Los efectos del cambio climático han afectado a todos los animales y de modo especial a las abejas, que en los últimos diez años han disminuido 75 por ciento.

Y como sin ellas no tendríamos alimentos, porque contribuyen a polinizar el setenta por ciento de los principales cultivos del planeta, varios grupos de científicos están indagando qué hacer para ayudarlas.
Universidades británicas y la Universidad Técnica de Dinamarca desarrollan en Londres un estudio encabezado por Geraldine Wright; quien inventó un super alimento que contiene los mismos esteroles que el polen y permitió a las abejas de su experimento tener hasta quince veces más crías, nos informó un artículo de Georgina Rannard publicado este 22 de agosto por la BBC.
Y en Guatemala, relata Cindy Espina en El País, investigadores de la Universidad San Carlos y vecinos de la aldea Campur trabajan juntos en beneficio de las abejas meliponias que hace siglos domesticaron los mayas.
Tras los huracanes Iota y Eta que en noviembre de 2020 asolaron su comunidad, los campesinos huyeron a las montañas llevándose sus colmenas y, siguiendo instrucciones del Códice Maya, las han domesticado y las hacen entrar y salir de troncos por un agujerito.
En la Universidad de Leicester se analiza el comportamiento de avispas Joya y descubrieron que dejan de envejecer hasta un veintisiete por ciento al ser expuestas al frío y la oscuridad, porque entran en periodos de hibernación llamados diapausa.
Y como su ADN tiene características parecidas a las nuestras, su investigación indica que el entorno puede modificar el ritmo del envejecimiento.
Buenas noticias han sido también el hallazgo de setenta ranitas de Darwin en el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el más antiguo de Chile y ubicado en la Región de Los Lagos.
Y de una nueva especie de luciérnaga en el mexicano Bosque de Chapultepec.
La ranita que mide tres centímetros y está casi extinguida, fue descubierta por el naturalista inglés Charles Darwin durante su paso por Chile en 1834 y se caracteriza porque los machos crían a los renacuajos dentro de su cuerpo y hecha la metamorfosis, echan ranitas de medio centímetro.
Y en la Ciudad de México se han documentado ya diecisiete especies de luciérnagas; la mayoría en la Reserva Ecológica de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Insectos como abejas, avispas y luciérnagas, viven muy poco y están por eso en más riesgo de extinguirse.
Pero no solo ellos están en peligro.
Las altas temperaturas que en el hemisferio Norte está ocasionando el cambio climático, han matado decenas de renos finlandeses que, agotados por el calor, no pudieron huir de depredadores como los lobos.
Y atraído a las aguas marinas del Reino Unido especies como pulpos, medusas y atún rojo; mientras se acaban otras, como los caracoles de mar que son fuente de ingreso para cientos de miles de pescadores.
Peligran también las esponjas vítreas, los corales negros y los tiburones de Groenlandia que viven cientos de años.
Y los monitos araña, oriundos del norte de México, que no son tan longevos como los animales arriba mencionados, pero su número ha menguado por la pérdida de su hábitat y agresiones de contrabandistas de fauna que matan a sus madres para capturarlos.
Como sucedió a cuatro de pocas semanas que fueron incautados en Estados Unidos y enviados el viernes pasado al Zoo de San Luis Missouri.
En cambio, los perros callejeros de la India se multiplican felices, nos cuenta la BBC; tanto, que el Tribunal Supremo de ese país ha dado a la ciudad de Delhi ocho semanas para trasladar un millón de ellos a refugios para evitar siga cundiendo la rabia; que causa la muerte de unas veinte mil personas al año; 36 por ciento del total mundial.
Y en Tailandia, el comercio ilegal es la causa de la sobrepoblación de leones en zoológicos y de leoncitos usados como mascotas, porque se venden tan caros que son buen negocio para sus criadores.
Tom Taylor, responsable de la Fundación Amigos de la Fauna Silvestre de ese país, dijo que es alarmante que en solo tres años los domicilios particulares con leoncitos pasaron de 134 a 500, pese a que se dan entre quince y veinticinco dólares por cada uno.
Finalmente, y aunque parezca increíble, la Universidad de Tel Aviv está demostrando que los insectos son capaces de reaccionar a los sonidos de las plantas.
La información, divulgada este 16 de julio también por la BBC, sostiene que algunos animales pueden percibir las quejas de angustia que salen de las plantas.
Y las polillas evitan poner sus huevos en matas de jitomate, cuando emiten gemidos que podrían indicar que están enfermas y se busca saber, si la comunicación entre ellas podría llevarlas a actuar unidas para conservar el agua durante las sequías.



