Cuando el Palacio de Justicia se va de marcha

Aunque 9 meses de condena a mi me ha parecido bastante floja, en Francia ha gustado muchísimo a cr4ítica y público, e incluso a la profesión que premió con un César a la Mejor Actriz a su protagonista, Sandrine Kiberlain (Los infieles, Pauline detective y la obra póstuma de Alain Resnais, Amar, beber, cantar) y con otro al Mejor Guión Original a su realizador, Albert Dupontel (Largo Domingo de Noviazgo, Odette, Un Héroe Muy Discreto); los periodistas que organizan los Globos de cristal, habían premiado antes esta producción como Mejor película de 2013.
Completamente inverosímil, excesiva y absurda, con toques de un humor que suena muy añejo, a mi me ha recordado algunas comedias del cine español hortera pero resultón de los años 60/70, cuando el relato se basaba siempre en equívocos y segundas lecturas e intenciones; cuando los personajes eran seres humanos muy torpes enredados en sus propias contradicciones (porque entonces casi nada se podía decir y todo había que entenderlo como mensaje subliminal).
Hasta aquí mi opinión, porque a los colegas franceses les ha parecido que Dupontel es un “elegante Blake Edwards” local , “original e incisivo” (y lo hago constar por si resulta que, efectivamente, la equivocada soy yo).
Siempre me olvido: aprovechando que 9 meses de condena -que se estrena en los cines españoles el 11 de abril de 2014- es una producción francesa, quiero saludar y aplaudir el considerable aumento de películas de esa procedencia que están llegando últimamente a nuestros cines. Porque, en general, el cine francés ha hecho mucho camino desde que Louis Lumière rodara la célebre Salida de la fábrica (1895), ha integrado distintas vanguardias artísticas a lo largo del siglo XX y, a día de hoy ofrece producciones inteligentes y de buena factura (no todas, naturalmente), casi siempre por lo menos interesantes.



