Ronan Farrow es un joven guapo: alto, rubio, ancho de espaldas y de ojos claros. “No se parece en nada a Woody Allen, quien sin embargo está considerado como su padre biológico, pareja de Mia Farrow cuando nació Ronan”, escribe Nolwenn Le Blevennec en el digital Rue 89, a propósito de las recientes declaraciones de la actriz asegurando que el chico puede ser hijo de Frank Sinatra.
Ronan Farrow además tiene sentido del humor y ha contestado con una especie de retruécano a la entrevista de su madre confesando que el padre de Ronan es Sinatra.
No es habitual que aquí nos hagamos eco de este tipo de declaraciones, dirigidas directamente a alimentar la sed de escándalos; lo que queremos destacar es la actitud del chico, evidentemente de una generación mucho más sana que la precedente, quien ha dado por zanjado el asunto haciendo un chiste sobre sí mismo.
En una entrevista publicada en el mensual estadounidense Vanity Fair, que tiene toda la pinta de haber sido cobrada y pagada, la actriz explica el posible engaño acerca de la paternidad de su hijo, “que recuerda el de la película Todo el mundo dice I love you, en la que Woody Allen no puede creer que su hijo biológico vote republicano”. A la pregunta de si Ronan, nacido en 1987, es hijo de Frank Sinatra, responde diciendo “nunca rompió realmente con Sinatra” (fallecido en 1998), del que se divorció en 1968 tras dos años de matrimonio, porque fue “el gran amor de su vida”.
En cuanto a Ronan Farrow, el chico parece tener un gran sentido del humor (en lo que sí se parece al hombre junto al que pasó los primeros años de su vida): “Todo el mundo es potencialmente el hijo de Sinatra”, ha escrito en su cuenta de Twitter.
Según la redacción de Rue 89, la nariz con la punta ligeramente inclinada hacia abajo, la boca grande, no hay duda de que Sinatra está en el origen de Ronan, en los años 80 cuando la familia Allen era “libertina y un tanto alocada: mientras Mia engañaba a su marido, Woody Allen iniciaba una relación, que dura hasta hoy, con la hija adoptiva Soon-Yi”. En el artículo de Vanity Fair, se recuerda que otra de las niñas adoptadas por la pareja Allen-Farrow, llamada Dylan, acusó al realizador, en los primeros años ’90, de abuso sexual.
Interesante artículo sobre un tema que en el mundo mediático es farandulizado. Aquí lleva a reflexionar y también a empatizar. Y de paso me aporta más información acerca de las «hazañas» de Woody Allen, por las cuales me resulta cada vez más antipático, aunque su cinematografía y talento lo destacan; no es personal.