La palabra «terraza» procede de terraceus, terracea, terraceum… Todos ellos son términos latinos que pueden traducirse como hecho de tierra o de naturaleza terrosa. Si consultamos el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), nos encontraremos con varias acepciones, de entre las cuales nos interesan dos: Sitio abierto de una casa desde el cual se puede explayar la vista y Terreno situado delante de un café, bar, restaurante, etc., acotado para que los clientes puedan sentarse al aire libre.
El origen histórico de desarrollar actividades en las terrazas, cuando estas son una extensión en la vía pública de ciertos locales hosteleros, está en los jardines de los palacios franceses del siglo dieciséis, conocidos como orangeries por cultivarse cítricos en ellos. En estos espacios, aparte de mantener el huerto en las mejores condiciones, se concentraban las personas para celebrar banquetes y reuniones de intelectuales. Así pues, eran extensiones de terreno con muebles de terraza donde un público selecto, y de alta posición social, se sentaba cómodamente para conversar.
Ahora bien, cuando se trata de las terrazas de las casas, el origen cambia. Estas otras se remontan al Antiguo Egipto. El clima de este país, libre de precipitaciones abundantes, permitía que las viviendas pudieran disponer de una azotea. Unos cuantos miles de años después, con el movimiento arquitectónico moderno, al que suelen asociarse los rascacielos, surge la idea de integrar, en edificios de varios pisos, los espacios al aire libre que, hasta el momento, se concentraban en las viviendas unifamiliares (por ejemplo: en los chalés).
Desde entonces, las terrazas han evolucionado. Hoy día se configuran como lugares de esparcimiento, donde reunirse para hacer una buena parrilla (en las terrazas más grandes) o tomar un refrigerio del frigobar (en las que son más pequeñas). De hecho, las terrazas actuales se pueden incluso cerrar, a fin de aprovecharlas también durante el invierno y sumar así unos metros cuadrados útiles al hogar.
Además, la terraza también ha jugado un papel importante para muchas personas durante la pandemia por la COVID-19. En un momento en que casi nadie podía salir de sus viviendas, a causa del confinamiento, la terraza se ha erigido (donde y cuando el tiempo lo ha permitido) como un espacio común para la convivencia que, al estar al aire libre, ha permitido oxigenarse, salir de las cuatro paredes de la casa y mantener la conexión con el mundo exterior.
Hacer parrillas en la terraza: ¿Sí o no?
Aunque España sí cuenta con una normativa muy clara en lo que respecta a encender fuegos en los montes cuando llega el verano, no hay una ley que impida expresamente hacer una parrilla en el jardín o en la terraza. Lo que sí hay son reglas que pueden variar de una comunidad autónoma a otra, y de unos municipios a otros. En este último caso, los ayuntamientos son los encargados de establecer las prohibiciones que consideran adecuadas para garantizar la seguridad, a este respecto, en sus respectivas localidades.
En general, hacer una parrilla en casa no es problema si la terraza está correctamente equipada, al aire libre y con la parrilla o barbacoa alejadas de materiales inflamables. No obstante, en el caso de las comunidades de propietarios, y especialmente en los pisos (donde se convive con varios vecinos), conviene consultar los estatutos de la comunidad para asegurarnos de que nadie pueda acogerse al artículo 7.2 de la Ley 49/1960, de 21 de julio, sobre propiedad horizontal y denunciarnos por hacer actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas en la vivienda.
¿Cómo equipar adecuadamente la terraza?
Si pretendemos hacer una parrilla en la terraza, no puede faltar un frigobar y una parrilla en condiciones.
Tipos de parrillas
Escoger una parrilla u otra influye tanto en la experiencia recreativa de hacer una parrilla con la familia o los amigos como en el sabor final de los alimentos.
En las parrillas a carbón, el método para aumentar y disminuir el calor que emite el carbón es manual, con lo que se requiere de más tiempo para cocinar los alimentos. Sin embargo, la espera merece la pena para quien prefiere un sabor a brasa y ahumado. Además, son fáciles de instalar y el carbón puede transportarse sin problema.
También hay disponibles parrillas a gas. Estas otras no dotan a los alimentos de ese regustillo que tiene la carne a la brasa. Los alimentos quedan bien cocinados, pero sin el toque ahumado. En esto, las parrillas a gas se asemejan a las eléctricas. Con respecto a las de carbón, su ventaja está en la facilidad para regular las llamas del gas a través del medidor de temperatura, que la mayor parte de los modelos incluyen en la tapa.
Por último, están las parrillas eléctricas. Su principal desventaja es que necesitan una toma de corriente. Al contrario que las de gas, son transportables, porque no tienen unas dimensiones tan grandes. A diferencia de las de carbón, el tiempo de preparación de los alimentos se reduce considerablemente. Además, con unos cuantos botones, la temperatura adecuada de la plancha se configura en nada.
Características de un buen frigobar
Comer sin beber es misión imposible. Tarde o temprano, necesitaremos que algún refrigerio nos ayude a tragar. Para eso está el frigobar, que (a grandes rasgos) podríamos definir como un refrigerador de reducidas dimensiones: no ocupa espacio y, por eso, es muy útil para las terrazas.
- Son refrigeradores compactos. Pasan desapercibidos incluso en los espacios reducidos.
- Algunos modelos cuentan con puertas que pueden abrirse tanto en una dirección como en otra. Esto facilita la colocación del frigobar en la terraza.
- Tienen un sistema de iluminación interior, ideal para disfrutar de la terraza también en la tarde-noche.
- Algunos incluyen un congelador pequeño.
- Los estantes ajustables pueden redistribuirse para hacer hueco a los alimentos y bebidas.