Una de cada tres personas mayores de 16 años es bebedora de alcohol habitual. No solo es una bebida sino es también un hábito social con el que se celebran eventos, reuniones, actos sociales y otras circunstancias que produce y no es baladí, cerca de 3 millones de muertes al año en todo el mundo.
Un estudio Global Burden of Disease apunta los niveles de consumo de alcohol y el impacto sobre la salud de la población en 195 países del mundo, y demuestra que no es saludable ni una copa al día, ni moderadamente; ni mucho, ni poco. Una de cada tres personas bebe alcohol en el mundo; es decir, el 25 % de las mujeres y el 39 % de los hombres. Si bien beber supone el principal factor de riesgo entre los 15 y los 49 años, el consumo de alcohol está ligado a la décima parte de todas las muertes en el mundo.
El desarrollo de cánceres, lesiones y enfermedades asociadas al consumo de alcohol, superan los posibles beneficios que alguna persona ha apuntado alguna vez acerca de su ingesta por ello; no existe límite seguro.
En otro estudio publicado en The Lancet se verifica que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol en ninguna edad y bajo ningún pretexto.
No es bueno beber vino, ni una copa ni tres, no es bueno tomar cerveza, ni un poco, ni mucho. Todo es alcohol y todo alcohol debe evitarse si se quiere preservar la salud. Actualmente este es el séptimo factor de riesgo para muertes y años de vida, y representa el 2,2 % de las muertes en mujeres y el 6,8 % de los fallecimientos en hombres. Ingerir entre 5 y 10 bebidas alcohólicas a la semana podría acortar hasta en seis meses la vida de quien las consume, si bien, antes de ello, la persona habría desarrollado una enfermedad crónica. Cinco vasos de vino, o cinco dobles de cerveza a la semana sería suficiente para tener este cuadro considerado ya importante.
Tener el hábito de beber supone que un aumento exponencial de las enfermedades producidas por la ingesta de alcohol no hubieran debutado si la persona hubiera sido abstemia. Estas se desarrollan por tener alcohol en sangre, siendo la primera el cáncer, seguida de la tuberculosis, la cirrosis y otras enfermedades hepáticas crónicas.
El enorme impacto en la salud de las personas no se constata a diario porque todo, o casi todo, se celebra con alcohol. Beber a diario no solo es un riesgo importante para la salud, sino que representa una reducción significativa de la vida, y acarrea enfermedades crónicas cardiovasculares que aumentan el desarrollo de otras que, en todo caso, nos producirán una peor calidad de vida.
De igual forma, el consumo de alcohol en menores de 18 años puede influir negativamente en el desarrollo de su cerebro. Si bien muchos acusan una afectación severa a la hora de aprender, memorizar o retener conceptos y además, también obtienen resultados bajos en su rendimiento escolar. Un niño que bebe es un adulto bebedor, lo que supone que, de base, tiene ya alteraciones en su desarrollo, en el crecimiento de los huesos, y mayor predisposición a padecer enfermedades respiratorias u otras infecciones.
Los daños del alcohol se suman de la misma manera a otros hábitos que destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS), que refleja que los jóvenes, además, fomentan las relaciones sexuales sin protección, tienen riesgos de embarazos precoces, accidentes de tráfico y proliferación de la violencia por su ingesta.
En algunas personas el alcohol ha salido a la luz y se ha constatado que padecen el síndrome del espectro alcohólico fetal, que incluyen ciertos desórdenes debidos a que sus madres bebieron cantidades de alcohol cuando estaban embarazadas. Niños que debutan con un trastorno por déficit de atención con hiperactividad, sumado al retraso madurativo o cognitivo, además de otras secuelas mentales que hereda por haber sido gestado con alcohol.
No existe ningún beneficio para la salud al tomar alcohol, una verdad que debe ser difundida, añade el estudio. Al dejar de tomar alcohol se mejora el sueño, el sistema inmunológico, el estado de la piel y el estado de humor. Nada que no sea posible si se deja de beber hoy mismo. Por tanto, es muy importante la educación de los riesgos a los que se expone una persona que ingiere alcohol, que deben ser conocidos antes de comenzar, porque una vez que se ha expuesto el cuerpo al alcohol se tienen los mismos riesgos, no importa cuál sea la edad de comienzo.
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