Wallander, Henning Mankell

Cuaderno de bitácora, noveno día del undécimo mes de 2025

Me encuentro preparando una especie de inventario de los enseres personales que tengo en mi camarote, se avecinan tiempos de cambios en mis tareas profesionales y prefiero tener tanto mis cosas como mis asuntos en orden, no sé bien dónde acabaremos en los próximos meses y es mejor tener la maleta, aunque sea mentalmente, preparada.

En la nave, por razones de peso, no se nos permite tener demasiados enseres particulares. Por eso he procurado tener pocos objetos salvo para los que fueron mi debilidad, los libros.

Henning-Mankell-2011-©Shankbone-Wikipedia Wallander, Henning Mankell
Henning Mankell 2011 ©Shankbone-Wikipedia

Recorro con la mirada los espacios que simulan anaqueles que conforman mi biblioteca particular y me detengo en el lugar donde se encuentran los de novela negra, veo las del inspector Kurt Wallander, el personaje que creó Henning Mankell y pienso en él, bueno, en los dos.

Aún recuerdo como me conmovió la muerte del escritor en octubre de 2015. En enero de 2014 le diagnosticaron un cáncer de pulmón y garganta, y una vez recuperado del impacto que tal noticia puede suponer para cualquiera, comenzó a contar mediante artículos en la prensa europea como se iba encontrando en su enfrentamiento con la enfermedad. Fue emocionante poder acompañar a Henning en su definitiva travesía gracias a su generosidad literaria.

Su entereza y lucidez, su dolor y rabia, su consciencia del final fue conmovedora para sus lectores, y para cualquiera que lo leyó. El último artículo se publicó el día siguiente de su muerte.

Mankell fue un escritor de muchísimo éxito internacional, pero también él mismo fue todo un personaje que bien podría haber sido una creación literaria. Nacido en una buena familia supo encontrar su propio camino desde muy joven, viviendo en París, enrolándose en la marina mercante, recorriendo mundo y viviendo como cualquier trabajador, lejos de las comodidades suecas de su familia.

Quizás por eso su compromiso político nunca le abandonó y supo estar del lado de los más débiles, con sus novelas denunciando los abusos del poder, de la sociedad sueca camuflada en su propio bienestar, en su oscuro pasado durante los conflictos bélicos del siglo veinte.

Pero también en su propio comportamiento vital con África, con la causa de los pueblos oprimidos, gran defensor de la causa palestina, recuerdo que participó en una de las primeras Flotillas de la libertad allá por 2010, siendo detenido por el ejército israelí.

Su mayor logro literario fue el personaje del inspector Kurt Wallander, sin olvidar su faceta como dramaturgo y guionista de televisión. Wallander ha sido uno de mis detectives favoritos, incluso cuando fue interpretado en las series de televisión por Rolf Lassgård, Kister Henriksson, Kenneth Branagh o el joven Adam Pålsson.

De la serie de Wallander son unas doce novelas las que ha escrito Mankel, por orden: «Asesinos sin rostro», «Los perros de Riga», «La leona blanca», «El hombre sonriente», «La falsa pista», «La quinta mujer», «Pisando los talones», «Cortafuegos», «La pirámide». A lo largo de ellas, Wallander se irá haciendo mayor y su hija tomará el relevo en «Antes de que hiele», «Huesos en el jardín» y la última, «El hombre inquieto».

También vale la pena leer sus otras dos novelas policiacas, «El retorno del profesor de baile» y «El chino».

Quizás recomendaría empezar por unos cuentos donde se narran los primeros pasos de nuestro inspector, recogidos en «La pirámide» (en ellos se aclaran algunos asuntos de su vida). O quizás no, es mejor leer los libros según las escribió su autor. También se pueden leer de manera autónoma, cualquiera de ellos. Pero si se quiere seguir la evolución del personaje, mejor uno detrás de otro.

Nos vamos a encontrar con unas novelas en las que no se sabe si lo importante son las tramas que deben resolver el pequeño grupo de policías, con Wallander a la cabeza, de la localidad sueca de Ystad, en la región de Escania, o si lo importante son las vidas de nuestros personajes. Son casos brutales, violencia ejercida sobre semejantes sin aparente explicación. Asesinatos ejecutados en las apacibles tierras nórdicas.

Y Wallander los irá resolviendo con un trabajo meticuloso y sorprendente. Resolverá los casos que se le presentan a medida que su vida se complica cada vez más, con problemas de relación con todo ser viviente que pase a su lado.

Problemas de aislamiento resueltos en compañía del alcohol. La fuerza que demuestra en sus investigaciones se nos viene abajo en la soledad de su apartamento. Wallander a medida que crece como investigador comprende menos la opulenta sociedad sueca.

Manjell-El-hombre-inquieto-portada Wallander, Henning Mankell

Probablemente lo que más nos guste de este policía sea su naturalidad, nada de héroes, nada de espectacularidades, como la vida misma, un personaje como cualquiera, que desempeña su trabajo lo mejor que puede, que como todos, está atrapado en esta vida llena de sinsentido y frustraciones. Con el mismo lado oscuro que todos tenemos y que nos cuesta tanto reconocer.

«El hombre inquieto» es la última novela del inspector Wallander. En ella, los suegros de su hija desaparecen, primero él, alto oficial de la armada sueca, y luego ella. Con trasfondo de la guerra fría, espías de uno y otro lado, Wallander, en un lugar que no es el suyo, en una vida y una memoria que ya no va siendo la suya, intentará resolver este misterio en el que nada es lo que parece.

Sin embargo, lo más importante e interesante de esta larga despedida es, de nuevo, nuestro querido inspector, las vivencias y reflexiones a las que se somete y nos somete nos dejan tan helados (y tristes) como las frías tierras del norte. Es una última novela a la altura del personaje y del autor.

Luis González Carrillo
Cordobés de nacimiento y comunero al vivir en estas tierras de Madrid desde su infancia. Funcionario de la administración local, redactor de miles de informes y comunicaciones que le han permitido ganar la concreción y claridad necesaria, eliminando todo lo accesorio, para componer poemas con la métrica japonesa del haiku, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, habiendo editado dos libros con estas composiciones, Haikuario y En la frontera; esa misma experiencia, y sus lecturas, le han permitido comentar más de cien libros de novela y ensayo publicados en diversos medios locales. Desde hace dos años, además de seguir con el haiku, viene publicando de manera regular artículos bajo la denominación de Cuaderno de bitácora, en un claro homenaje a la serie Star Trek, consiguiendo un observatorio ideal para expresar sus opiniones sobre el presente, el pasado y el futuro de todo lo que acontece en el mundo natural, político, social o personal.

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