El periodismo de investigación de medios convencionales y digitales vive tiempos de premios e inusitado impacto social en América Latina. ¿Significa que hay un auge de este género, favorecido por Internet? Tres puntales del fenómeno exploraron para IPS algunas respuestas, escribe Milagros Salazar desde Lima.
En un edificio silencioso, un equipo de cinco periodistas, un ingeniero de sistemas y un desarrollador web, se han apartado de la sala principal de redacción para trabajar sin interrupciones. La periodista que dirige el grupo mira fijamente el monitor de 23 pulgadas de su computadora, mientras mueve con firmeza el ratón con la mano derecha enyesada. Parece haberse acostumbrado a dominar la dificultad.
Es Giannina Segnini, jefa de la Unidad de Investigación y de Inteligencia de Datos del diario La Nación de Costa Rica, quien en noviembre fue galardonada con el premio Gabriel García Márquez a la excelencia periodística, que otorga la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, desde su sede en la ciudad colombiana de Cartagena.
Segnini destapó variados casos de corrupción e irregularidades que llevaron a la cárcel a expresidentes en su país. En los últimos años, potenció sus investigaciones con bases de datos y un trabajo en equipo, con profesionales de otras disciplinas, en busca de la verdad.
“Hay un periodo de transición (tecnológica) que abre oportunidades para quienes quieran aprovecharlas. No creo que haya un auge del periodismo de investigación, pero sí un momento histórico para hacer buen periodismo experimentando en múltiples plataformas”, dijo en su oficina en San José.
Desde hace cuatro meses, Segnini y su equipo empezaron a bucear, contra el tiempo, en mares de datos públicos de los candidatos a las elecciones generales del 2 de febrero en Costa Rica.
Usaron 32 fuentes diferentes de datos públicos (demandas judiciales, sanciones, negocios privados, contrataciones con el Estado, entre otros) que cruzaron con una lista de 340 candidatos con posibilidades de ser elegidos para la Presidencia, vicepresidencias o en la Asamblea Legislativa.
La serie de reportajes se empezó a publicar desde la tercera semana de enero bajo el rótulo “Novotoaciegas” con una aplicación para que cada lector pueda buscar los antecedentes del candidato de su interés en la edición digital.
El experimentado periodista peruano Gustavo Gorriti, quien ha recibido diversos galardones, entre ellos el María Moors Cabot de la estadounidense Universidad de Columbia en 1992, reconoció las posibilidades que abren Internet y la tecnología.
Consideró que lo que existe actualmente es una tremenda apuesta de algunos periodistas comprometidos en los medios tradicionales y “esfuerzos titánicos de sobrevivencia de los nuevos medios digitales” que investigan. Pero, puntualizó que el periodismo de investigación aún tiene “una gran deuda”.
“Falta calidad y cantidad”, enfatizó. Hay temas pendientes por investigar como “la corrupción corporativa, el peso de los oligopolios en las economías y el costo que tienen que pagar los ciudadanos por eso”.
No es el único que piensa así. “Hay mucho de periodismo de filtración. Algunas unidades de investigación tienen un golpe informativo filtrado por un interés”, apuntó Segnini.
Precisamente por esa necesidad de mejorar los estándares de calidad de este oficio, Gorriti y otros periodistas latinoamericanos migraron a la plataforma digital, en medio de la crisis que enfrentan algunos medios impresos por el avance de Internet y la falta de rigurosidad.
En 2010, Gorriti fundó el portal de periodismo de investigación IDL-Reporteros, que forma parte de una alianza con otros medios digitales independientes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, México y Nicaragua. Varios de ellos han sido premiados y han publicado series investigativas de gran impacto en sus países.
Estos medios principalmente se sostienen por la cooperación internacional. Siguen el modelo del portal ProPublica, que Paul Steiger creó en Estados Unidos en plena crisis financiera, cuando varios medios de comunicación de ese país empezaron a reducir las unidades investigativas.
“Aún con todos estos esfuerzos importantes, se está lejos de cumplir con la misión de generar reformas legales y culturales para que exista una sociedad mucho más justa donde se pueda combatir la corrupción y los abusos. Esto no es una utopía, ya ha sucedido en otras épocas de la historia”, afirmó Gorriti en la sede de su portal en la capital peruana.
Opinó que el principal desafío de estos nuevos medios es sobrevivir financieramente, para luego crecer y llegar a una mayor audiencia. “¿Dedicar inmensas energías, dejar la vida en esto, para tener un ‘periodismo boutique’? No es la idea. En el largo plazo el periodismo de investigación debe llegar de manera directa a más gente”, dijo.
A la par de los retos, hay noticias esperanzadoras. Brasil muestra importantes avances por dos razones: “por el número de buenas investigaciones que se realizan y porque un porcentaje importante provienen de los medios tradicionales de algunos estados, lo que vendrían a ser nuestras provincias. Hay una descentralización”, resaltó.
Mauri König, periodista brasileño del diario Gazeta do Povo de Paraná y ganador del premio María Moors Cabot en 2013, aseguró que “nunca antes se produjeron tantos reportajes investigativos en Brasil con el financiamiento de los diarios que ahora están en crisis”.
Esto ha permitido que grupos de periodistas con gran iniciativa y perseverancia desarrollen reportajes investigativos durante meses e incluso años con el financiamiento de sus medios.
König lideró estos equipos más de una vez. La más reciente fue cuando demostró el desvío de dinero destinado al funcionamiento de las comisarías en el sureño estado de Paraná.
La investigación obtuvo el segundo lugar del Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación 2013, que organiza el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), promotor del periodismo independiente en la región, con apoyo de Transparencia Internacional.
Gorriti fue parte del jurado, que concedió también un tercer premio a un trabajo de Segnini, en unos galardones entregados durante la Conferencia Global de Periodismo de Investigación, celebrada en Río de Janeiro en octubre.
En 2011, Gazeta do Povo obtuvo el primer lugar de este concurso con una investigación dirigida por el periodista James Alberti, que tomó dos años de trabajo y que demostró que existía un esquema millonario de desvío de recursos públicos en la Asamblea Legislativa de Paraná.
El periódico Folha do São Paulo, uno de los medios más influyentes de América Latina, continúa apostando por el periodismo de investigación a pesar de que ya no vende el millón de ejemplares diarios como hace algunos años.
König destacó que, pese a la crisis de la lectoría impresa, Folha envió en 2013 un equipo de periodistas a hacer un trabajo multimedia de casi un año sobre la polémica represa de Belo Monte, en el estado norteño y amazónico de Pará. Ese nivel de inversión no se compara con lo que acontece en otros países de la región.
Para Segnini, el camino es que los propios periodistas experimenten nuevos modelos de negocios para hacer sostenible la investigación, porque son ellos los que conocen los límites éticos.
“Precisamente donde veo más hambre y ganas de experimentar es en América Latina, más que en cualquier otro lugar del mundo”, apuntó.
“Tiene que existir alguna forma de que esto sea sostenible, me niego a creer que se tenga que vivir de la caridad. Alguien tiene que pagar por la democracia”, señaló Segnini.
Gustavo Gorriti confía en que algunos de los mejores profesionales encontrarán la fórmula para mantener vivo el periodismo de investigación. Y por eso considera importante que se promuevan encuentros entre quienes se enfocan en buscar fondos para nuevos emprendimientos y quienes conocen cómo hacer periodismo: “Tenemos que aprender los unos de los otros”, apuntó.