Zahra Radwan y Zoe Blumenfeld*
Poco después de que el Estado Islámico de Iraq y el Levante (ISIS) tomara Mosul, la segunda ciudad de Iraq, a principios de junio, jóvenes armados recorrieron casa por casa y tomaron a «las mujeres sin dueño» para someterlas sexualmente.
En un lapso de tres días, del 9 al 12 de junio, activistas de los derechos de las mujeres documentaron 13 casos de mujeres que fueron secuestradas y violadas por milicianos del ISIS, un grupo yihadista sunita, escindido de la red islamista Al Qaeda, que reclama territorio de Iraq y Siria.
De las trece mujeres violadas, cuatro se suicidaron porque no pudieron soportar la vergüenza. El hermano de una de ellas se quitó la vida porque no pudo tolerar que fuera incapaz de proteger a su hermana.
Los despachos procedentes de Mosul son una muestra más de la extrema violencia que azota a Iraq desde que los extremistas sunitas del ISIS tomaran el control de gran parte del país.
Ser mujer ya era difícil en el territorio iraquí antes del conflicto actual, pero ahora el recrudecimiento de las acciones armadas amenaza con empeorar la vida de las mujeres.
«Las mujeres son poseídas a plena luz del día», aseguró Yanar Mohammad, cofundadora y presidenta de la Organización por la Libertad de las Mujeres en Iraq, un grupo financiado por el Fondo Global para las Mujeres, una organización internacional con sede en Estados Unidos.
«Los hombres tienen las armas para hacer lo que quieran y la forma del ISIS de hacer las cosas es matando», sostuvo la feminista.
Ahora, los combatientes les entregan armas a jóvenes chiitas sin formación, sin educación y sin empleo, y les prometen generosos salarios si abandonan sus casas por la lucha, dijo una mujer de Bagdad, aliada del Fondo Global para las Mujeres.
«Somos acosadas cuando nos trasladamos a nuestra oficina, caminamos por la calle o tomamos el autobús,», agregó la mujer, que permanece en el anonimato por razones de seguridad.
«Pero ahora, todos los hombres están armados. Es posible que me secuestren o disparen si no hago lo que quieren. Son capaces de hacer cualquier cosa, y nadie hace preguntas debido a la fatua», explicó en referencia a un edicto religioso que instó a los iraquíes que tomen las armas contra los extremistas sunitas.
Violencia sectaria frena el progreso de las mujeres
El conflicto, que ya mató a más de 1000 personas desde principios de junio, obligó a la mayoría de las organizaciones de derechos de las mujeres a reducir sus actividades.
La Organización por la Libertad de las Mujeres en Iraq estaba en campaña contra el artículo 79 de la ley de Estatuto Personal Jaafari, que le otorgaría al padre la custodia de los hijos mayores de dos años en caso de divorcio, reduciría la edad para contraer matrimonio a nueve años para las niñas y 15 años para los varones, e incluso habilitaría el casamiento de niñas menores de nueve años, con la autorización de sus padres.
Ahora la organización concentra sus esfuerzos solo en mantener sus refugios abiertos y a las mujeres seguras.
«Ahora no podemos hablar de los derechos de las mujeres salvo que nos refiramos a la subsistencia de quienes están en absoluto peligro, como las mujeres que perdieron a sus familias y las jóvenes que son vulnerables ante los funcionarios o clérigos corruptos», precisó Yanar Mohammad.
«Pasamos del trabajo jurídico y la mejora de los derechos de las mujeres a trabajar en un estado de emergencia», se lamentó.
La enmarañada situación que dejó Estados Unidos
El radicalismo de esta violencia sectaria es un fenómeno relativamente nuevo en Iraq, manifestó Yanar Mohammad, quien está «harta» de que los expertos occidentales digan por televisión que el país no tiene esperanza.
«Que los medios de comunicación vituperen al pueblo iraquí es insoportable y es una total manipulación del papel que desempeñó Estados Unidos en la división de los iraquíes», sostuvo.
«El proceso político que instaló el gobierno de Estados Unidos es un fracaso total y ellos sencillamente se fueron. El daño ahora no los afecta a ellos, sino a nosotros», añadió la feminista.
Entre otras cosas, ese daño se manifiesta en una generación sin acceso a la educación.
«Esta generación escucha todo lo que los clérigos y los políticos digan», aseguró Yanar Mohammad. «Están dispuestos a arrojarse a las llamas, y lo harían en nombre de su imán… Los políticos y los jefes religiosos están empujando al país a una brecha muy sectaria, y eso es aterrador», se lamentó.
Los refugiados huyen a la región kurda
A medida que la lucha se intensifica en el norte y el oeste de Iraq, más de 300.000 personas huyeron a la región kurda, donde la Organización de las Naciones Unidas y grupos de ayuda instalaron un campo de refugiados en la zona árida de Khazer.
«Hace mucho calor y no hay agua. No estábamos preparados para esta llegada de refugiados», indicó una colaboradora del Fondo Mundial para las Mujeres en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.
«La situación no es para nada sostenible. La mayoría no tiene a dónde ir y se queda en los parques. Familias enteras solo tienen lo más básico en materia de abrigo, comida y ropa», explicó.
Si bien entre las oleadas de desplazados en Kurdistán hay familias chiitas, sunitas y cristianas, la presión sobre los cristianos iraquíes ha sido peor debido a la brutalidad del ISIS.
«Las mujeres cristianas en las zonas controladas por el ISIS están obligadas a llevar el hiyab (velo islámico) so pena de muerte», advirtió una colaboradora del Fondo Global para las Mujeres que vive en Bagdad. «Deben pagarle un impuesto de protección, o jizyah, al ISIS para mantenerse a salvo», agregó.
De no abordarse la violencia con urgencia, la colaboradora en Erbil afirma que las mujeres iraquíes saben exactamente qué sucederá a continuación porque ya lo padecieron una y otra vez desde la invasión de Estados Unidos en 2003, y durante la primera y la segunda guerra del Golfo en los años 80 y 90.
«Sabemos lo que les ha sucedido a las mujeres en Iraq, una gran cantidad de asesinatos y violaciones», dijo la aliada del Fondo Global para las Mujeres en Erbil. «No hay nada que no nos hayan hecho, por eso apenas nos enteramos de otra crisis cunde el pánico entre nosotras. Somos utilizadas como arma de venganza», destacó.
*Zahra Radwan es la encargada del programa para Oriente Medio y el Norte de África en el Fondo Global para Mujeres y Zoe Blumenfeld es la gerente de comunicaciones del Fondo Global para Mujeres. Ambas son columnistas invitadas en Foreign Policy In Focus, donde este artículo se publicó por primera vez.
Con todo respeto, es una tristesa saber que en Irak maltraten a las mujeres así y se sujeten a leyes religiosas. Tales leyes son obsoletas al igual que las personas que las implantaron, porque tales personas no son dignas de respeto, ya que fomentan el odio, la violación, el maltrato, la muerte, el racismo. Ya que no fomentan el respeto y el valor a la vida.