Cuando ha comenzado el semestre de la Presidencia española del Consejo de la UE y tenemos a la vista la Cumbre UE-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) los días 17 y 18 de julio en Bruselas, se está produciendo en distintos medios un fuerte debate sobre el tema que nos ocupa: las relaciones entre ALC y la UE. Algunos elementos importantes del mismo son, a mi juicio, los que siguen.
El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha destacado que «la relación entre América Latina y Europa es compleja, pero nos necesitamos». Si la cooperación política se ha quedado por el camino, estrechar ahora las relaciones de la UE con ALC «es un imperativo estratégico en este nuevo contexto geopolítico».
Por su parte el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, ha destacado que América Latina es la región más «eurocompatible», renombrando la posición española hacia la región.
Durante el viaje de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a Brasil, Argentina, Chile y México se puso de manifiesto que MERCOSUR no saldrá adelante por el momento. Las exigencias medioambientales europeas complican el acuerdo, que está estancado con un endurecimiento brasileño notable y que presidirá el bloque a partir de la reunión de Puerto Iguazú el 3 y 4 de julio. Europeos y latinoamericanos han estado manejando discursos contrarios.
En la reunión de Puerto Iguazú se puso de manifiesto la necesidad de revisar el acuerdo con la UE «sin discursos ideologizados», como afirmó el canciller argentino Santiago Cafiero.
El acuerdo firmado en 2019 ha quedado desactualizado. El proteccionismo verde de la UE, en el nexo medioambiental de marzo, perjudica a los productores de alimentos latinoamericanos ya que incluye exigencias a las importaciones del sector agropecuario, uno de los motores económicos de los países del MERCOSUR. Hay que eliminar las asimetrías de esos textos. Las nuevas normas ambientales de la UE tienen una escasa consideración por el desarrollo económico y social. Es una visión parcial del desarrollo sostenible (Alberto Fernández) y los socios estratégicos no negocian con amenazas de sanciones (Lula).
¿Malestar o estrategia negociadora?, ahora la batuta la lleva Lula
Por otra parte, hay discrepancias notables entre los socios. Uruguay no firmo el comunicado conjunto. Alberto Fernández afirmó que los europeos no están dispuestos a terminar con los subsidios agrícolas ni con las decisiones medioambientales unilaterales. El clima de la reunión fue tenso y se puede decir que Argentina y Brasil alejaron la posibilidad de ratificar el acuerdo.
Borrell ha reconocido que la propuesta de anexo medioambiental no ha sido bien recibida y Lula ha informado al presidente español Pedro Sánchez de la situación, al tiempo que ha confirmado su presencia en la Cumbre.
Especialmente importante es la «Nueva agenda de la UE con AL» del 7 de junio, en la que predomina la transición verde y que aboga por una nueva cooperación para lo que se necesita un compromiso político renovado, una relación más estructurada, con cumbres periódicas y quizás, un mecanismo de coordinación permanente entre ALC y UE.
Dice Von der Leyen: «La asociación estratégica UE-ALC es hoy más importante que nunca. Somos aliados clave a la hora de reforzar nuestra cooperación y diálogo político, luchar contra el cambio climático e impulsar una transformación digital inclusiva y centrada en el ser humano. Nuestro Programa Global Gateway Mundial también impulsará la inversión y una cooperación más estrecha». Así pues, asociación política a todos los niveles, comercio, agenda de inversiones, transición ecológica y digital, crecimiento sostenible, seguridad ciudadana y las personas al centro.
En las relaciones con ALC también tendrá mucho que ver el debate sobre la nueva Europa: autonomía estratégica, importancia de las migraciones (para muchos, es la prioridad de la presidencia española), el acceso político de la derecha radical, la importancia de la ampliación, autonomía estratégica abierta, transiciones digital y ecológica, justicia social y económica, reforzar la unidad europea, etc…
Al respecto, será muy importante el Consejo Europeo Extraordinario, que tendrá lugar el 6 de octubre en Granada. Es la Cumbre de la Comunidad política europea, la cita más importante de la Presidencia: veintisiete jefes de Estado y de Gobierno y diecisiete países europeos que no pertenecen a la Comunidad, como Reino Unido, Turquía o Ucrania.
Tal parece que estamos en transición hacia un modelo incierto de una Europa debilitada y vulnerable. Solo España parece tener visión estratégica sobre ALC, y si Europa no quiere, debe aprovechar para aumentar su presencia en la región.
Por otra parte, las prioridades del semestre son muchas: 1) Industralizar la UE: tecnología y economía; 2) Avanzar en la transición ecológica; 3) Impulsar una mayor justicia social (diálogo social, trabajo decente y economía social); 4) Reforzar la unidad europea; 5) Recalibrar las relaciones con China, EEUU y el Sur global (papel internacional de la UE, multilateralismo y autonomía estratégica; 6) Seguridad; 7) Migración y asilo; 8) Ucrania; 9) Vecindad Sur europea; 10) Imagen de España: 11) Pacto contra la violencia machista; 12) Agricultura; 13) Libertad de Expresión; 14) Pacto de estabilidad. Y también asociación estratégica con ALC.
Recordemos, como ya hemos destacado en el artículo anterior, que la cooperación es un imperativo para ampliar la autonomía de ambas regiones, para fortalecer la democracia y para renovar la asociación económica.
Hay que trabajar juntos en un nuevo modelo y repensar los acuerdos de asociación y las nuevas políticas industriales.
¡Ojalá que ese sea el espíritu de la Cumbre de Bruselas!. Veremos lo que depara la Cumbre de Bruselas.