Caribe. Eres mi llamado al límite, un poema hecho paisaje y nación. Tu línea costera es mi costado, mar salado y profundo que contemplo desde éste, mi paralelo 9º N. Te me aproximas en olas: permanente, sucesivo.
No quiero ser nunca isla sino archipiélago; jamás tierra adentro porque enmohezco. Requiero tu brisa tibia. Me gusta tenderme en la arena y sentirte próximo a mí. Quiero dejar que tu amor me insole, me arda la piel aunque sea lujuria y que me conozcas desde el primer pliegue hasta el último poro.
¡Ay, amado Mar Caribe! El poema es un beso que camina sobre letras para llegar a otra persona. Es un niño travieso que salta sobre piedras para burlar los espantos que acechan en la nada. Es una carretera de doble vía por donde transitan quienes se enamoran a cada rato. Porque hasta en el mar hay carreteras.
Será porque eres inspiración de los poetas que te quiero tanto. O porque proteges la vida que hay en ti o se te acerca. Puedo ser gaviota y surcarte o arco antillano y habitarte. Mi deseo es ser taína o arawak y, como en las creencias europeas que inducen al error, que me devores.
Eres cuna del pueblo karibe: gran navegante y agrícola, constructor de canoas comunicantes. Eres el equilibrio entre las raíces y la expansión. Posees peculiaridad idiomática. Fuiste tránsito necesario al reconocimiento. Emprendo mi expedición hacia ti con rumbo atribulado, sintiéndote margen de la cordura, sostén a red, pesca con guaral. Siendo que no me gusta el cáncer ni sus consecuencias, te bautizo Trópico de Piscis. Ojalá tus besos sean vientos alisios que me rocen al igual que a Venezuela: desde Castilletes hasta Punta de Peñas y pueda yo navegarte por toda la fachada insular de tus falanges.
Amadísimo Caribe. ¿Cómo puedo sentarme frente a ti a leer o escribir? Sólo puedo mirarte y que mis ojos se llenen de mar. Sumergirme en ti hasta que mi alma se anegue. Amarte hasta ser mar, golfo, bahía de ti. Ser tuya. Y, de tanto serlo, ser gente.
Que bello… sos eso y mas!!!
hermosa imagen en la palabra y en la foto