‘Viajar en un tren de carga del Sahara’, del fotógrafo australiano Adrian Guerin, es el título de la foto ganadora en la subcategoría ‘Viajes’ del Sony World Photography Awards en su décimo tercera edición del 2020, celebrado el pasado mes de abril. Estos premios suponen uno de los certámenes más importantes del calendario fotográfico mundial.
La imagen evoca una historia que merece ser conocida, la del llamado tren del Sahara. La línea fue inaugurada en 1963 cuando la zona estaba bajo dominio de Francia, forma parte de su legado colonial, y transcurre en una gran parte, de forma paralela, a la línea fronteriza donde termina el territorio del Sahara.
El tren que carga mineral de hierro de las minas cercanas a Zouerat, transcurre íntegramente por Mauritania, con su extensión de dos mil quinientos metros, es uno de los más largos y pesados del mundo.
Cubre más de setecientos kilómetros en su viaje desde su salida por la mañana del puerto de la ciudad costera de Nuadibú hasta la localidad de Zouerat, en el desierto, en un recorrido de unas veinte horas.
Bajo el empuje de entre tres y cuatro locomotoras diesel, una línea interminable de vagones, entre doscientos y doscientos diez, que ocupan unos dos kilómetros, donde cada uno de ellos puede llevar unas 84 toneladas de mineral de hierro, hematita, además de un número variable de vehículos de servicio, parten por la noche desde Zouerat al puerto atlántico de Nuadibú, en el viaje de regreso.
Uno de los tramos, de cinco kilómetros, pasaba por una zona muy cercana al Sahara, (España se negó en su día a que entrara en lo que era el territorio del Sahara español) en Choum, por lo que sufrió ataques en 1977 durante la guerra del Polisario con Mauritania, de hecho, esa pequeña franja, en la actualidad, fuera del muro corresponde a la que controla la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Precisamente Zouerat, actualmente con algo menos de cincuenta mil habitantes, es donde se fundó el Frente Polisario en 1973. Es una localidad que tiene una base militar y vive de la industria minera contando con una alta población de origen subsahariano. Muchos trabajadores de otros países africanos viven en chabolas que están separadas del resto de la ciudad en lo que se conoce como ‘muro de la vergüenza’.
Otra de las características del tren es que las locomotoras están preparadas para las altas temperaturas y recorrer las arenas del desierto mientras sus plataformas cuentan con mineral de hierro esparcido por ellos.
La línea férrea está controlada por una compañía nacional, la Sociedad Nacional Industrial y Minera (en su original en francés, Société Nationale Industrielle et Minière, SNIM). En 2014, la multinacional suiza Glencore Xstrata pagó mil millones de dólares (algo más de 843 millones de euros) a SNIM para el acceso a su infraestructura ferroviaria y al puerto de Nuadibú, que también maneja esa compañía.
Ocasionalmente el tren puede transportar pasajeros en un vagón pero no pagan en ninguna estación sino que suben y abonan el billete, por lo que, de forma habitual, suele estar muy cargado de viajeros.
Otra posibilidad es que los usuarios se suban a los vagones de carga, aunque acabarán muy sucios con la arena y los restos del mineral de hierro, además de sufrir las altas temperaturas del desierto que superan los cuarenta grados. Es lo que llaman eufemísticamente, los viajeros de ‘segunda clase’.
En el tramo medio del viaje, en el kilómetro 460, se llega a la citada ciudad de Choum desde la que muchos pasajeros se desvían a unos cuarenta kilómetros a la localidad de Atar.
Atar, de unos 25.000 habitantes, cuenta con una histórica mezquita de 1674. Es conocida por ser la puerta de llegada para visitar las antiguas ciudades de Uadane, Oualata y Chingueti, declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco desde 1996.
Chingueti, fundada en el siglo doce, es la llamada ‘Sorbona del desierto’, dispone de unas doce bibliotecas, cinco de ellas con importantes manuscritos históricos y su mezquita (una antigua estructura de piedra en seco con una plaza con minarete), es considerada por los mauritanos como un símbolo nacional del país.
De hecho, durante siglos la actual Mauritania fue conocida en el mundo árabe como Bilād Šinqīṭ (en árabe بلاد شنقيط, el ‘país de Chingueti’), siendo considerada esta ciudad como la séptima más santa del Islam. Actualmente apenas alcanza los 6300 habitantes.
Por su parte, Uadane, fundada en 1477 por una tribu bereber, tiene huella portuguesa ya que en 1487 instalaron un pequeño puesto comercial. La ciudad antigua permanece casi intocable.
Finalmente, Ualata es conocida por su arquitectura propia, con edificios cubiertos con adobe rojizo y algunos decorados con patrones geométricos.
Es la cuna del líder nacionalista del pueblo saharaui, el llamado Sultán Azul, Ma al-‘Aynayn (1831-1910), quien es reivindicando tanto por el Frente Polisario como por Marruecos.
Jesús es un «adelantado» en temas norteafricanos. Desatapa una historia que viene a ser algo así como «abrir el tarro de las esencias», porque escribir del tren más largo y pesado del mundo, quizás por la escasa repercusión que pueda tener el tema así o por no valorar periodísticamente por parte de los medios sea un error al entender que es un tema menor. Pero la historia es apasionante. Jesús como yo sabemos que si profundiza aún más en el tema, el articulo podría tener, cuando menos mil o dos mil líneas mas, porque ciudades como Zourat, Pilbara, Nuackchott o Nuadibú, entre otras, tienen historias milenarias absolutamente desconocidas por la mayoría de la sociedad europea y occidental. El Sahara es algo así como la gran enciclopedia de esas regiones desérticas donde se pueden descubrir temas centenarios y milenarios, como en este caso el denominado también «tren del hierro». Compañero y amigo: enhorabuena.