Cuando el Palacio de Justicia se va de marcha
Ariane ha atravesado la cuarentena, está embarazada y nadie, ni siquiera ella, entiende que haya podido ocurrir. Ariane es una juez muy seria, soltera y bastante solitaria, a la que puede encontrarse en su despacho hasta bien entrada la noche. Lo más sorprendente es que en la prueba de paternidad resulta que el padre de la criatura es un criminal, de nombre Bob, condenado por un el brutal delito de “globofagia” (concepto que en realidad no existe, ni en el lenguaje ordinario ni en el jurídico, pero que se refiere al hecho de haberse comido los globos oculares de sus víctimas). Lo último que recuerda Ariane es que se dejó arrastrar por un colega a la «copa de año nuevo» organizada en el palacio de Justicia.
Aunque 9 meses de condena a mi me ha parecido bastante floja, en Francia ha gustado muchísimo a cr4ítica y público, e incluso a la profesión que premió con un César a la Mejor Actriz a su protagonista, Sandrine Kiberlain (Los infieles, Pauline detective y la obra póstuma de Alain Resnais, Amar, beber, cantar) y con otro al Mejor Guión Original a su realizador, Albert Dupontel (Largo Domingo de Noviazgo, Odette, Un Héroe Muy Discreto); los periodistas que organizan los Globos de cristal, habían premiado antes esta producción como Mejor película de 2013.
Completamente inverosímil, excesiva y absurda, con toques de un humor que suena muy añejo, a mi me ha recordado algunas comedias del cine español hortera pero resultón de los años 60/70, cuando el relato se basaba siempre en equívocos y segundas lecturas e intenciones; cuando los personajes eran seres humanos muy torpes enredados en sus propias contradicciones (porque entonces casi nada se podía decir y todo había que entenderlo como mensaje subliminal).
Hasta aquí mi opinión, porque a los colegas franceses les ha parecido que Dupontel es un “elegante Blake Edwards” local , “original e incisivo” (y lo hago constar por si resulta que, efectivamente, la equivocada soy yo).
Siempre me olvido: aprovechando que 9 meses de condena -que se estrena en los cines españoles el 11 de abril de 2014- es una producción francesa, quiero saludar y aplaudir el considerable aumento de películas de esa procedencia que están llegando últimamente a nuestros cines. Porque, en general, el cine francés ha hecho mucho camino desde que Louis Lumière rodara la célebre Salida de la fábrica (1895), ha integrado distintas vanguardias artísticas a lo largo del siglo XX y, a día de hoy ofrece producciones inteligentes y de buena factura (no todas, naturalmente), casi siempre por lo menos interesantes.