Décimo cuarto día del primer mes de 2024. Los tiempos muertos en la nave dan lugar, en ocasiones, a la melancolía, a la nostalgia y el estado de ánimo, a veces, se viene un poco abajo.
Tenía que hacer un regalo y había pensado encargar el cómic de Paco Roca y Rodrigo Terrasa, El abismo del olvido, publicado el año pasado por Astiberri y al que le tenía echado el ojo, pero no acababa de decidirme.
Sabía que sería un gran regalo para la persona en la que pensaba, también sabía que era un libro difícil, no por sus textos y dibujos, que son magníficos, sino por la historia que cuenta. Y eso me hizo no regalar tanta dureza. Pero el destino, ya saben como es, quiso que me lo regalaran a mí.
Y me ha alegrado que mi amigo no haya sido tan timorato como yo, porque no puedo estar más agradecido.
La mirada de Paco Roca ya la conocía de otras historias, de otros cómics, su buen hacer y sensibilidad son reconocibles en los primero trazos. De Rodrigo Terrasa no tenía apenas referencias. Desde mi punto de vista creo que, como ya he señalado, el guión y los dibujos son muy buenos. Toda la novela gráfica es emocionante, es sin duda un gran libro.
Cuenta la historia de varios personajes que se cruzan a lo largo del tiempo en la vida y en la muerte. Es la historia de miles de personas olvidadas y abandonadas. Es la triste historia de este país que no ha sabido o no ha querido hacer justicia, demostrar un poco de humanidad.
Pepita Celda sabe dónde está enterrado su padre, José Celda, en una fosa común de las 180 que hay en el cementerio de Paterna, junto a otros dos mil fusilados, fusilados una vez acabada la Guerra Civil española, y como se pueden imaginar todos del mismo bando.
Pepita sabía dónde estaba porque el enterrador que le tocó enterrar a «los suyos» fue guardando registro de todos y cada uno de los fusilados en ese periodo, tomó notas, dibujó planos, escondió recuerdos individuales y supo decir a los familiares en qué fosas se encontraban. Este hombre se llamó Leoncio Badía, y es de esas personas que te hacen creer aún en la humanidad.
Tienen Roca y Terrasa la maestría de relacionar pasado y presente, de apelar a Homero para recordarnos que los muertos deben se enterrados por y con sus seres queridos, que no hacerlo, no permitirlo es la mayor de las vilezas que pueden cometer los seres humanos.
Y este país tiene un problema con su pasado, no se trata de remover viejas historias, se trata de dignificarnos, de poder mirarnos al espejo sin avergonzarnos. Se trata de que los muertos descansen en paz.
Es un libro muy triste, muy hermoso y muy necesario, no podemos seguir cayendo en el abismo que titula el libro, el olvido.
Estupenda serie de relatos cortos en su “Cuaderno de bitácora”. Siempre con tacto, pero con intención, escribiendo, desde lo meditado y con sentimiento, de tantos asuntos pendientes de nuestra sociedad e historia.
Gracias Luis por tus sutiles pero claras llamadas de atención.
Un abrazo.