Gritar hasta perder la voz: ¡Parar el genocidio Ya!

Gaza, La Historia en tiempo real

«Palestina es una batalla por el alma del mundo» Liam Cunningham, actor irlandés.

Acabo de terminar la lectura de «Un historien à Gaza» (‘Un historiador en Gaza’ de Jean Pierre Filiu y de un artículo de prensa de la periodista y escritora Mona Chollet «Un genocide anodin» (‘Un genocidio anodino’), ambos formidables, y necesarios.

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Al mismo tiempo he visto, entre las múltiples y atroces imágenes que nos llegan cada día del genocidio perpetrado en Palestina por el ejército israelí, un video conmovedor filmado en la ciudad de Bath, en Inglaterra, en el que numerosas personalidades del mundo de la cultura leen uno por uno los nombres y apellidos de los 15.618 niños asesinados por Israel hasta ese instante. Conmovedor. Se me hace un nudo de dolor en la garganta.

Pero no es una simple nota de lectura lo que quiero compartir con nuestros lectores, sino más bien una reflexión sobre el lucido análisis y la terrible emoción que surge de ellos, al ver ese genocidio que se desarrolla en tiempo real ante nuestros ojos, en un mundo «occidental» que parece haber perdido su «humanidad».

Nos dijeron en 1945: «Nunca más», los más ingenuos lo creyeron, evidentemente siguieron las guerras y genocidios en el mundo, pero eran tiempos en los que las noticias circulaban más despacio. Había que esperar para recoger pruebas y poder encausar a los criminales de guerra o para terminar guerras como la de Vietnam, que marcó con su sangre el siglo veinte.

En este planeta «mundializado» asistimos por vez primera a un hecho nuevo: en tan solo dos años, las arrolladoras pruebas del genocidio en curso del pueblo palestino han sido reunidas casi en tiempo real. El Tribunal Penal Internacional ha incoado proceso por genocidio y crímenes contra la humanidad a Benjamín Netanyahu y su ex ministro de defensa Yoav Gallant.

Las manifestaciones de millones de personas a lo largo y lo ancho del planeta, la acción humanitaria de las Naciones Unidas y de numerosas oenegés, reprimidas e ignoradas por Israel y por sus cómplices no han impedido que pare el genocidio, aunque si han permitido limitar en parte sus efectos y aislar cada vez más en el plano internacional a ese régimen israelí responsable de crímenes de guerra.

La movilización y la protesta es siempre útil, como la valiente acción de la flotilla de la libertad, y tantos múltiples actos de solidaridad y protesta en todo el mundo. Contrariamente a la letanía mil veces repetida de que «no sirve para nada» y que «todo eso es inevitable», la movilización es útil y si podemos evitarlo.

Nuestra dignidad humana es la que han construido a través de los siglos los perdedores, los condenados de la tierra, de que hablaba Frantz Fanon, los mismos que están ahora en Gaza.

Como lo ha recordado recientemente Francesca Albanese, relatora especial de Naciones Unidas, la prensa y los medios de comunicación mainstream tienen una gran responsabilidad en las dramáticas consecuencias de ese genocidio, que primero quisieron negar y que ahora admiten a regañadientes poniendo en duda fuentes fidedignas y hechos ampliamente probados, mientras adoptan los «elementos de lenguaje» y la propaganda destilada por el gobierno genocida israelí.

Esta crónica va dirigida pues a denunciar la atroz indiferencia e hipocresía de una gran parte de la denominada «opinión publica occidental» y de los gobiernos que siguen negándose a tomar sanciones serias y eficaces contra el gobierno genocida israelí, así como de esa prensa obediente y sumisa a la Corte que ha abandonado las reglas más elementales de la deontología en esta profesión.

Jean Pierre Filiu, historiador francés, nos ofrece en su libro el testimonio de un mes pasado en el infierno gazí, entre los refugiados hacinados en las ruinas de lo que queda de la franja de Gaza, o desplazados en verdaderos campos de concentración, en los que el gobierno israelí practica impunemente un genocidio al privar a la población civil de ayuda humanitaria y bombardearla constantemente.

Repitámoslo una y otra vez: Eso no es una guerra es un genocidio. Hospitales, escuelas y viviendas arrasadas, mujeres y niños deliberadamente asesinados, miembros de oenegés, personal sanitario y periodistas asesinados y convertidos en blanco privilegiado de los disparos y bombardeos.

Mas de dos millones de palestinos amenazados de muerte en cada instante. Sin olvidar tampoco la violación de los derechos humanos en las cárceles israelíes repletas de presos palestinos.

Páginas de historia reciente del brutal colonialismo israelí en Palestina desde la Nakba (primera expulsión masiva de palestinos de su tierra colonizada por Israel) en 1948. Páginas en las que Filiu analiza también la pasividad, hipocresía y complicidad con Israel de los países árabes, las luchas internas entre el Hamas y la Autoridad Palestina, la complicidad entre bandas mafiosas palestinas e Israel que saquean la escasa ayuda humanitaria que llega, la complicidad de la Unión Europea que se niega a sancionar a Israel, etc.

Pero Filiu señala pertinentemente sobre todo al principal responsable de ese genocidio: la Administración norteamericana, con Biden o Trump, todopoderosa maestra de la marioneta fascista de Netanyahu, a quien han dotado del arma nuclear y de su apoyo incondicional en Oriente Medio.

Del articulo «un genocidio anodino» de la periodista y escritora Mona Chollet en su blog «La meridienne», cuya lectura les recomiendo encarecidamente y del que encontraran más fácil traducción en internet, quiero aquí destacar su lucido y exhaustivo análisis sobre la ocultación en Occidente del genocidio palestino.

«La temporalidad no es anodina en un genocidio» nos dice Mona Chollet, quien cita al periodista americano Jeremy Scahill en el Listening Post a propósito del genocidio en Gaza: «La historia está llena de gente que quieren tener razón retrospectivamente pero el valor es tomar posición en tiempo real… un día todos dirán que siempre estuvieron en contra de eso.»

Palestina es hoy un faro en la lucha por la dignidad humana contra el colonialismo, el racismo y su expresión política: el fascismo. Como lo dice Ezra Nahmad, fotógrafo de origen israelí: «Israel es hoy el punto en donde converge la extrema derecha mundial».

Los militares israelíes que impiden el acceso a Gaza de la prensa internacional, practican a diario el «asesinato dirigido» o selectivo de los periodistas palestinos que pagan con sus vidas el testimonio de esa masacre. Esos periodistas me devuelven con dolor la esperanza en el ejercicio libre de esta profesión, pues sin información libre no hay democracia.

Aquí va pues esta piedra pequeña mía contra la indiferencia para que nadie pueda decir nunca aquello de «no lo sabíamos», con este grito urgente antes de que sea demasiado tarde: ¡Parar el genocidio ya!

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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