Wl, campo de migrantes más criticado por la comunidad internacional, situado en la australiana isla de Christmas, va a ponerse de nuevo en funcionamiento por decisión del primer ministro, Scott Morrison, como “reacción en caliente” a la histórica reprobación que su partido ha recibido en el Parlamento por su política migratoria.
Christmas está considerado el peor centro de refugiados del mundo, en el que los destinados a ese pequeño territorio perdido en el Océano Indico, a 1500 kilómetros de las costas australianas, son abandonados a su suerte por las autoridades.
El muy derechista Partido Liberal australiano, en el poder, presentó una enmiendas para reducir los derechos de los solicitantes de asilo, entre otros el derecho a poder salir de los campos donde están recluidos para acudir al médico. Pero la oposición, laboristas e independientes, votó en contra, en una derrota parlamentaria que se considera la más sonada en Australia desde hace casi un siglo.
La reacción del jefe del gobierno ha sido acusar a sus adversarios políticos de “debilitar y comprometer” las fronteras del país y, en revancha, ha prometido adoptar todas las medidas posibles para impedir que los migrantes lleguen a sus costas.
El tema de la migración es el principal caballo de batalla de Scott Morrison desde su llegada al primer plano político en 2013: sistemáticamente ha ordenado negar la entrada a los barcos de refugiados que intentan llegar a las costas de Australia.
Para quienes lo consiguen, su política consiste en relegarlos a campos lejanos, situados en las islas de Manus o Nauru, en Papuasia Nueva-Guinea, y ahora también en la isla de Christmas, que estaba cerrada desde octubre de 2018, cuando numerosas oenegés denunciaron sus “condiciones de vida inhumanas”.
En él había un número excesivo de niños vulnerables y con frecuencia se producían suicidios y automutilaciones. En 2015 hubo un levantamiento violento como respuesta a la muerte de un demandante de asilo.