¡Algo sobre el lenguaje electoral!

En los días más recientes ha aumentado el volumen de mis actividades, en mi rol de periodista al servicio de un ente municipal, cuyo titular aspira la reelección, y en tal sentido, mi día a día transcurre entre publicaciones de contenido social y político, lo cual ha incidido para que haya estado ausente durante tres sábados. ¡Una vez más pido disculpas!

Dentro de poco en Venezuela comenzará, de manera formal, la campaña hacia una nueva elección, esta vez para escoger a alcaldes y concejales. Digo formal, pues es solo eso: una mera formalidad, dado que la costumbre se ha vuelto ley.

Desde tiempos inmemoriales los bandos en disputa se adelantan a promover candidatos y a otras acciones, en franca violación del ordenamiento jurídico que rige la materia, reglamentado por el CNE (Consejo Nacional Electoral).

Muy raras son las veces en que el ente electoral ha aplicado sanciones, y cuando lo ha hecho, generalmente ha sido para cuestionar a los que se oponen al gobierno, por lo menos desde que tengo uso de razón.

Como es natural, en tiempo de elecciones resurgen palabras y expresiones propias de ese ámbito, como voto, «sufragar el voto», opinar mediante el voto, recuento de votos, electo, reelecto, elegido, reelegido, etc., lo cual no tendría nada de malo, si no se las usara de manera incorrecta en muchos casos, como el de «sufragar el voto», que es una sonora redundancia, pues sufragar y votar, desde el punto de vista electoral, es la misma cosa.

En el habla cotidiana y en los estratos medios de la sociedad, en boca de políticos y politiqueros se oyen frases como: «Debemos ir a sufragar el voto en horas tempranas…»; «Sufragar el voto es un derecho y una obligación moral», etc. En ambos ejemplos se entiende claramente la intención; solo que están viciados de redundancia. Esos vicios han pasado del lenguaje oral al escrito, por múltiples razones.

Muchos de esos políticos y politiqueros se creen periodistas y aun se atreven a redactar sus propias «notas de prensa», y así, con barrabasadas y todo, les son publicadas. Con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, ya no hay medios en los que se preocupen por revisar, por corregir, por preservar la unidad lingüística del idioma español, so pretexto de modernidad.

Ni siquiera se ocupan de la inmediatez, que es lo que deben ponderar, pues es su razón de ser, a juzgar por algunos en los que hay información del mes pasado y más atrás. Se conforman con los boletines de los entes gubernamentales, con las «notas de prensa» y con lo que «refritan» de los medios internacionales.

¡Y si no me creen, revisen cualquiera y se darán cuenta de que no exagero!

Por muy modernos que sean los tiempos actuales, la gramática y la lingüística no podrán ser desechadas, a menos que sus contenidos (el de los medios) tengan intención humorística.

Quise extenderme en el párrafo anterior, pues quería dejar claro que eso de la modernidad no es excusa para que sean obviadas las reglas que le dan sentido a la escritura, como han pretendido hacerlo creer algunos que, porque exhiben cualquier cantidad de zoquetadas en los medios, incluidas las redes sociales, se han creído el cuento de que son influencer. ¡No tienen la mínima noción de lo que eso significa!

Y así como les hablé de «sufragar el voto», debo hacerlo de electo, reelecto; elegido, reelegido, recuento y reconteo, que bastante dudas causan entre los periodistas que cubren la fuente política, en la que hay excelentes comunicadores; pero también hay otros a los que les urge enriquecer su vocabulario.

Se le llama electo a alguien que resultó favorecido con el voto, mientras no haya tomado posesión del cargo por el que optó. Una vez que ocurra la investidura, se le llamará elegido. El mismo criterio se aplica para alguien que aspire a la reelección y salga favorecido. Entonces, será reelecto (a) y reelegido (a), en cada caso.

Una de las particularidades del sistema electoral venezolano, es que los que opten por la reelección deben separarse de sus cargos; pero por lo general no lo hacen, y si llegan a hacerlo, es un mero formalismo. Ahora, si pierde el que aspiró a ser reelecto, entonces el ganador toma el poder sin respetar el lapso establecido; eso ocurre aquí.

En lo que respecta a recuento y reconteo, siempre he dicho que no le hallo lógica a la primera, pues si existen los verbos contar y recontar (volver a contar), por qué utilizar recuento en el caso que haya que contar de nuevo, como sucede en el acto de escrutinio después de que la máquina electoral emite el acta.

No utilizo el término recuento; pero si llegara a hacerlo, lo haría en otro contexto. Cuando se trata de cantidades, en mi opinión, debería ser reconteo, pues se trata de recontar, es decir, de volver a contar. ¡Recuento es otra cosa!

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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