Los conciertos de guitarra flamenca protagonista han sido uno de los varios hitos del reciente Festival Flamenco de Nîmes, que han dejado sabor a versatilidad de la bajañí. Por orden cronológico, Antonia Jiménez, Joselito Acedo, Tomatito y Rafael Riqueni, protagonista a pesar de no ser cabeza de cartel en esta ocasión.
Antonia Jiménez del Puerto de Santa María. Hoy en día una guitarrista, compositora, autora de rescates de piezas antiguas, consolidada y respetada. Atrás quedaron los largos años de luchar contra discriminaciones por parte de un machismo tanto masculino como femenino. Contra viento y marea, durante años única guitarrista flamenca en el panorama nacional, ella representa el triunfo de la persistencia, que tocar la guitarra no es cuestión de fuerza sino de técnica.
Y de técnica, conocimiento y duende dio una clase magistral en el Teatro Odéon de Nîmes. Su taranta abandolá a ritmo de moderna bulería, acompañada por el cajón de Kike Terrón; la guajira –tanguillo puesta por ella en versión moderna, salpicada por las intervenciones al cante de Inma La Carbonera; aquella mariana que cantaba la vida nómada de los gitanos, oficializada por tientos por Don Ramón Montoya allá por los albores del siglo XX y actualizada por Antonia Jiménez por tangos, tanguillos y bulería. De las historias medievales trovadorescas, Antonia ha hecho una composición por bulería con armonías contemporáneas; por seguiriyas muy flamencas con el contraste armónico del cante por cabales. Alegrías con letras suyas, tangos con letras de poemas de Gloria Fuertes para erradicar el tono machista.
A Antonia le encanta jugar con los ritmos, algo que ella ha perfeccionado investigando en sus trabajos de tablao y que aplica a sus composiciones y arreglos concertistas. De esto y más nos hablará Antonia en una próxima entrevista.
La guitarra brillante de Joselito Acedo ha traído a Nîmes su última producción aún no editada Triana D.F. (Distrito Flamenco). Joselito es una de las guitarras vanguardistas actuales, receptiva a muchas músicas, algo que ya comenzó su padre, José Acedo y no digamos su tío Rafael Riqueni, su maestro. Ahora como alumno aventajado, le hizo los arreglos musicales para Parque de María Luisa y recientemente para Herencia, aún en etapa de presentaciones.
Su background trianero siempre presente, como si su aprendizaje hubiera comenzado antes de nacer. La naturalidad le viene de lejos, en armonías y tonalidades la rotundidad del que sabe estar en un sitio creado por él, para él.
Seguir con atención los dedos de Joselito en su toque es un privilegio de los que estamos muy cerca, en primera fila. Toca por granaína, sus bordoneos suenan mejor cuando se ven y se escuchan. Se agradece el protagonismo de su guitarra, suena mejor cuando toca en solista. Pero el compás de Juan Diego y Manuel Valencia y el cante de Ismael de la Rosa entran de lleno por bulerías. Cambio de tonalidad para atacar la rondeña y después más bulerías con su despliegue de picaos, bordoneos y rasgueos. Una segunda parte de jazz, fandangos de vuelta a Triana y dos regalos para el público, por seguiriya y una rumba de allá, un contraste que se da poco y se agradece, el drama y la alegría de vivir.
José Fernández Tomatito no es alguien a quien vayamos a descubrir a estas alturas, ni como guitarrista ni como compositor o arreglista, como flamenco racial, de vanguardia o de jazz puro y duro. Él es quien es, tiene una historia como nadie, talento, arte y veteranía, su guitarra no se parece a ninguna y él lo sabe.
Presentó su 5tet en el Teatro Bernadette Lafont de Nîmes con su niño como segunda guitarra, José del Tomate. Al cante y compás Kiki Cortiñas y el Niño de Íllora y el gran Piraña en las percusiones.
Me llamó la atención el lenguaje corporal de José del Tomate. Encogido, con la espalda curvada, los hombros tensos, la cabeza hundida en los hombros. ¿Estrés por una presencia paterna sobre protectora? Observando, cuando hizo un solo de guitarra estuvo bien, seguro, profesional.
Es muy joven y tímido. Ya sabemos lo que es ser hijo de un genio. Esa postura corporal es muy significativa.
El quinteto, o mejor dicho, el enorme carisma de Tomatito produjeron al final del concierto el mayor aplauso que se ha oído aquí, en Nîmes. Una noche en la que hubo de todo, pero sobre todo la magia del homenaje al amigo que se fue, a Camarón de la Isla. Con las músicas que ellos dos pusieron a una letra muy lírica de Lorca, La Leyenda del Tiempo.
Aquí, en Nîmes, en enero de 1992, estuvieron Tomatito y Camarón y estoy segura de que aquí, entonces como ahora estuvo ese concierto, que para Camarón fue el penúltimo de su vida, el anterior al mítico del Johnny. Cómo será que cuando el público, ya terminado el concierto, pidió insistentemente ¡otra, otra! el quinteto al completo volvió a sentarse para volver a interpretar La Leyenda del Tiempo. El público de Nîmes, conocedor de la historia, alguno seguramente estuvo aquí hace veintiocho años, cuando el festival era muy joven, respondió con ese aplauso que era un doble aplauso, también dedicado a Camarón.
También hubo jazz del álbum de Tomatito y Michel Camilo que ganó el Grammy al mejor álbum de jazz latino en el 2000.
Y hablando de premios: el último ganado por José Mercé y Tomatito en la primera edición de Premios Odeón el pasado 20 de enero. Qué feliz idea tuvieron de hacer juntos un disco de recuperación del buen flamenco, titulado De Verdad, que ya era millonario en ventas y galas.
Una guitarra siempre protagonista aunque no ocupe la cabeza de cartel. Eso sucedió en el Teatro Odéon de Nîmes en la representación de una ‘pieza de laboratorio’ de Rocío Molina, titulada Impulso con Rafael Riqueni como único artista invitado, ya vista en otros foros.
La intención es que este primer Impulso termine siendo la próxima producción de Rocío Molina en un año o poco más, con este u otro título.
Poco se puede decir de las intenciones de Rocío para este nuevo trabajo. Lo que se vio en Nîmes, danza o música, tuvo poco de flamenco. Dio la impresión de que seguirá en la línea de la búsqueda personal. Decir otra cosa sería especular, lo que no serviría de nada. Rocío es una bailaora y coreógrafa experimentada, de fama internacional, así que lo que hizo lo hizo bien y punto. Hubo belleza, sí. Y ¿diálogo?
Esa era la intención, bailar al impulso de las hermosas músicas de la obra riqueniana Parque de María Luisa o las Amarguras ofrendadas a la Virgen de San Juan de Palma. Solo había que improvisar danzas siguiendo al maestro Riqueni. Y a ratos fue así y otras veces la libertad de la bailarina se alejó de la música, yendo más allá.
Hubo quien comentó que Riqueni no había estado fino. Yo creo que se sintió incómodo en esos determinados momentos. Porque en la soleá que interpretó como solista estuvo magistral.
Me hubiera gustado verlos en el ambiente más inspirador del Monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, el pasado 29 de junio. Me llega que ahí el acercamiento entre los dos artistas fue total.