En una carta dirigida a los militantes de los derechos humanos que ha hecho pública la organización humanitaria Amnistía Internacional (AI), la abogada iraní Nasrin Sotoudeh, Premio Sajarov 2012 a la libertad de expresión del Parlamento Europeo, encarcelada desde hace dos años en la tristemente célebre prisión de Evin de Teheran, explica los motivos que le han llevado a abandonar una huelga de hambre que comenzó el 22 de julio de 2020 para llamar la atención sobre la situación de los presos políticos en Irán, «detenidos por motivos inverosímiles».
Según su marido, Reza Khandan, la abogada reclama que se apliquen a los presos políticos los mismos criterios que han llevado a las autoridades iraníes a dejar en libertad a 85.000 presos comunes para evitar la propagación de la pandemia en las cárceles.
Condenada en 2019 a doce años de cárcel por su apoyo a una mujer detenida en una manifestación de protesta por la obligación de llevar velo, Nasrin Sotoudeh ha abandonado la huelga de hambre tras 46 días después de que tuvieran que trasladarla dos veces al hospital porque estaba en peligro su vida.
Para Hadi Ghaemi, director del Centro para los Derechos Humanos en Irán (CHRI), con sede en Nueva York, «Nasrim Sotoudeh no ha encontrado otro medio que la huelga de hambre, y poner su vida en juego, para pedir la libertad de unas personas que nunca debieran estar en la cárcel».
Para este militante de los derechos humanos, Irán «atraviesa una fase de represión sin precedentes, con miles de detenidos en los últimos meses por razones políticas».
En su carta, la abogada dice que ha finalizado la huelga de hambre en contra de sus deseos y agradece la solidaridad encontrada en otros presos, hombres y mujeres, que le han acompañado en la huelga de hambre tanto en la misma cárcel de Evin, como en la de Gharchak: «Cada uno de ellos –dice- tenía sus propias reivindicaciones, pero el primer objetivo era protestar contra las infracciones a la legislación que comete el poder judicial iraní, y exigir la libertad de todos los presos políticos».
Después agradece las muestras de solidaridad recibidas de abogados de todo el mundo, así como de intelectuales, escritores, artistas y organizaciones de defensa de los derechos humanos «que aunque viven en países libres no quieren ignorar lo que ocurre en el resto del mundo».