«Salimos de un contexto de exclusión socioambiental para otro de justicia ambiental», resumió Dionê Castro, coordinadora del Programa Región Oceánica Sostenible que condujo el mayor proyecto de soluciones basadas en la naturaleza de Brasil, informa Mario Osava (IPS) desde Niterói.

Reconocido por varios premios nacionales e internacionales, el Parque Orla Piratininga (POP) construyó 35.000 metros cuadrados de jardines filtrantes y mejoró la calidad del agua de la laguna de Piratininga, en el sur oceánico de Niterói, un municipio del área metropolitana de Río de Janeiro, al otro lado de la bahía de Guanabara.
El proyecto lleva también el nombre de Alfredo Sirkis, en homenaje a un ambientalista brasileño ya fallecido, se inició en 2020 y trata de recuperar ambientalmente un área de 680.000 metros cuadrados en las orillas de la laguna, cuyas aguas ocupan una superficie de 2,87 kilómetros cuadrados.
En el centro del proyecto están los sistemas de tratamiento de las aguas de los ríos Cafubá, Arrozal y Jacaré, que desembocan en la laguna. La sedimentación y la contaminación provocaban un deterioro del recurso hídrico y de la calidad de vida en los alrededores.
Un vertedero, que recibe el caudal fluvial, un estanque de sedimentación, que le quita los residuos sólidos, y los jardines filtrantes componen la cadena que limpia parcialmente el agua antes de echarla a la laguna, restando impactos ambientales, lo que se denomina fitorremediación.
Los jardines son pequeños embalses donde se siembran plantas acuáticas denominadas macrófitas que se alimentan de los nutrientes que acompañan la contaminación, explicó Heloisa Osanai, la bióloga especializada en gestión ambiental del Programa Región Oceánica Sostenible (PRO Sostenible).
Son tres estaciones de tratamiento de aguas contaminadas en los barrios que cruzan los ríos, basadas en recursos naturales, «sin uso de energía eléctrica, ni producto químico, ni hormigón», definió Dionê Castro.
Además, algunas macrófitas generan flores abundantes y justifican el nombre de jardín. Solo se plantan especies nativas de Brasil, con prioridad a la biodiversidad, añadió Osanai.
Además de esos sistemas de tratamiento hídrico, se construyeron 10,8 kilómetros de ciclovías, diecisiete centros de esparcimiento, un Centro Ecocultural de 2800 metros cuadrados y otras obras ambientales con efectos también sociales.
La ciclovía, en general acompañada de una acera peatonal, sirve a la actividad física y de ocio pero es también un factor de protección de la orla lagunar, al bloquear la ocupación urbana, las invasiones inmobiliarias, explican las funcionarias.
El área donde se construyó el sistema hídrico en la desembocadura del río Cafubá era muy degradada por un basural a cielo abierto y las inundaciones. Un «canal de cinturón» reformado, en algunos tramos también reforzado por islas de macrófitas, corrigió el anegamiento.
En el otro lado de la laguna, 3,2 kilómetros de biovaletas contribuyen a un mejor drenaje de las aguas pluviales. Son zanjas con tuberías, piedras y otros materiales, además de vegetación, que acelera el drenaje y a la vez evita que contaminantes lleguen a la laguna.
El principal resultado, según Castro, es la reconciliación de la población local con la laguna. Las viejas casas «de espaldas a la laguna» ahora se mezclan con nuevas construcciones que miran las aguas, incluso con balcones volcados hacia el nuevo paisaje, según Mariah Bessa, ingeniera que cuida las cuestiones hidráulicas del proyecto.
Hubo amplia participación de la población local en el diseño y construcción de las nuevas instalaciones ambientales y sociales que transformaron la orla lagunar y eso se refleja en las nuevas actitudes, como no echar basura al suelo o al agua y evitar que otros lo hagan, según Castro.
El Centro Ecocultural promueve una permanente educación ambiental, con películas, juegos infantiles, recursos audiovisuales y un amplio espacio para visitas y clases.
«Salimos de un contexto de exclusión socioambiental para otro de justicia ambiental», definió la coordinadora del PRO Sostenible.



