En los actuales momentos, por lo menos en Venezuela, se han puesto de moda las modificaciones ortográficas que la Real Academia Española introdujo hace ya bastante tiempo, lo cual, como es natural, ha producido una especie de revuelo. Estas han comenzado a aparecer en publicaciones de las redes sociales y de grupos de WhatsApp de manera muy recurrente, y por eso muchos creen que ocurrieron recientemente. No es cierto.
Lo que más ha causado «conmoción» es la supuesta eliminación de la «CH» y de la «LL». A esta última por cierto, la mayoría, por lo menos en Venezuela, de manera errónea llama elye.
Esos cambios ocurrieron hace más de diez años; pero bastó que alguien volviera a publicarlas, para que muchas personas, sobre todo aquellas que se preocupan por hacer un mejor uso del lenguaje escrito y oral, piensen que ocurrieron hace poco, y he allí aparición de las «novedades no son tan nuevas», como digo en el título de este artículo.
En cuanto a la «CH» y la «LL», que sin dudas son las más publicitadas, es menester aclarar que no han sido eliminadas, sino que perdieron autonomía dentro de nuestro alfabeto. Eso de eliminarlas no es posible, pues supondría la atrofia de las palabras que se construyen con ellas, como por ejemplo chaqueta, chancleta, chapuzón, chorizo, chocante, chupeta; llave, llanero, llavero, llanta, llanto, llamas. Imagínense las burlas a las que se expondría alguien que, basado en la supuesta eliminación, que se atreviera a decir: «aqueta», «ancleta», «apuzón», «orizo», «ocante», «upeta»; «ave», «anero», «avero», «anta», «anto», «amas». Por lo menos lo tildarían de enajenado mental.
Como habrán podido notar, no es posible eliminarlas. Ahora, cuando alguien precise de deletrear el alfabeto español, deberá tener presente que los mencionados dígrafos ya no se cuentan; pero de ahí a que hayan sido eliminados, hay un abismo.
En la lista también están la V, la W, la I y la Y. Respecto de la W, es prudente acotar que mucho antes de que la RAE introdujera los cambios que ahora han resurgido, en varios países se la llamaba como lo sugiere la docta institución. La V pasó a llamarse uve; la W, doble uve; la B, simplemente be. La I sigue siendo I; y la Y dejó de ser I griega.
En Venezuela, como un recurso de memorización, se sigue hablando de la V de vaca, de la B de burro y de la Y de yoyo. El cambio de denominación de la V no afecta a los nombres que se forman con ellas, porque si no, imagínense el enredo.
Desde 2010 para acá, no es necesario que el prefijo de negación ex vaya unido a la palabra que acompaña. Debe escribirse exalcalde, exdirector, exesposa, exmilitante, exfuncionario, expresidente. Sin embargo, esa regla tiene una excepción, y es que cuando el mencionado prefijo se utiliza en una palabra compuesta, deberá estar separado de esta: ex vicecanciller, ex cuentadante, ex superintendente, ex vicepresidente, etc.
A la O ya no deberá colocársele la tilde cuando se emplee entre cantidades, como debía hacerse antes de los cambios. Se escribe 40 o 50, y no 20 ó 30. A pesar del tiempo de vigencia de esa modificación, muy pocos se han acostumbrado, y prefieren la forma antigua. ¡Y es que «entre gustos y colores no han escrito los autores»!
La lista de modificaciones contiene otros casos; pero me he centrado solo en estos, en función de refrescar la memoria de aquellos que se preocupan por hacer un mejor uso del lenguaje escrito y oral, y porque son los que más llaman la atención y preocupan.
La intención de este comentario, aparte de contribuir a disipar las dudas, es destacar que esas novedades no son tan nuevas; pero es prudente acatarlas, en virtud de llamar las cosas por su nombre.