Diseñemos el día con una prontitud hermosa y equilibrada, y asimismo con buenos anhelos bellos que nos deben llevar junto al mar. No dejemos que lo relevante se quede atrás. Hagamos caso al corazón con recuerdos hábiles.
Olvidemos las explicaciones que nos enredan durante días para conseguir resultados en vacío. No rompamos las virtudes sin motivaciones. Nos debemos entender con el paso del tiempo. No configuremos los espacios del anhelo callado y alejado de la esencia que nos reporta felicidad.
Averigüemos los tonos más mágicos y milagrosos para ser en ese punto de equilibrio al que tenemos derecho. Pasemos de largo ante los problemas irresolubles. Saquemos un grado de experiencia. Meditemos con garbo.
Las pretensiones de cada jornada han de ser alcanzar la mesura, el aprendizaje, el sosiego, las gratas vibraciones, y todo ello desde el respeto y el esfuerzo. Cambiemos por cariño.
Hemos de singularizar las actividades con prestaciones de caricias que entregaremos a fondo perdido. Avancemos.