El rromanó se adelantó a la RAE en la normativa sobre los acentos ortográficos como en «solo» y «sólo»

Juan de Dios Ramírez-Heredia[1]

Así es, tal como suena. Y nos sentimos muy felices de que así sea. Trataré en este breve comentario de aclararlo lo mejor posible. Y para ello permítanme unas breves consideraciones sobre el habla del pueblo gitano.

El rromanó es la lengua gitana universal que, con ligeras variantes, hace posible que todos los gitanos del mundo nos entendamos y podamos comunicarnos entre nosotros.

El rromanó tiene su propia gramática. La morfología, la sintaxis, la prosodia y la ortografía están perfectamente reguladas, y cada grupo gitano ajusta su habla a las normas gramaticales que le son propias. Existen importantes variaciones entre los grupos gitanos mayoritarios, especialmente en el ámbito ortográfico y en menor medida en la sintaxis gramatical, lo que no impide la constatación de la evidencia de que todos hablamos y escribimos un idioma que tiene el mismo origen, la misma historia y en lo esencial la misma estructura gramatical

Primer Congreso Internacional Gitano de abril de 1971

Entre los acuerdos que se tomaron en aquel trascendental congreso figuraba el mandato de organizar un grupo de trabajo que se ocupara de estudiar y hacer posible que se homologaran los diferentes grupos dialectales haciendo desaparecer los giros lingüísticos innecesarios y adoptando reglas comunes que dieran a nuestro idioma la mayor uniformidad posible.

Y así sucedió hasta que apareció entre nosotros Marcel Courthiade (qepd). Gitano nacido en Francia y quien murió en marzo de 2021 en Tirana (Albania) de donde era oriundo. Fue catedrático de universidad y profesor del Instituto Nacional de las Lenguas y civilizaciones Orientales (INALCO). De él hemos aprendido casi todo lo que sabemos quienes nos hemos preocupado de esta faceta tan importante de la historia y la cultura gitana.

Y la semilla que él sembró ha dado en España frutos de estudio y conocimiento muy notables. Aquí debo citar a Nicolás Jiménez González, sin duda nuestro más destacado investigador y divulgador, junto a Carlos Muñoz Nieto, quienes están en la vanguardia de nuestros esfuerzos por la rápida recuperación de nuestro viejo idioma en España. Carlos Muñoz repite con verdadero convencimiento que «Kon bistarel lesqi chib, bistarel pes…» (Quien se olvida de su lengua, se olvida de si mismo…)

Y así llegamos al Congreso Internacional de la Unión Romani celebrado en Varsovia en el año 1990 donde se puso hilo a la aguja para llevar a cabo el proceso de estandarización del rromanó. En este congreso se aprobó el alfabeto y se consensuaron los criterios de estandarización: flexibilidad en el léxico, flexibilidad en la sintaxis y respeto a la ortografía.

Y ahora volvamos al guirigay de la RAE

Estos días hemos asistido a un espectáculo insospechado de enfrentamiento entre los académicos a propósito de si se debe mantener el acento ortográfico en la palabra «solo». En realidad, esta polémica hacía años que se había suscitado entre los académicos gramáticos que unánimemente eran partidarios de la eliminación de la tilde y los escritores que defendían su mantenimiento. 

La verdad es que fue Gabriel García Márquez quien pidió en 1997 la jubilación de la ortografía, que definió como el «terror del ser humano desde la cuna». Entre otras cosas reclamó «más uso de razón en los acentos escritos». Pero fue en el año 2010 cuando se operó la reforma más drástica empujada por el criterio de García Márquez: se eliminaron los acentos gráficos en palabras con diptongos ortográficos como «guion», en el adverbio «solo» y en los pronombres demostrativos.

Y ahí empezó formalmente la guerra entre los académicos. Una parte de ellos, siendo los más significados Pérez-Reverte y Mario Vargas Llosa, hicieron la revolución contra la desaparición de los acentos y siguieron empleándolos en sus escritos. En víspera del pleno de la Academia del pasado jueves, el académico y escritor Arturo Pérez-Reverte hizo público un tuit en el que aseguraba que el pleno sería «tormentoso».  No obstante, el director de la Academia, Santiago Muñoz Machado declaró, a la finalización del pleno, que los académicos habían acordado en un pleno «pacífico», en el que ni escritores ni gramáticos se han sentido «derrotados ni triunfadores» porque la posibilidad de poner tilde en el adverbio «solo» se hará cuando a juicio del que escribe haya ambigüedad.

¿Y que dice la regla de la gramática gitana?

En el Congreso de la Unión Romani celebrado en Varsovia en 1990 se acordó por unanimidad algo tan sorprendente como lo siguiente: «En el idioma rromanó todas las palabras son agudas, es decir, llevan el acento tónico en la última sílaba y, por lo tanto, se suprimen los acentos ortográficos por ser innecesarios». 

No obstante, se añadió esta indicación de carácter práctico: «Solamente aquellas palabras que en su uso cuotidiano no sean agudas deberán llevar la tilde en la sílaba donde se produce el énfasis de la entonación».

¿Qué les parece? La Real Academia Española de la Lengua no se ha atrevido a ir tan lejos y ha dejado su regla en los siguientes términos: «Es obligatorio escribir sin tilde el adverbio «solo» en contextos donde su empleo no entrañe riesgo de ambigüedad y es optativo tildar en contextos donde, a juicio del que escribe, su uso entrañe riesgo de ambigüedad». Mala cosa. La polémica continuará.

Tal vez los gitanos de todo el mundo han entendido mejor que nuestros académicos lo que dijo el Premio Nobel Octavio Paz«La lengua es de todos o de nadie, y las normas que la rigen son reglas flexibles y están sujetas al uso (…) El idioma vive en perpetuo cambio y movimiento, esos cambios aseguran su continuidad, y el movimiento, su permanencia».

  1. Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya es abogado y periodista

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