José Lamarca fotógrafo bonaerense afincado en España desde hace cuatro décadas, llegó a nuestro país extrañado por el gobierno de los generales argentinos tras pasar por sus cárceles.
En esta XXX edición del Festival Flamenco de Nîmes, expone en el Museo de Culturas Taurinas un buen centenar de fotos en blanco y negro de Paco de Lucía y Camarón de la Isla tomadas entre los años 1972 a 1978 en Madrid. Dos jóvenes artistas, dos jóvenes amigos, hoy historia y leyenda.
La historia había empezado antes, a finales de los sesenta en Buenos Aires, con ocasión de la presencia en la Capital Federal de Paco de Lucía, Camarón y Antonio Gades. Lamarca estaba trabajando en los carteles del espectáculo del bailaor en el Teatro Avenida de Buenos Aires y precisamente, estando Antonio en su estudio, irrumpió la policía y le detuvo. Por entonces Lamarca hacía fotos de compromiso social y eso se había vuelto peligroso.
Y en los setenta volvieron a reencontrarse en España. Antes y después contó con la ayuda de Gades, quien le proporcionó su primer trabajo en Madrid, en la pizzería que el artista tenía en la calle Conde de Xiquena, por la que pasaban numerosos artistas y allí empezó la etapa más productiva de su historia profesional.
En España se convirtió en fotógrafo de artistas y artes escénicas y entre ellos los flamencos en general y Paco y José en particular fueron sus grandes amores. Precisamente esta mañana he tenido ocasión de saber que ya pasó por Nîmes antes de la existencia del Festival Flamenco, cuando Pepe Linares (al que dedicaremos una crónica) organizaba galas flamencas y concursos de cante, toque, baile y fotografía. Una andadura entre el compromiso social y el duende, un fotógrafo para quién la persona es el mejor paisaje.
La exposición de José Lamarca
El encuentro de dos leyendas, Paco de Lucía y Camarón de la Isla, es una bellísima colección de series de fotografías artísticas en blanco y negro en las que Lamarca narra secuencias de vida profesional y personal de dos genios que marcaron un antes y un después del Flamenco y que durante años fueron amigos entrañables.
No hay en toda la exposición un solo pie de foto, una sola explicación en cuanto al lugar y momento en que fueron tomadas. No es necesario. Las fotografías son tan narrativas y comunicadoras de estados de ánimo de los artistas, en esos años jóvenes y felices, que sobra cualquier explicación escrita.
Se respeta la libertad individual de cada espectador para sentir lo que las fotos le sugieran, como es de rigor con las manifestaciones artísticas plásticas del siglo XX. Cierto que las fotografías son para el absoluto disfrute y sentir de emociones intensas de quién las contemple.
Una serie de doce fotos individuales inicia la muestra. Paco con o sin guitarra. Seriedad o risa. Las fotos de la boda de Camarón y la serie de cuatro fotos con la jovencísima novia Dolores Montoya La Chispa. La única foto de un joven Tomatito y una serie de cuatro fotos de Paco de Lucía con papá Sánchez.
A continuación la serie de Camarón sentado o junto a la silla de enea, la silla flamenca por excelencia y de Paco con la guitarra. Distendidos, riéndose, felices. Una serie como casi todas de cuatro fotos individuales de Camarón de pie, pantalón blanco, chaqueta entallada negra, marcando tipazo. De belleza facial ni hay que hablar, los dos, Paco y Camarón eran guapísimos.
Hay una serie de fotos de Camarón en el campo, ‘echando el rato’ con dos amigos que no logro identificar, con actitudes distendidas, riendo, derrochando bienestar, realmente contagiosas.
Sigue una serie de seis fotos de ambos, con aspecto de ensayo de guitarra y cante. Una de cada uno posando en plan de ‘mira que guapos somos’. Dos series de cuatro fotos de Paco interesantísimas porque son secuencias correlativas de toque en cuatro posturas. Cuatro primeros planos de Camarón muy intensos, seguidos de cuatro fotos de Paco de Lucía, dos con la guitarra en descanso y dos tocando.
Tres series de cuatro fotos, en las dos primeras posando en lugar de trabajo o ensayo y en la tercera, Paco tocando la guitarra. A esta siguen cuatro secuencias de Paco de Lucía arreglado para actuar, con camisa blanca y chaqueta negra, en cuatro momentos de toque. Y luego las cuatro fotos informales de Camarón con camiseta y chupa de cuero, como a él tanto le gustaba.
Una exposición para disfrutar de dos leyendas cuando aún no lo eran, pero sí eran ya dos artistas que se distinguían por diferentes y creadores, cada uno en su arte.
Las últimas fotos son de 1978 y en 1979 cuando Camarón lanzó el álbum que marcó un antes y un después en la historia del cante flamenco, La Leyenda del Tiempo. Antes de anoche volvió a tocarla aquí en Nîmes Tomatito con su Quinteto, en homenaje al amigo que jamás olvidará, que siempre estará presente en su vida. Ya hablaremos de ese concierto.
José Lamarca compartió mucha vida con estos dos genios. Sus fotografías transmiten vida, nos trasladan a otro tiempo también nuestro. Gracias a este fotógrafo que también es ya leyenda.