El neorrealismo italiano en cine fue un movimiento innovador y propio de la postguerra. Nació con la caída de Mussolini y el fin de la Segunda Guerra mundial. Los relatos fílmicos realistas se rodaban con bajo presupuesto, en exteriores y los actores solían ser no profesionales, eran filmes próximos al documental, reflejaban la sociedad de esa época con más sentimiento que técnica, con más improvisación que planificación.
Sus mayores exponentes, entre varios directores, fueron Roberto Rossellini, Luchino Visconti, Cesare Zavattini y Vittorio De Sica, a quien tuve el privilegio de conocer por querer filmar conmigo una coproducción italo-argentina.
La migración italiana y española en Argentina había sido muy grande durante y después de la Segunda Guerra. Los italo descendientes eran una comunidad muy pujante en Sudamérica. De Sica, lo sabía y tenía la idea de hacer un film sobre la migración italiana en Argentina inspirado en un relato de Edmondo De Amicis.
La película iba a ser dirigida por el propio De Sica y yo sería una de las protagonistas, por esa razón conocí al famoso director cuando vino a Buenos Aires, en 1953, para presentar el film Ladrón de bicicletas, en el cine-teatro Gran Rex, una ceremonia oficial con autoridades y el mundo artístico.
Nos encontramos en el hall del teatro y nos sacamos una linda foto, allí me dijo que nos veríamos de nuevo, para conversar de un filme que quería realizar conmigo. Ya se había lanzado mi carrera con éxito, con mi primer film La melodía Perdida, y también se había estrenado La niña del Gato.
Efectivamente, nos encontramos en las oficinas de una productora. De Sica, los productores y mis padres, tuvieron una conversación sobre este proyecto de coproducción, que se filmaría en Italia y Argentina.
Después que conversaron los mayores, De Sica se sentó a mi lado y me preguntó si me gustaría viajar a Italia. Le dije que sí, que era la tierra de mis abuelos que eran de Venezia y que en mi casa se hablaba italiano entre mis tíos y mi mamá. Me preguntó si entendía el italiano y le dije que sí. Me preguntó si me gustaba filmar y le dije que me divertía mucho.
Me contó que él había filmado con niños y que la íbamos a pasar muy bien. Era muy amable, hablaba de una manera muy dulce, no sentí miedo y pensé que iba a ser maravilloso filmar con él y conocer Italia. Me aconsejó que leyera Corazón de De Amicis, que me iba a gustar. Aunque el guión aun no estaba elaborado, él me lo enviaría cuando todo se fuera concretando.
Mi madre me contó que Edmondo De Amicis había nacido en 1846 y había muerto a comienzos del siglo veinte, en 1906. Había estudiado en la Academia Militar, pero luego se dedicó a escribir y viajar. Su obra más famosa era «Corazón», donde aparecía el cuento De los Apeninos a los Andes, o sea el relato inspirador en relación con la migración italiana a Argentina.
Mientras lo leíamos mamá me contaba de Italia, las comidas, la historia, la música, la ópera, Dante, la Divina Comedia y los Apeninos. Pasó un buen tiempo y hablé por teléfono con De Sica, estaban en la etapa de conseguir la financiación. También se estaba hablando que sería una coproducción con España y que actuaría Pablito Calvo, quien había estrenado con éxito el film Marcelino, pan y vino, y a quien conocí después, cuando estuvo en Argentina y nos sacaron una foto que aparece en el wikipedia de Pablito.
El tiempo pasó, las noticias se diluyeron y la famosa coproducción nunca se filmó. De Sica se unió a otros proyectos alejándose del neorrealismo y nunca más supe del film que hubiera sido innovador y una oportunidad única en mi carrera, además de unir producciones entre Europa y Latinoamérica.
Cada vez que pienso en el cine italiano surge De Sica, y su filmografía se impone por el gran legado que dejó: El limpiabotas (1946) y Ladrón de bicicletas (1948). Luego vino Umberto D (1952), Boccaccio (1962), Matrimonio a la italiana (1964), El jardín de los Finzi-Contini de 1970, y su último film, El viaje, de 1974.
Su carrera como director no opacó su carrera como actor, actuó con las grandes divas del cine como Sofía Loren, y fue ganador de cuatro Oscar y numerosos premios europeos.
Había nacido en el Lacio, el 7 de julio de 1901, recuerdo que me dijo que le gustaba mucho Venecia y que vivía en Roma donde se desarrolló como actor y director, también me dijo que le gustaba Buenos Aires.
Fue promotor de uno de los movimientos cinematográficos más revolucionarios de la posguerra: el neorrealismo italiano. Sus filmes conmovieron por el sentido humano de la historia. El neorrealismo influyó en el cine mundial y especialmente en el cine argentino, mi segundo film La niña del Gato, estuvo marcado por esa tendencia, con escenas en las calles porteñas contando la historia de la primer niña ladrona y marginada del cine latinoamericano.
Aunque la coproducción no se hizo, aunque no me encontrara con De Sica en Italia, el haberlo conocido y que este famoso director quisiera hacer un film conmigo, fue maravilloso. El cine es la industria de las fantasías y algunos sueños se cumplen y otros se siguen soñando….
Interesante e inspiradora vida, la de De Sica como la de la autora. Da gusto leer sus artículos testimoniales y educativos. Siga.
Me encanto conocer esta historia … que es la historia de muchos de nosotros nietos de inmigrantes!!! Quienes con la fuerza de su trabajo construyeron este bendito país!!!!
Você foi, é e sempre será uma pessoa muito especial Adriana!!!
Una hermosa anécdota en una excelente nota , felicitaciones Adriana Bianco