Desde que Mohamed ben Salmán[1] llegara al cargo de príncipe heredero el año pasado y concentrara tanto poder en sus manos, hasta el punto de ser el rey en funciones, las noticias sobre las detenciones de príncipes de la misma familia real saudí, personalidades, eruditos, periodistas e incluso funcionarios no cesan.
Las detenciones, muchas de ellas arbitrarias, han despertado diferentes niveles de indignación dependiendo de la posición y la responsabilidad de los detenidos. La detención de varios príncipes el año pasado despertó inquietudes por arbitrarias y confusas, pero al ser acusados de corrupción y apropiación indebida de dinero público, hasta hubo aplausos a nivel social. No obstante, cuando esta política se extendió a autoridades religiosas reformistas, intelectuales, profesores de universidad y activistas de derechos humanos, la indignación fue a mayor.
Sin embargo, la noticia anunciada ayer por la cuenta de Presos de Conciencia en Arabia Saudí en Twitter @m3takl sobre la detención y posible secuestro del famoso periodista Jamal Khashoggi, en el Consulado del reino saudí en Estambul puede ser un punto de inflexión y un golpe definitivo a la legitimidad de la monarquía saudí a los ojos de sus ciudadanos.
Traducción Tweet:
Urgente:
El periodista saudí #jamalkhashoggi ha desaparecido desde la una de la tarde de hoy martes 2/10/2018 tras acudir a la Embajada Saudí en Estambul para terminar unas gestiones de documentación. ¡La embajada niega que Khashoggi haya acudido hoy!
Khashoggi hizo su carrera gracias a su línea oficialista, fue director de varios medios oficiales y semioficiales y consejero real, se autoexilió el año pasado justo después de la llegada al poder de MBS y ver los indicios de la nueva política. Se exilió primero en Estados Unidos, desde donde mantuvo su defensa del gobierno saudí pero tomando ciertas distancias y manifestando su desacuerdo en algunas decisiones, como el boicot a Catar, la apertura hacia Israel o la guerra de Yemen. Asimismo, ha seguido colaborando con varios medios, en especial con el Washington Post, y como invitado en varios canales de televisión, como Aljazeera, para analizar la situación en su país.
El periodista preparaba su estancia definitiva en Turquía junto a su prometida y para ello necesitaba regular su situación. Las informaciones fehacientes que citan a su prometida aseguran que Khashoggi acudió la semana pasada al consulado para gestiones administrativas, ahí le indican que volviera en una semana para recoger sus documentos. Ayer acudió con su futura mujer, quien se quedó esperándole en la puerta del edificio desde la una de la tarde hasta el cierre del consulado a las cinco, y al ver que no salía preguntó y al sospechar contactó con las autoridades turcas.
El gobierno turco ha dado órdenes de extremar la vigilancia y el control de todos los puntos de salida del país, por tierra, mar y aire con el fin de impedir la salida del periodista del país, lo que amenaza con convertir el suceso en un conflicto diplomático que agudizaría todavía más las ya tensas relaciones entre Riad y Ankara. Los turcos no permitirán la salida de Jamal Khashoggi de su territorio y aprovecharán la ocasión y sus diferencias con Riad para exigir concesiones o incluso la ruptura de las relaciones diplomáticas.
Fuentes cercanas al gobierno saudí publicaron un vídeo en el que se veía al periodista entrar en el Consulado y salir a los veinte minutos para dar a entender que no ha sido retenido, sin embargo esas imágenes son de la semana pasada, al mismo tiempo, el consulado negaba que huibiese acudido el día de ayer. Asimismo, algunos medios informaban ayer de la llegada de Khasshoggi a Arabia Saudí tras la publicación del ministerio de Exteriores saudí en su cuenta de Twitter sobre la detención de un ciudadano de ese país por la Interpol perseguido por fraude fiscal y su repatriación. Sin embargo, la policía turca asegura que el periodista sigue dentro del edificio y extrema la vigilancia y los controles en torno al consulado.
La decisión de secuestrar al reconocido periodista ha provocado indignación en la sociedad saudí y árabe, así como de muchos medios de comunicación internacionales, especialmente del Washington Post, medio con el que colaboraba. Asimismo, el precio de esta decisión será muy alto, tanto a nivel local, pues se trata de una voz que siempre ha defendido la apertura hacia los jóvenes y las mujeres en su país y la necesidad de hacer partícipe a la sociedad en la política, y a nivel internacional al dejar una vez más y sin lugar a dudas que la imagen de reformista que ha querido transmitir el príncipe heredero saudí en su gira por Estados Unidos, Reino Unido, Francia y España la primavera pasada no es más que una quimera.
Las autoridades saudíes mantienen una guerra contra todas las voces críticas y distantes aunque no fueran opositoras, opresión que no se limita a su territorio sino que extiende sus tentáculos a Europa y el mundo árabe. En un reportaje emitido el año pasado, la BBC contaba la historia de tres príncipes saudíes críticos secuestrados fuera del país y de los que no se sabe nada hasta el momento; los ataques personales a periodistas y activistas saudíes en el Reino Unido y Canadá se suceden estas últimas semanas; la prensa local llama traidores a las voces díscolas en primera página con fotos tachadas con una cruz incluidas.
Asimismo, Canadá ha experimentado la ira de MBS tras denunciar su Ministra de Exteriores la detención de tres activistas femeninas por Riad hace pocas semanas, algo similar ha pasado en España cuando el gobierno socialista se vio obligado a rectificar y vender las 400 bombas para la guerra de Yemen.
- Enlaces:
- Informaciones sobre Mohamed ben Salmán en periodistas-es.com