Según los datos que aporta la Sociedad Española de Neurología (SEN), una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida, de los cuales, al menos un 50 % tendrán de por vida secuelas que causarán una discapacidad, o bien terminarán con su vida.
En España cada año se detectan 120 000 nuevos casos y, anualmente, fallecen por causas directamente relacionadas con los ictus al menos 27 000. Las limitaciones de la capacidad funcional del individuo, además de los accidentes cerebrovasculares, que no son predecibles, sí puede identificarlos si suceden y cursan con síntomas claros. El tiempo corre a favor de las secuelas y es muy importante detectar que algo está sucediendo para llamar de inmediato a urgencias.
Los ictus pueden suceder a cualquier edad, si bien la edad de riesgo aumenta a partir de los 65 años. Dado que la esperanza de vida de las mujeres es superior a la de los hombres, el ictus ya es la primera causa de muerte en mujeres en España. Si un paciente que ha sufrido un ictus es atendido por un neurólogo en las primeras horas, la probabilidad de fallecer o de quedar con secuelas discapacitantes graves puede reducirse a la mitad.
Actualmente existen medidas como la trombólisis o la trombectomía mecánica que, si son administradas en las primeras horas, aumenta de forma considerable la probabilidad de recuperación neurológica del afectado. En pacientes con ictus isquémicos agudos normalmente se abordan con tratamientos de reperfusión o mediante fibrinolisis, que es la disolución de un trombo mediante un medicamento aplicado vía intravenosa en las primeras cuatro horas y media tras el ictus.
Es realmente muy importante que se considere una urgencia médica, dado que el retraso va en detrimento del paciente. Actualmente existen planes regionales que permiten que la cadena asistencial funcione y el enfermo sea tratado de inmediato para que el cuadro que acompaña a un ictus no debute y sea una enfermedad de por vida o cause la muerte del individuo.
La detección precoz, la identificación de los síntomas y la actuación rápida son el seguro para trabajar con éxito esta enfermedad neurológica. La mortalidad ha descendido cerca de un 33 % en las mujeres y un 38 % en hombre por el código ictus que se sigue en las emergencias del 112 en España.
Es definitivo concienciar a la población para que vigile tanto el colesterol, como la diabetes, la hipertensión, el tabaco, no hacer ejercicio o padecer otras enfermedades cardiovasculares que pueden favorecer la aparición de un cuadro que sea compatible con un accidente cerebrovascular. Entre los síntomas más habituales que pueden ser reconocidos por las personas está en no poder comunicarse, no poder mover la mitad del cuerpo, tener inmovilizada una parte de la cara o tener sensación de mareo. Casi el 80 % de los ictus es isquémico, es decir, se produce por la obstrucción de una arteria cerebral, y el 20 % son hemorrágicos. El riesgo de muerte a causa de un derrame cerebral es casi el doble en la población afroamericana comparado con el riesgo de la población anglosajona.