Como Internet se está convirtiendo por momentos «en la madre de todos los vicios», una ONG holandesa llamada Tierra de Hombres ha tenido la brillante idea de crear una trampa para pederastas en la Red. La trampa en cuestión es un niña filipina virtual de 10 años llamada Sweetie.
El responsable de la organización, un tal Albert Jaap Van Santbrink, ha explicado en rueda de prensa en La Haya que, durante las diez semanas que ha durado el experimento, “más de 20.000 depredadores sexuales, procedentes de 71 países, han contactado con la niña en foros públicos y se han mostrado dispuestos a pagarle para que efectuara actos sexuales delante de su webcam”.
La organización ha entregado a las respectivas policías los nombres y los datos registrados (direcciones, teléfonos y fotos) de mil de “esos monstruos”, a los que ha conseguido “identificar fácilmente”.
Según la información del canal europeo Euronews, la ONG, que califica esta tendencia de «turismo sexual por webcam», está indignada por el escaso número personas detenidas en los últimos años tras haber entrado en páginas donde se fomenta la pederastia y ha recordado, que según informes de la ONU, alrededor de 750.000 pederastas navegan habitualmente por ese tipo de páginas. Por lo manifestado, Tierra de Hombres ha entregado a la Interpol los programas con los que ha creado a Sweetie con el objetivo de “las policías de los distintos países puedan utilizarlos para inventar sus propias niñas-trampa”.
Dejando bien sentado que la pederastia es un delito realmente monstruoso porque sus víctimas son los niños, y que los pederastas son enfermos que deberían pasar su vida en los psiquiátricos, o en su defecto en una celda con candados sin llave, el método utilizado por los Cruzados del Bien holandeses es un ejercicio de puritanismo insoportable, que además raya con la impostura y que tiene lugar precisamente en uno de los países donde está más desarrollada la industria del porno: incitar al delito para atraer al delincuente y verle caer en la tentación es además una manifestación de voyeurismo (que también puede llegar a ser un delito). Inventar desde cero una niña que se aparece en las pantallas y, a base de photoshop y otros inventos, transformar la muñeca en un señuelo animado para delincuentes sexuales, es un mecanismo perverso que solo ha podido salir de una mente que cree a pies juntillas que el fin justifica los medios, todos los medios, hasta los más obscenos.
La pederastía es un delito asqueroso, como para hacer vomitar a un buitre.
Sin embargo, crear una trampa como la que describe el artículo es cuestionable, puesto que en el proceso creativo mismo puede haber una presencia cuasi-subyacente, freudiana, de lo mismo que se busca perseguir. Igualmente, la trampa en sí puede ser una incitación al pederastismo, un elemento activador; como un remedio peor que la enfermedad.