Historia de una depresión, retrato íntimo de una mujer que aparentemente lo tiene todo en la vida pero es infeliz y tiene otros anhelos.
La película, que tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto en 2017, está escrita y dirigida por Dominic Savage (“Love + Hate”, “When I was 12”) y protagonizada por Gemma Arterton (“Hansel y Gretel: Cazadores de brujas”, “Gemma Bovary”, “La desaparición de Alice Creed”) y Dominic Cooper (“Mamma Mia”, “Need for speed”).
Gemma Arterton es una de esas actrices a las que la cámara adora. En esta película es también productora y se puede decir que ha elegido una historia para lucirse: la situación perfectamente creíble de una mujer anestesiada por las circunstancias que despierta la solidaridad del espectador, y sobre todo de la espectadora. Lo que no significa que, dejando a un lado su lucida interpretación, “La búsqueda de la felicidad” no sea, al final, una película profundamente convencional.
Tara es una madre joven que vive en las afueras de Londres. No trabaja y pasa el día ocupándose de sus hijos, de la casa y esperando el regreso de su marido por la tarde. Pero se aburre con esa vida tranquila y acomodada que cada vez le pesa más, hasta que llega un momento en que ya no puede soportarla. Empieza a salir y a pasear por Londres, visita puestos de libros de segunda mano, se toma un café en una terraza, coge el Eurostar y ya en París, frente al Louvre, decide cambiar de vida.
Lo raro, en la anécdota de esta mujer desesperada que se rebela, no es que se aburra llevando una vida que se parece mucho no a la de su madre, sino a la de su abuela; lo raro de verdad es que en pleno siglo XXI tenga un marido -que por otra parte solo piensa en su propia satisfacción- al que le parezca normal que su mujer lleve a los niños al colegio, vaya al supermercado y pase el resto de la jornada preparando la cena y esperando su regreso.
El realizador Dominic Savage, quien a los diez años era actor en la película «Barry Lindon» de Stanley Kubrick, tiene a sus espaldas una carrera de director de documentales. Esta película, que es su segunda incursión en el largometraje, tiene una primera parte muy lenta a la que da sentido Gemma Arterton, una actriz formidable que aguanta la cámara fija en su rostro prácticamente todo el tiempo, hasta el punto de que un crítico francés ha escrito que parece que el director ha hecho “un documental sobre la piel de la actriz”. Si acaso, decirle que debió conservar el título original, “The Escape”, “La escapada”, porque en realidad de lo que se trata es de que la protagonista escape de su rutina, de sus obligaciones y de su predeterminada vida, que a todas luces no era de este siglo.
El final, con latin-lover francés incluido, me ha resultado bastante decepcionante.