El primer ministro de Albania, Edi Rama, sorprendió a propios y a extraños al anunciar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la creación – en suelo albanés – de un nuevo Estado soberano: la Soberana Orden Islámica sufí de los Bektași.
Un país musulmán en suelo europeo, un enclave llamado a profesar la moderación, la tolerancia y la coexistencia pacífica. En pocas palabras, un auténtico quebradero de cabeza para las instituciones europeas, que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no dudó en tildar en su momento de club cristiano con derecho de admisión reservado.
En realidad, la reciente iniciativa de las autoridades de Tirana algo tiene que ver con la historia de la Turquía moderna. Los bektași, secta aleví afincada en Anatolia, representa el veinte por ciento de la población turca. En Albania, los miembros de la comunidad bektașí ocupan el cuarto lugar después de los musulmanes suníes, los cristianos ortodoxos y los católicos.
Sin embargo, su presencia en el país se remonta a la Edad Media. Expulsaos de Turquía a comienzos del siglo veinte por el padre del Estado Moderno, Mustafá Kemal Atatürk, los bektașí se trasladaron a Albania, confiando en poder restablecer sus estructuras de gobierno y preservar su tradición cultural. Mas el advenimiento del régimen comunista truncó sus proyectos.
Pero los derviches no claudicaron. Durante su exilio albanés, uno de los lideres de la comunidad aleví proclamó, en 1912, la independencia de Albania, poniendo fin al dominio otomano.
La Soberana Orden tiene fama de ser una rama tolerante y mística del Islam, está abierta a otras religiones y filosofías. Los bektași veneran a los místicos sufíes no pertenecientes a su entorno, como el murciano Ibn Arabi, Al-Ghazali o Jelalludin Rumi.
La soberanía de la orden Bektaşi es un paso importante hacia el fortalecimiento de los valores de inclusión, armonía religiosa y diálogo en un mundo cada vez más dividido, reza el comunicado gubernamental albanés, que señala que la orden gozará de una soberanía similar a la del Vaticano.
El nuevo Estado ocupará el mismo terreno en el que actualmente se encuentra el Centro Mundial Bektashi, es decir, unas once hectáreas en pleno centro de Tirana, lo que representa una cuarta parte de la superficie del Vaticano- y tendrá como único objetivo el liderazgo espiritual.
El Gobierno estará encabezado por el actual jefe de la orden, Baba Mondi, y por un consejo que supervisará el funcionamiento religioso y administrativo del microestado. Una estructura muy parecida a la Orden de Malta, señalan los politólogos.
Por ende, malas noticias para los coleccionistas de pasaportes: la ciudadanía bektașí se concederá únicamente a los miembros del clero y los funcionarios de la Administración estatal. Para ser bektași, hace falta más que dominar los rudimentos de la danza giratoria…