El viejo y manoseado cliché cinematográfico de los sueños, de los personajes que persiguen sueños, de los viejos sueños que persiguen a los protagonistas.
Hay un cine argentino excelente y hay un cine argentino en el que parece que los directores y guionistas hacen las películas para encontrar explicación a sus incertidumbres, y solucionar sus vidas. El misterio de la felicidad, un título que no dice mucho más que la historia que cuenta, pertenece a estas últimas.
Sinceramente, es difícil explicar por qué: por qué se ha rodado, por qué alguien ha invertido tiempo y dinero en ella, por qué habría que verla… Ni buena ni mala, superflua.
Una película que no se encuentra entre las mejores realizadas por Daniel Burman (Todas las azafatas van al cielo, El abrazo partido), El misterio de la felicidad es la historia de dos amigos, Santiago (Guillermo Francella, El secreto de sus ojos) y Eugenio (Fabián Arenillas, El hijo de la novia), socios de toda la vida en un negocio de electrodomésticos. Llevan tanto tiempo compartiéndolo todo que han llegado a entenderse sin necesidad de hablar, y sobre todo se quieren y se necesitan. Un buen día Eugenio desaparece, al parecer ha abandonado todo: mujer, trabajo y amigo. La esposa y el amigo comienzan una búsqueda que recorre no solo hospitales y comisarás sino, sobre todo, recuerdos y vivencias y que es en realidad su propia búsqueda de la felicidad (aunque sin el más mínimo misterio), para llegar a la conclusión de que, en fin de cuentas, también pueden vivir sin el desaparecido.
El slogan que originalmente aparecía en el cartel promocional argentino – “¿Te enamorarías de la mujer de tu amigo?”- seguramente por la obviedad de la respuesta y fundamentalmente porque no parece ser ese el mensaje de la película, aquí se ha sustituido por “¿Dónde buscarías tus sueños?, que tampoco dice gran cosa.