Desde hace unos meses, Michoacán es sinónimo de violencia.
Los enfrentamientos entre los grupos de autodefensa y el crimen organizado están llamando poderosamente la atención y casi nos olvidamos de un fenómeno, único en el mundo, que tiene lugar en esta región: la llegada de millones de mariposas Monarca procedentes de EE.UU. y Canadá en busca de un clima cálido. Comienzan a aparecer por México a finales de octubre y se marchan en marzo.
La monarca posee un vistoso aspecto, naranja y negro, y un gran tamaño (la envergadura alcanza los 10 centímetros). Curiosamente, también es la que más vive; la mayoría de las especies duran unos pocos días, pero ésta llega a los nueve meses.
Esta longevidad les permite hacer algo tan insólito como migrar a miles de kilómetros, en travesías transatlánticas. Algunas llegan a Gran Bretaña y a España en los años de vientos favorables, e incluso se han instalado de forma permanente en las Islas Canarias (desde el año 1804), en Tenerife, y en los parques naturales de El Estrecho y Los Alcornocales, en la provincia de Cádiz. Las que habitan entre el Océano Atlántico y los Grandes Lagos se trasladan a Cuba.
La mariposa Monarca, siendo tan frágil, realiza un fantástico recorrido de entre 2000 y 4500 kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta. En México se agrupan por millones en los llamados “santuarios”, con el fin de reproducirse.
Esta gran viajera, que puede desplazarse hasta 120 kilómetros al día, busca las montañas de Michoacán porque están situadas por encima de los 2400 metros de altura sobre el nivel del mar. Por ello, es una de las regiones cuyo invierno les proporciona las mejores condiciones para su reproducción y, por lo tanto, para su supervivencia: temperatura fresca, nubes y neblina abundantes en agua y humedad, así como árboles que les protegen del granizo y la nieve.
Reserva de la Biosfera
El santuario mexicano abarca una extensión de 56.000 hectáreas, denominado Reserva de la Biosfera de la mariposa Monarca, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 2008. Un 70 por ciento del territorio pertenece al Estado de Michoacán y, el resto, al Estado de México. Las localidades principales de estos asentamientos son El Rosario, Ocampo, Sierra Chincua y Angangueo. Se calcula que en cada colonia se reúnen entre siete y 20 millones de individuos.
En esta zona, las mariposas se alimentan de unas hierbas conocidas por los lugareños como “venenillo” y “algodoncillo” que, de no ser consumidas, ocasionarían un desequilibrio ecológico en los bosques de pinos y oyameles de los dos estados. La Monarca se establece primero en bosques de abeto (oyamel para los mexicanos) situados en laderas o cañadas húmedas localizadas entre 2.400 y 3.600 metros de altitud. El conjunto de árboles, de 20 a 50 metros de altura, con ramas densas y hojas en forma de aguja, genera un microclima especial. Por otro lado, la intensidad de la luz es baja y la temperatura se mantiene estable durante todo el tiempo en que la Monarca permanece en la zona; además, la humedad es alta y el viento se mueve lentamente. Al pasar los meses, las colonias se desplazan poco a poco hacia los bosques de pino-encino, generalmente menos densos.
Todo un espectáculo
Visitar estos santuarios es una experiencia que recomiendo a cualquiera, no sólo a los amantes de la naturaleza. Llegar allí, a veces, no es nada sencillo, pero merece la pena. Yo tuve la suerte de poder acercarme al de Angangueo, muy cercano al Valle de Bravo, y a tan sólo hora y media del Distrito Federal por autopista.
Desde Avándaro, una carretera tortuosa te acerca a las laderas de las montañas donde ni siquiera es necesario preguntar si “falta mucho”, porque, a una media hora, cuando te vas aproximando a la zona boscosa, una bandada de miles de mariposas cruzan por tu lado lanzadas casi en picado. Hay que decir que estas beldades viajan en colonias de más de 20 millones de individuos.
Allí se reúnen, y allí se dan cita miles de amantes de la naturaleza que llenan los pueblos de los alrededores. A mediados de marzo, en los santuarios sólo quedan como testimonio los cadáveres de las mariposas muertas, y los bosques de oyamel regresan a su antiguo aspecto, aguardando el fin de año, cuando nuevamente regresarán, repitiendo este maravilloso fenómeno.
La creencia popular de los habitantes de estas zonas es que cada mariposa representa el alma de sus seres queridos, ya difuntos, que vienen a visitarlos.
En peligro de extinción
En el año 2010, la revista científica Evolution (editada por la Society for the Study of Evolution, Saint Luis, Missouri, EE UU) publicó un estudio financiado por la Fundación Nacional de Ciencias y de la Universidad de Georgia (EE UU) en el cual, dos investigadores de la Escuela Warnell de Forestación y Recursos Naturales y la Escuela Odum de Ecología examinaron el tamaño y la forma de Monarcas de poblaciones migratorias y no migratorias, usando avanzados sistemas de imagen por computadora que fueron capaces de medir detalles precisos acerca de las alas de los insectos.
Los investigadores, Andy Davis y Sonia Alitzer, compararon las Monarca migratorias del este y el oeste de Estados Unidos con las que se encuentran en Hawai, Costa Rica, el sur de Florida y Puerto Rico, que no migran.
Según sus conclusiones, las del Este, que son las que hacen la migración más larga de todas las especies de insectos del mundo, enfrentan numerosas amenazas, hasta el punto de que su migración se considera «un fenómeno en peligro de extinción». Davis ha publicado estudios anteriores que indican una disminución del número de las hembras Monarca en los últimos 30 años en el Este de Estados Unidos, una tendencia preocupante para el futuro de toda la población de estas mariposas.
Además, las Monarca de esta población son proclives a periódicas pérdidas masivas de insectos por las tormentas en las regiones de México, donde pasan el invierno.
Aunque no son una especie amenazada en todo el mundo, dijo Alitzer, sí están en peligro las que tienen las alas más grandes, porque su estudio muestra “que podríamos perder una población que es, desde el punto de vista de la evolución, única, si disminuyen en gran número las mariposas monarca del este».