El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cayó enfermo de covid-19, pero lejos de revisar sus opiniones, aprovecha el hecho para realzar su prédica contra la gravedad de la pandemia y a favor de la hidrocloroquina, informa Mario Osava (IPS) desde Río de Janeiro.
Más de cien personas están sujetas al contagio por el presidente de extrema derecha, al haber participado en los eventos y encuentros en que él estuvo el presente, casi siempre sin mascarilla y sin evitar el contacto físico, en los diez días anteriores a los primeros síntomas.
Bolsonaro empezó a tener fiebre, dolores en el cuerpo y cansancio el domingo 5, según su propio relato. El agravamiento del cuadro lo hizo hacer un examen el día siguiente, cuyo resultado, conocido el martes 7, comprobó la enfermedad.
Reuniones con ministros y otros auxiliares, viajes para inaugurar una obra hídrica en el Nordeste y para ver los daños de un ciclón en el sur, visitas a la embajada de Estados Unidos por el día de la independencia de ese país (4 de julio) y a un cuartel del Ejército, además de encuentros con empresarios y políticos, formaron parte de sus actividades en el período en que potencialmente fue transmisor del virus.
Bolsonaro dijo que se está tomando hidrocloroquina y le atribuyó sus «mejoras» a esa medicación, de eficacia no comprobada según ha resaltado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También reafirmó su convicción de que superará sin problemas la covid, en una entrevista a tres emisoras de televisión que considera amigas, luego de conocer su diagnóstico.
No deja así ninguna duda de que mantendrá sus posiciones contra el aislamiento social para contener el contagio, a favor del uso generalizado de la hidrocloroquina y de la reanudación total de las actividades económicas.
Ello pese a que Brasil es el segundo país del mundo en número de contagios y muertos por la pandemia, solo por detrás de Estados Unidos.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) deseó el mismo martes 7 una pronta recuperación al presidente, pero subrayó que su contagio muestra que el virus «no respeta razas, ni personas poderosas».
«Por lo tanto, es importante que, independientemente de si el presidente está afectado, el país continúe fortaleciendo las medidas. Aquí hay un ejemplo de que todavía no estamos controlando este virus por completo», destaco Marcos Espinal, director de Enfermedades Transmisibles de la OPS, la filial regional de la OMS.
Brasil tiene un general, Eduardo Pazuello, como ministro de Salud interino desde el 15 de mayo, cuando renunció el médico oncologista Nelson Teich por no aceptar que el ministerio recomendara el uso de la hidrocloroquina como medicación para la COVID-19.
Teich estuvo solo 29 días en el cargo, tras sustituir a otro médico, Luiz Henrique Mandetta, destituido por Bolsonaro por insistir en medidas de confinamiento y distanciamiento físico, como medidas indispensables contra la pandemia.
Pazuello no es médico, sino especialista en logística, y nombró más de veinte militares para las funciones ministeriales de segundo y tercer rango.
Brasil sigue registrando oficialmente cerca de mil muertos diarios por la covid, como promedio desde el inicio de junio, cuando un consorcio de medios de comunicación asumió la tarea de totalizar los datos nacionales a partir de los registros en los 27 estados brasileños.
Esa iniciativa se puso en marcha tras algunos días en que el Ministerio de Salud dejó de divulgar los datos totales y protagonizó un aparente intento de manipularlos. Pero desde entonces los registros ministeriales y del grupo de medios presentan pequeñas diferencias diarias.
Pero se reconoce que hay una gran subnotificación del contagio y de la cantidad de muertos, comparando los datos oficiales con el aumento de muertes por síndrome respiratorio grave y en los registros notariales.
Brasil deberá seguir, por lo tanto, como un ejemplo de mala gestión de la pandemia, con el presidente discrepando de las orientaciones de los gobernadores de estado y con la reactivación parcial de la economía en estados y municipios aún con elevado índice de contagios por presión del gobierno central y empresarios.
El mismo presidente estadounidense, Donald Trump, apunta a Brasil por sus «dificultades» en contener la covid-19, aunque su país presente la mayor cantidad de enfermos y de muertes, con tendencia de recrudecimiento de pandemia.
Que se puede esperar de un elemento ultraderechista y negacionista de la ciencia. Pero lo que pasma es que Trump diga que es un desastre el control de COVID en Brasil, con lo que tiene en USA mayores contagios y fallecimientos del mundo por ese mismo mal. Como dice el refrán «le dijo la sartén al cazo»