De estreno en Francia, «Petite maman», quinto largometraje de ficción de Céline Sciamma, guionista y directora de cine francesa que se dio a conocer en 2006 con «Naissance des pieuvres» (Lirios de agua), su ópera prima nominada en los premios César del cine francés.
Desde entonces la carrera de Sciamma se ha visto jalonada de éxitos. Del nacimiento del despertar sexual en la adolescencia con «Naissance des pieuvres», a «Tomboy» 2011, sobre la búsqueda de la identidad sexual en la infancia, o «Bande des filles» 2014 sobre el paso a la madurez a través de una banda de chicas en la periferia urbana de París, en su mayoría negras nacidas de la emigración.
En esa trilogía afirma Céline Sciamma una constante temática y un estilo, que evoluciona ulteriormente hacia una estética más simbolista con «Retrato de una mujer en llamas» 2019, su obra más ambiciosa, película de época en la Bretaña del siglo dieciocho, con la apasionada historia de amor entre dos mujeres y que fue Premio al mejor guion en el festival de Cannes.
En la carrera de Céline Sciamma recordemos también, en 2017, la película de animación «Ma vie de courgette», en la que escribió el guion, de esa joya del dibujo animado realizada por Claude Barras (Premio Cesar a la mejor adaptación).
En la brillante y todavía corta filmografía de Céline Sciamma llega ahora «Petite maman», una obra que entronca en cierto modo con «Tomboy», ya que el relato se sitúa también a partir de una mirada infantil.
Por su estética cargada de símbolos «Petite maman» parece en cambio más cerca de su última película «Retrato de una mujer en llamas» que de «Tomboy», pero como si se hubiese dado aquí el tiempo de una pausa en una evidente reflexión sobre el camino cinematográfico a seguir en su filmografía, con un retorno a su propia infancia en Cergy Pontoise.
Nelly es una niña de ocho años que acompaña a sus padres para vaciar la casa de su abuelo que acaba de morir. En el bosque Nelly va a encontrar una amiguita con la que jugar: Marion, una niña, que no es sino su propia madre cuando tenía su edad.
La realidad se mezcla así con la percepción onírica y mágica. Los recuerdos y sueños de infancia se traducen en diálogos y símbolos sobre la relación con su madre y con un padre insuficientemente presente, que será el representante de la impugnada sociedad patriarcal.
Sus excelentes intérpretes son las niñas gemelas Josephine y Gabrielle Sanz, una opción que permite a la autora jugar con la confusión entre filiación y hermandad.
Con «Petite maman» Sciamma opta por una obra intimista, sobre la infancia, la hermandad, la maternidad y la paternidad, con claves de cine fantástico, o más bien onírico, cuya melancolía es acentuada por sus paisajes otoñales pero que resulta bastante fría y cerebral.
Se trata pues de una historia mínima absolutamente asumida, coherente y profunda en su tratamiento, aunque no alcanza a mi juicio la intensidad visual y dramática de su anterior «Retrato de una mujer en llamas».