Tiene 65 años y se llama Mariann E. Budde. Y quizá muchos, ya seamos ateos, agnósticos o creyentes (en lo que sea), le debemos admiración a esa obispa de la diócesis episcopal de Washington. Pertenece a la iglesia que es la versión anglicana de los Estados Unidos de América.
Prelada y escritora de libros de teología, le acaba de decir a Donald Trump –frente a frente– unas sencillas verdades que considero valiosas:
- La gente que recoge nuestras cosechas y limpia nuestros edificios de oficinas, quienes trabajan en nuestras granjas de pollos y gallinas, los que lavan los platos después de que comamos en los restaurantes, quienes trabajan en los turnos de noche en los hospitales, quizá no son ciudadanos estadounidenses o no tienen sus papeles en regla. Pero la gran mayoría de esos inmigrantes no son delincuentes. Pagan impuestos y son buenos vecinos.
La prelada Budde ha sido la encargada de pronunciar el sermón y la oración en el servicio religioso celebrado en la Catedral Nacional de Washington, tras el principio de la presidencia de Donald Trump.
Dijo esas palabras mirando a la cara al nuevamente electo presidente Trump, a quien acompañaban en primera fila todos sus familiares, su vicepresidente James David Vance y otros significados miembros de la clase política estadounidense.
La señora Budde acaba de mostrar un camino directo para combatir los bulos y las mentiras: expresando las convicciones propias contra la propaganda que nos inunda. Cara a cara contra los predicadores de mentiras y los mentirosos.
El sermón duró un cuarto de hora en el que también se oyó decir a Mariann Budde que es cierto que millones de personas han depositado su confianza en el nuevo presidente (reelecto tras un cuatrienio); pero que entre ellos «hay gays, lesbianas y niños transgénero», que son republicanos o demócratas, «o de familias independientes, entre los que ahora algunos temen por sus vidas». Budde pidió clemencia para los que hoy pueden tener serios motivos para temer a Trump.
Según informa la NPR (la radio pública estadounidense), en ese discurso la prelada Mariann Budde criticó la retórica trumpista (discurso del odio), justo después de que Trump firmara órdenes ejecutivas en las que se atreve a declarar que sólo hay posibilidad de que existan hombres y mujeres, sin otras posibilidades biológicas, y en las que también abrió la veda para la caza masiva de inmigrantes latinoamericanos, especialmente en las zonas fronterizas con México.
Unas órdenes ya contestadas por parte de algunos estados de EEUU, que consideran que (desde el punto de vista constitucional) no pueden desposeer de la nacionalidad a quienes ya han nacido en el país.
No es la primera vez que Mariann Budde critica a Trump. Lo hizo en 2020 cuando éste se fotografió con una biblia en la mano ante otra catedral, después de la represión de una protesta antirracista. Acusó a Trump de fomentar la división social y la violencia.
Entonces, las fuerzas policiales usaron gases lacrimógenos para despejar el lugar en el que Donald Trump quiso hacerse su foto con la biblia en la mano.
Fue el año de la pandemia, en junio de 2020, cuando muchas y numerosas manifestaciones recorrieron distintas ciudades para protestar contra el salvaje asesinato de George Floyd, un afroamericano de 46 años, que fue asesinado por un policía que lo había arrestado bajo la tremenda acusación de un supermercado de pagar con un billete falso de veinte dólares.
Entonces, Budde declaró que la imagen de Trump enarbolando la biblia era «un mensaje antitético a las enseñanzas de Jesús».
En esta nueva ocasión, Mariann Budde no ha olvidado recordar a Trump que «en nuestras comunidades hay niños que temen que se lleven a sus padres». Y ha pedido al presidente «que ayude a los que huyen de las guerras y de la persecución en sus propios países para encontrar aquí nuestra buena acogida y compasión».
Budde ha añadido:
– Debemos ser compasivos con los extraños porque en algún momento todos fuimos extranjeros en esta tierra.
Trump se ha limitado a responder ante los periodistas acreditados en la Casa Blanca que cree que «no fue un buen servicio religioso».
Pero el senador republicano Mike Collins, representante de Georgia, conocido por sus provocaciones extremistas, alguna con armas en la mano, ha llegado a decir en la red social de Elon Musk que «la persona que dio ese sermón debería ser añadida a la lista de los deportables».
La ausencia de todo código moral por parte de grandes sectores del trumpismo es una amenaza para todos. Desde luego, también y en especial, para la valerosa obispa Mariann Budde.