México: Reprobados en no violencia y salud mental

Me da vergüenza pensar en las burlas o sorpresas que seguramente despertó la declaración que hizo el presidente López Obrador sobre la agresión de Hamás a Israel y su temida respuesta.

«Somos pacifistas y no queremos que nadie pierda la vida», dijo.

Como si todos los demás, brincáramos de gusto con cada muerte.

Y como si el mundo ignorara los cientos de miles de asesinados en su gobierno, que incluyen activistas en derechos humanos, madres buscadoras, niñas y adolescentes.

Todo sin que el autocalificado pacifista, se inmute o se preocupe de algo más, que no sea seguir dilapidando lo que no es suyo en obras carísimas y sin fin, de donde poder sacar recursos para su otra prioridad: no perder las elecciones del año que entra.

Se celebraron recientemente dos días «internacionales» que hablan por sí solos.

Y que, en un mundo civilizado y un México bien gobernado, no debieran siquiera existir.

Me refiero al Día Internacional de la no violencia el 2 de octubre y Día Internacional de la salud mental el 10.

En ambos estamos reprobados.

Increíble que la ONU haya tenido que fijar esas fechas y que cada año lleguemos en peor situación.

Ahora, sobre todo lamentando la injusta guerra de Rusia contra en Ucrania, en la que por cierto AMLO se puso del lado de Putin; y la criminalidad de Hamás y la respuesta de Israel contra todos los palestinos.

El 15 de junio de 2007, la Asamblea General de la ONU, resolvió designar los 2 de octubre de cada año aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, pionero de la filosofía de la no violencia, para fomentar una cultura de paz, tolerancia y entendimiento.

Que, por supuesto no es, la de bombardear lo que se tenga enfrente.

Ni el reparto de abrazos y no balazos que tanto cacarea el presidente López Obrador, para disimular sus complicidades con los narcotraficantes.

Casi el mismo tiempo de esa celebración de la No violencia, se dio a conocer la designación de Narges Mohammadi como Premio Nobel de la Paz de 2023.

De 51 años, ingeniera y periodista, Mohammadi tiene marido y dos hijos gemelos de diecisiete años; ha pasado gran parte de su existencia en la cárcel y en enero del año pasado fue condenada a ocho años de prisión y setenta latigazos, por exigir más derechos en Irán y oponerse al maltrato a las mujeres.

También iraní es la niña Armita Geravand, de dieciséis años, quien para ir a la escuela se subió a un vagón del Metro de Teherán sin taparse el pelo; lo que fue detectada por las cámaras espías que tiene el gobierno en todos lados.

Y según reporte de la BBC, a los pocos minutos fue sacada inconsciente; su caso recuerda el de Mahsa Amini, muerta el año pasado a los veintidós años, mientras estaba en custodia de la policía iraní de moralidad por violar la ley del uso de hijab, que obliga a todas las mujeres a cubrir su cabello.

Crímenes a los que siguieron protestas y marchas de niñas y mujeres demandando el fin del gobierno teocrático iraní; pero ahí sigue, mostrando una vez más, lo desquiciado que anda el mundo.

Y una semana después del día de la no violencia, llegó el Día Mundial de la Salud Mental.

Que tiene mucho que ver con la No Violencia, porque es imposible tener paz estando rodeados de crímenes, asesinatos, pobreza, miedos, acosos y separaciones familiares, por muerte o causas económicas.

Hasta el momento ese derecho a la salud mental, que debiera ser de todos es patrimonio de muy pocos,

Nadie puede estar sano mentalmente si carece, como ocurre a más de la mitad de los mexicanos y millones de habitantes del planeta, de salud general, médicos y hospitales accesibles, cercanos y bien atendidos.

De acuerdo con la ONU, una de cada ocho personas en el mundo padece algún problema de salud mental.

Y eso repercute en todo su entorno, como estamos viendo.

Como es un círculo vicioso, el generar violencia produce a su vez mayor locura y el peligro de que nos acostumbremos a ella y la veamos parte de la vida cotidiana y las estadísticas.

Y cuando la locura viene desde el poder, como en México, donde ni el más fervoroso de los subalternos de AMLO se atreve a negar en privado que está loco, aunque en público finja que no lo nota para no perder su cargo y privilegios, resulta que tenemos una cadena de chiflados gobernando cada vez peor y con las desesperantes y tristes consecuencias que estamos viviendo.

Teresa Gurza
Periodista. Soy mexicana, estudié la carrera de Historia y soy Locutora, Cronista y Comentarista y Licenciada en Periodismo, pero ante todo reportera. Me inicié en televisión en 1970 y fui reportera, conductora y productora de programas noticiosos; reportera de asuntos especiales de los diarios El Día, UnomásUno y La Jornada, y corresponsal en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Michoacán. Por razones familiares, mi marido era chileno, viví en Chile más una década. He recibido muchos premios y reconocimientos, entre ellos el Nacional de Periodismo en Reportaje y ahora radico en México y escribo artículos para Periodistas en Español y otros medios.

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