En unos momentos en que los distintos medios de comunicación se están haciendo eco de noticias sobre la proclamación del Rey Felipe VI como monarca de España, y estando latente el debate sobre Monarquía o República, deseo contribuir al mismo dando mi opinión al respecto desde mi óptica de ciudadano que ha vivido bajo una dictadura, la del Régimen franquista, en una República, la Federal de Alemania bajo los mandatos de los cancilleres Konrad Adenauer y Billy Brandt, y en una Monarquía, la del Rey Juan Carlos de Borbón.
Vaya por delante mi sentimiento republicano, por lo que llegado el caso en tiempo y forma democrática votaré por una República para mi país. Pero no pretendiendo dar lecciones de democracia a nadie, tampoco estoy dispuesto a recibirlas por parte de nadie, sobre todo de algunos que piensan que la democracia nació en España el 25 de mayo de 2014. Nada más lejos de la realidad, puesto que la democracia actual emana de la Constitución que nos dimos los españoles en 1978 en la Transición, que es la actual Carta Magna vigente, quiérase o no, que no es inamovible, pero es la que marca las reglas del sistema democrático, algo a tener en cuenta.
Creo que un buen republicano debe comenzar por ser un buen demócrata, algo que algunos parecen no tener en cuenta. Cada cual está en su perfecto derecho de ser monárquico o republicano, afortunadamente, puesto que para eso tenemos un sistema democrático que nos dimos hace 36 años; pero pretender cambiar la Constitución por las bravas, porque para unos está obsoleta y para otros porque no la votaron en su día, pienso que no es el camino adecuado.
Tenemos un Parlamento, unas Cortes que nos hemos dado los ciudadanos con nuestro voto soberano, los votos de todos, de los que votan a la derecha o a la izquierda. Ganen las elecciones los partidos políticos partidarios del sistema republicano, lleven la votación al Parlamento, votemos los ciudadanos y votaré por la República, pero a estas alturas de la vida no me van a hacer comulgar con ruedas de molino por mucho que los carros avancen por la Puerta del Sol madrileña.
Soy consciente de que estas palabras pueden acarrearme algún que otro disgusto entre familiares o amigos, y que tal vez la amistad llegue a trocarse en lejanía paulatina, distanciamiento pausado. Pero uno ya ha vivido mucho, y es tiempo de ser honesto consigo mismo. Desde la propia realidad que nunca ha exhibido, pero tampoco ocultado. Desde una militancia política en tiempos de clandestinidad, cuando algunos de los que pretenden ahora darnos lecciones de democracia no habían nacido y adornan sus frases con epítetos como “casta” y lindezas por el estilo.
A estas alturas de la vida deseo lo mejor para mi país, que es el de ustedes. Porque el futuro está ahí, a la vuelta de la esquina, y desde la atalaya de lo mucho vivido lo miro con preocupación. Por eso quiero lo mejor para España, y pienso que debemos de ir hacia un Estado federal, donde tengan cabida democrática las aspiraciones de algunas Comunidades Autónomas. Pero también pienso en el paro, en los miles de jóvenes que se están marchando fuera (entre ellos mis hijos) porque esta tierra está yerma de futuro, en barbecho, y tienen que buscarse la semilla del futuro, de su futuro.
Y de Alemania, país del que un día formé parte y al que admiro en tantas cosas, me quedo con una frase que dijo una exministra de Cultura alemana cuando dimitió al haber sido descubierta al haber plagiado años atrás algunos textos en su tesis doctoral: “Dimito porque primero está mi país, después mi partido y después yo”. Haciendo mía la frase, también puedo decir, y digo: “Para mí lo primero es mi país, su futuro. Después está mi partido, un partido de izquierdas del que formo parte desde la clandestinidad, y después estoy yo, en tercer lugar”. Mal que les pese a algunos compañeros de viaje.
Como nieto de un finado Republicano que hizo su vida en México, éste maravilloso país, que recibe a todos sin fobias ni taxantes; agradezco tenga a bien recibir mis respetos y, desde luego, me pongo a su consideración.
Desde ultramar (así, lo decía mi ancestro), saludos.
Soy demòcrata y, precisamente por eso, pienso q no debe heredarse ningùn cargo. Todo lo demàs se discute en otra lìnea.
Pues españa, no es una y depende de quien exponga o los intereses que tenga, puede chocar abiertamente con los intereses generales del conjunto de los españoles. Sobre el partido, todos los que hemos militado lo sabemos, las mayores puñaladas vienen de dentro. En el yo, que aunque es lo más sustancial, sin embargo estan los intereses y las circunstancias, generando comportamientos dispares y contradictorios. La república, es la mayor espresión de que todos los seres humanos son elegidos (aunque haya repúblicas como el congo y monarquías como la británica) y en la monarquía, la española de amplia tradicción reaccionaria, a quien elige el rey es un espermatozoide y de por vida. Un cordial saludo.