Los medios de comunicación, lo he dicho muchas veces, ejercen un inmenso poder inductivo que se verifica en el hecho de que todo lo que en ellos se diga o se escriba, mal o bien, se arraigará en el vocabulario del común de la gente. Lo recomendable es que ese gran poder de penetración de los medios no sea usado de manera muy libérrima, toda vez que el efecto pudiera ser igualmente provechoso que dañino.
Las razones de tantos vicios que se han arraigado en los medios impresos, que por cierto, en Venezuela quedan muy pocos; radio, televisión y más reciente las redes sociales, están en la escasa preparación en materia de lenguaje de los que actúan en estos de forma supuestamente profesional. Además, ignoran cuál es la función que deben cumplir ante los lectores, oyentes, televidentes y usuarios de las redes, en cada caso.
Es justo reconocer que, paralela a esa persistencia en el error, hay un creciente interés por escribir bien y hablar de la mejor manera, lo cual evidencia que no todo es malo, y que vale la pena seguir insistiendo, con el deseo de que se disipen las dudas, y que cada persona cuya ocupación habitual sea la redacción, entienda la importancia de librarse de esas situaciones que ajan y envilecen la escritura y la expresión oral.
He perdido la cuenta de las veces que he dedicado artículos a la persistencia en impropiedades en las que incurren muchos periodistas venezolanos, con especial énfasis en los que cumplen sus labores en el estado Portuguesa, y muchos pudieran pensar que se trata de un ensañamiento contra alguien en particular; pero no es así.
Me complace que otros tantos hayan entendido la verdadera intención de quien esto escribe, y en virtud de lo cual hayan asimilado los aportes de este trabajo de divulgación periodística. Existen muchos que se han autodenominado «asiduos lectores», lo cual me demuestra que el propósito no ha sido en vano.
No hay un día en que no aparezcan contenidos en los que se diga, por ejemplo, que «el antisocial huyó siendo detenido al día siguiente», o que «en la acción cayeron abatidos cuatro individuos». En el primer caso se incurre en el uso inadecuado de un verbo en gerundio, dado que entre la acción de la huida y la de la detención, hay una marcada posteridad que contraría el uso adecuado, consagrado por la Rae. En el caso de los cuatro antisociales que «cayeron abatidos», se incurre en redundancia, pues abatir lleva implícita la noción de caer. Así de fácil.
Sobre esos dos casos he escrito muchas veces, y para tal efecto, he mostrado ejemplos sencillos. Es grato saber que algunos redactores, preocupados por mejorar su escritura y expresión oral, se han interesado en el asunto y le han dado un cambio radical a su forma de describir ese tipo de hechos, además de que han adquirido soltura para escribir de forma amena y desprovista de los vicios comunes; pero hay otros que lamentablemente «no quieren salir del nepe y el agua de maíz».
He dicho hasta la saciedad, que en Venezuela no existe la región como nivel de gobierno, por lo que la expresión gobierno regional es un vicio que convendría erradicar en función de llamar las cosas por su nombre. Si a esos diaristas se les ocurriera leer el texto de la Constitución de nuestro país en el artículo 136, podrían convencerse de que el Poder Público se distribuye en Municipal, Estadal y Nacional, con lo que se echa por tierra aquello de «gobierno regional», aunque algunos se empecinen en decir que regional es la costumbre.
Deberían entender que todo lo que derive estado como división o derivación del territorio, es estadal, no regional, por la sencilla razón de que en Venezuela no existe la región como instancia del Poder Público. Solo se usa esa para palabra nombrar algunos espacios físicos compuestos por varios estados, como por ejemplo región llanera, región andina, región zuliana, región oriental, etc. Además, existen las regiones de ministerios, institutos autónomos y otros entes gubernamentales, para fines administrativos, quizás; pero la región no existe como forma de gobierno, no se les olvide.
Y ya que les he hablado de estadal, es propicia la ocasión para referirme una vez más a estatal, término que, al igual que su pariente, es la fuente de muchas dudas.
Sin complicaciones gramaticales, les recalco que deberá usarse estadal para todo lo que derive de estado como Poder Público y división territorial: maestros estadales, Dirección Estadal de Salud, Gobierno Estadal, etc. Se reserva estatal para lo que provenga del Estado, o sea, nación: «Pequiven, PDVSA y Venezolana de Televisión son empresas estatales». Hay algo más: se escribe estado cuando es división territorial; y Estado cuando es el país.