En memoria de Douglas Engelbart, inventor del ‘mouse’.
Quisiera agradecer a la consultora KPMG la invitación a Periodistas-es para participar en su almuerzo informativo del pasado lunes 1 de julio de “Los lunes de KPMG”. Con el título “Claves del proceso de digitalización en las empresas” se realizó un detallado repaso tanto del recorrido histórico-tecnológico como de las variables que operan sobre los sistemas de gestión empresarial y su contenido como transformación social vigente. Me sumo al cuasi-manifiesto a favor de Internet y de la digitalización de las cosas expresado en este almuerzo informativo.
Aún, cuando recorro las calles de las grandes ciudades sigo esquivando a individuos que absortos en sus pensamientos creen que el resto de sonidos cualesquiera, el resto de las imágenes cualesquiera, el resto de conversaciones cualesquiera son como un universo aparte de otro tipo de transeúntes que copan en su propia escala social la misma calle como lugar de paso y de tránsito. Estos transeúntes celosos de sus propias noticias sólo confiarían sus secretos en salas y locutorios donde se pueda practicar la clandestinidad entre los suyos, y donde finalmente acaben psicoanalizados y clasificados como tales.
En las rutas como transeúntes nos hemos orientado por lo tópicos que comunicamos como clase social determinada como parte de la naturaleza de las cosas. Existe un libro novelado: “Los hijos de Sánchez”, del antropólogo Óscar Lewis que responde a todo esa cantidad de preguntas comunes sobre la auto-construcción cultural de la desigualdad de clase. Ahora, esta común forma de experimentar, simplemente en el mero ejercicio diario de convertirnos en transeúntes en nuestras ciudades se enfrenta también al revolucionario reto de la digitalización de las cosas. Digitalizar debe de ser variar, reconstruir nuevos espacios performativos, idear, escorzar la realidad, imaginar… Intentaré no-convencerles sobre algo de lo que voluntariamente o involuntariamente participan sino de invitarles a que estén conmigo en los nuevos espacios de la Sociedad 3.0.
Quizá hayan oído hablar sobre eso del Internet de las cosas, ¿pueden interconectarse los objetos de nuestra cotidianeidad? Seguro que nadie se ha dispuesto a contar la cantidad de objetos que nos rodean en un momento dado o la cantidad de objetos que nos debieron o deberán de rodear a lo largo de nuestra vida, pero seguro que es un número concreto de cosas. Y es un número concreto que tiene un valor dado, por ejemplo por su fabricante en el momento de producirlo o comercializarlo o por ejemplo en el momento de usarlo u olvidarlo en un estante. Existe un ámbito de posibilidades en este internet de las cosas a explorar… se me ocurre, poder tener un conocimiento del stock necesario de productos según su necesidad de consumo, hasta esto nos haría más ecológicos. Pero, como sociólogo, me excita poder transcender esa configuración de lo humano elevado a esa categoría universal de lo antropocéntrico. Me explico, los espacios donde ocurren las cosas no sólo están copados por productos humanos sino también por cómo las cosas están distribuidas, por las mismas cosas que componen ese mismo espacio o por la capacidad de hacer participar en ese espacio o en esta performances. La compilación de objetos y personas genera la configuración específica de nuestro espacio social, y su interconectividad posible, esto es: entre personas, entre objetos, entre personas y objetos o entre objetos y personas… esta interconectividad posible logra reconocer un nuevo espacio-social donde al valorar el cúmulo de interacciones posibles permite recrear nuevas posibilidades para superar esos conflictos sobre las jerarquías de las cosas como lo puesto o lo impuesto.
Ahora, quizá valoren cómo se muevan por la calle y miren de frente pensando en decir y conversar con el producto de la red de las cosas.
La digitalización es un cheque en blanco para lo venidero y se lo digo porque sé que quiero compartir, a su vez, con quienes creen que su universo es lo personal (Sociedad 1.0) o con quienes quieren compartir como raza humana (Sociedad 2.0) o con quienes están para conversar en un entorno de hibridación (Sociedad 3.0).
Lo sé, todo cambio produce pánico, y mucho más cuando debemos aprender a compartir el poder que nos hemos auto-otorgado.
Porque se haya ido el prescriptor del ratón… no hay que ir tan lejos: los ratones son seres vivos, y cuando sean cosas ¡ya veremos!. Y sino además de inventar ratones/cosas, tened la imaginación de inventar un nombre que no humille a los ‘mouse’.