El cineasta Mohammad Rasoulof, condenado el 11 de mayo de 2024 a ocho años de cárcel, de los que está obligado a cumplir un mínimo de cinco, ha huido de Irán y se encuentra en algún lugar de Europa que se mantiene en secreto, mientras su última película, «La semilla del higo sagrado», forma parte de las que compiten por la Palma de Oro en el Festival de Cannes inaugurado hoy.
En un comunicado hecho público este 14 de mayo, el cineasta pide a la comunidad mundial del cine un «apoyo fuerte» para los realizadores amenazados en su país.
Rasoulof –ganador del Oso de Oro en el Festival de Berlín 2020 por «El diablo no existe», y en 2017 del Premio del Jurado de la sección Un certain regard de Cannes por «Un hombre íntegro»- dice temer «por la seguridad y el binestar» de los equipos que trabajaron en su última película, así como que no está seguro de poder asistir al Festival de Cannes: «Llegué a Europa hace unos días tras un viaje largo y complicado».
Explica que decidió marcharse al conocer que su «injusta» sentencia de ocho años había sido confirmada en apelación y que iba a ejecutarse «en el menor plazo posible».
Además, temía que tras el paso de su última película por Cannes le llegara una nueva condena: «Tenía que elegir entre la cárcel o marcharme de Irán. Con gran dolor he elegido el exilio».
Rasoulof ha tenido que marcharse en secreto porque las autoridades retienen su pasaporte desde 2017: «La maquinaria criminal de la República Islámica –denuncia- viola continua y sistemáticamente los derechos humanos (…) La amplitud y la intensidad de la represión han alcanzado tal grado de brutalidad que la gente espera saber cada día que el gobierno ha cometido un nuevo crimen odioso».
Según la información que hoy publica el boletín de France Télévisions, por temor a represalias con sus familiares y amigos, el realizador Rasoulof ha mantenido en secreto «la identidad de los actores y de las personas del equipo, así como los detalles del guión» de «La semilla del higo sagrado».
Algunos de los actores «han conseguido salir de Irán a tiempo», pero muchos de los miembros del equipo siguen allí «y los servicios de inteligencia les están presionando (…) a base de largos interrogatorios.
«La comunidad cinematográfica mundial –pide Rasoulof- tiene que apoyar con firmeza a los realizadores (…) Hay que defender alto y fuerte la libertad de expresión (…) Como sé por experiencia personal, ese apoyo puede ser una ayuda inestimable para que puedan continuar su trabajo».