Leo estos días un libro excelente de mi apreciado colega Jorge Bolívar, ameno historiador y divulgador de la ciencia, bajo cuyo título ‘La estrategia de Pandora y otras historias científicas sobre Gaia, la vida y la Tierra’ (Ed. Guadalmazán) se nos advierte acerca de la mala salud de planeta, gravemente quebrantada por el “efecto invernadero”.
La fiebre de la Tierra va subiendo como consecuencia del calentamiento global y a ello contribuyen –entre otras lacras– los quince millones de hectáreas de bosque que se talaron o quemaron cada año en el mundo en poco más de medio siglo, rebajados a trece desde 2010.
Aquí en España asistimos todos los veranos a una quema forestal tan vergonzosa como alarmante, sin que se tomen medidas que contribuyan a combatir con eficacia tamaño desastre nacional. Antes bien, se reducen las disponibilidades presupuestarias como consecuencia de las crisis/estafa vigente. Por eso me ha parecido digno de la máxima atención el estudio proyectado SOMA-FITAG-UGT según el cual, si se dedicara el máximo celo en cuidar, limpiar y proteger los montes de Asturias, se crearían en la región hasta 3000 puestos de trabajo, que serían en torno a 140.000 si esa misma actuación se aplicara en el resto del país.
Entiende este sindicato que con la oportuna regulación pública y el apoyo de la administración a las empresas del sector, a ese primer objetivo fundamental en las actuales y adversas circunstancias, habría que añadir tres más, todos de muy saludables consecuencias: el aprovechamiento de la biomasa y los frutos de los bosques, la prevención del riesgo de incendios en verano y el asentamiento de vecindario en la áreas rurales, que como es sabido registran una galopante despoblación. Actualmente existen en Asturias 672 pueblos abandonados, con un promedio de cinco núcleos de población deshabitados cada año.
Todos los que profesamos y manifestamos una rendida admiración por la prodigiosa montaña de Asturias sabemos y comprobamos, cada vez que con renovado encantamiento nos adentramos en la espesura de sus bosques, que las 780.000 hectáreas de superficie forestal de las que disfruta la región no gozan de la atención que se les debiera ni surten el aprovechamiento que sería deseable. Sería de agradecer, por eso, que la propuesta lanzada por el SOMA a través del FITAG (Federación de Industria y Trabajos Agrarios) de UGT no cayera en saco roto.
Dice mi estimado Jorge Bolívar en su libro, cuya lectura recomiendo encarecidamente, que se está talando bosque amazónico a un ritmo de un 0,46 por ciento anual de su superficie, con unas consecuencias que serían muy graves para el porvenir del planeta en menos de treinta años, pues a ese paraíso forestal se le conoce como pulmón de la Tierra y una vida sin pulmones no es concebible. Es algo que cada ciudadano debería tener en cuenta cada vez que arden los árboles en este país y que debería reconsiderar cada visitante de los bosques en España y en Asturias cada vez que goza de su encanto y saludable andadura.
Cierto que no basta con la concienciación de quienes los admiramos y disfrutamos, si desde las altas instancias de la administración no se tiene sensibilidad para reflexionar sobre lo que Bolívar escribe: “Las especies dominantes perecen siempre cuando la biodiversidad disminuye de manera drástica, porque son las que consumen más recursos: fue el caso de los dinosaurios. La especie amenazada para la próxima extinción es la nuestra”.