Utopías concretas: La Conquista del pan
Hace algunos años escribí un artículo titulado “Noticias buenas y de las otras”, en el que me hacía eco y comentaba algo que había leído en otro medio: en la Rumania postcomunista, las autoridades (es decir, probablemente alguna autoridad de medio pelo, algún funcionario heredado de la época de Ceaucescu aburrido en el rincón oscuro de un ministerio con mala calefacción) habían decidido establecer por decreto una cuota, un porcentaje de “noticias buenas” que debían incluir los periódicos y los informativos de radio y televisión. El motivo, alegaban, era que las malas noticias desmoralizan a los buenos ciudadanos, les desmotivan y les impiden rendir en el trabajo y ser felices (cosas de las transiciones que siempre tienen su lado peregrino).
Lejos de mis intenciones coincidir con las “autoridades rumanas” de entonces (creo que ya no estaba Petre Roman, aquel ingeniero tan guapo elegido para dirigir el país tras la desaparición del dictador, hijo de la española Hortensia Vallejo y un brigadista internacional que vino por aquí a echar una mano a la República cuando los “nacionales” decidieron acabar con ella, y después fue Ministro de Telecomunicaciones de Ceauscescu). Sin embargo, soy de la opinión de que hay noticias, algunas buenas noticias, que pueden estimular y servir de acicate en tiempos de depresión y tristeza generalizada como los que atravesamos.
La que sigue es más que una noticia, una información de las buenas; de las otras ya tenemos suficientes en los periódicos del sistema y las radios y televisiones del PP. Esto va de hombres y mujeres buenos que quieren cambiar el mundo pero primero se cambian ellos mismos.
“La Conquista del pan”, además de ser el título de la más emblemática de las obras del príncipe ruso Piotr Kropotkin, uno de los fundadores del anarcocomunismo también geógrafo y naturalista, es el nombre de una panadería “biológica y autogestionada” situada en la localidad de Montreuil, en el departamento de Seine-Saint-Denis que desde hace poco forma parte de la aglomeración urbana de París. “La conquista del pan” fue creada en 2010 por dos militantes parisinos del movimiento “No pasarán” (que jamás soñaron con ser panaderos: “Yo tenía un master en ingeniería mecánica –ha dicho Thomas al digital Rue 89- pero lo mismo habría montado una tienda anarquista de zapatos”) junto con dos “no militantes que tenían la visión empresarial” que les faltaba a los libertarios. Hoy es una empresa de ocho trabajadores (seis empleados y dos aprendices, procedentes de medios militantes de ultraizquierda, altermundialistas, autónomos radicales, federación Anarquista…) en la que todos cobran exactamente lo mismo: 1.350 euros netos mensuales.
(Recordatorio para desmemoriados: en 1984-85 hubo aquí un diario llamado “Liberación” en el que todos sus trabajadores, del director al ayudante de laboratorio, cobraban lo mismo, 125.000 pesetas limpias al mes).
En la panadería “La conquista del pan”, además de la clásica baguette a un euro (lo que en París es baratísimo) y el croissant matutino se pueden comprar entre otras especialidades el “sándwich Marx” (jamón de york y queso emmental) y el “sandwich Kropotkin” (paté de pimientos, salchichón y rúcula), o degustar los menús “bolchevique” y “comunero”. Y lo más novedoso: disponen de una “tarifa de crisis” (descuento del 25% en el pan y el 10% en las especialidades) que aplican sin chistar cuando el cliente lo solicita, “sin pedir ningún tipo de justificante”, insiste Thomas.
La prensa francesa, tan amiga siempre de adjetivar la información, se ha ocupado de la panadería anarquista clasificándola en el rango de “utopías concretas”, aunque –como reconocen los interesados- no siempre las cosas funcionan como sería deseable: la autogestión, aseguran, no es fácil de conseguir: “Intentamos que nadie tenga ningún tipo de poder sobre los demás, funcionar de manera horizontal, en pie de igualdad, pero no tenemos más remedio que escuchar y acatar las directrices que marca Pierre, el único de nosotros que es panadero de oficio”.
Los chicos y chicas de “La conquista del pan”, inmersos en sus propias contradicciones como el resto del mundo, tienen que pagar un crédito de 250.000 euros, el local tiene muchas deficiencias que no pueden subsanar ellos mismos ni tampoco pueden establecer una rotación en los trabajos, porque no todos poseen los mismos conocimientos. Cuando la última inundación, los vecinos –que les aprecian- les enviaban sobres con notitas de ánimo y “una ayuda”: “Conseguimos reunir 10.000 euros, un tercio de la factura. Fue increíble”.
Cada día visitan “La conquista del pan” entre 200 y 300 clientes. “Saben que somos una panadería anarquista y también saben que hacemos buen pan”.
¿No lo decía yo? Esta es una buena noticia.
Añado, porque me escribe una amiga de París que muchas veces va a comprar el pan, que la baguette es realmente buenísima y que en la tienda hay un gato tumbado en un sofá. Gracias manuela