar gazpacho por ejemplo. Deben tomar verduras con restricción; evitar las espinacas, acelgas y remolacha, y evitar fosfatos, oxalatos, sal y ácido úrico de la comida precocinada. El agua a la hora de comprarla debe tener un buen aporte de calcio, baja en sodio y de mineralización débil. Un vaso de zumo de arándanos o un puñado de arándanos al día, sobre todo en verano, evitarán la formación de cálculos.
En personas mayores que no siempre notan la sed, pueden padecerlos porque simplemente no beben suficiente agua al día. Estas medidas mantendrán a raya las piedras y el dolor insorportable que las acompaña.