El Museo del Prado y El Greco
Totalmente renovado, con sus salas clásicas en coherente itinerario museográfico, su moderno pabellón de exposiciones temporales y su nueva tienda y cafetería, el Prado se ha actualizado ofreciendo excelentes exposiciones.
Se une con una magna muestra -explica Eva Cristobal de Comunicaciones- a la celebración del cuarto centenario de la muerte del Greco en 1614; con una selección de veintiséis obras del maestro griego y 80 obras de destacados artistas del siglo XIX y XX, que sintieron la influencia del pintor que vivió y trabajó en Toledo.
La vigencia de este maestro se aprecia en trabajos de los artistas españoles Sorolla y Zuloaga; en Picasso, quien reconoció siempre la importancia que este pintor despertó en su estética. La renovación que ejerció sobre Manet, quien viajó a Toledo en 1867, en Cezanne quien destacó como el Greco lo inició en diversos aspectos plásticos. Pero es mayor la sorpresa cuando vemos la gran referencia que representa para los expresionistas centroeuropeos, que sintieron la profunda crisis espiritual de este maestro. Los surrealistas recibieron una inspiración sublimada y otros, como los artistas Americanos del siglo XX, vieron en el Greco los fundamentos de la transformación pictórica y la modernidad. Emociona ver el estudio que Pollock hizo de los cuadros del Greco.
La angustia existencial no tiene tiempo, es parte de la identidad del hombre y el Greco supo de ella y la expresó en sus lienzos. Los artistas de la Segunda Guerra Mundial vieron su referente en él, y los del modernismo, como Giacometti, Bacon y Saura, sintieron la estocada de este sentimiento.
Ante los ojos de la contemporaneidad, el Greco, el místico, el manierista, cobra una nueva relevancia y no deja de inquietarnos con su profunda espiritualidad y desasociego.

Museo Thyssen-Bornemisza y las rosas
Tuve el privilegio de asistir a una de las aperturas, en 1993, de este museo que aloja una de las colecciones privadas más importantes de Europa. Transformado el antiguo palacio de Villahermosa por el arquitecto Rafael Moneo, nos permite apreciar representaciones de la pintura europea del Renacimiento y Barroco y de los grandes maestros del Modernismo del Postimpresionismo y del Expresionismo.
Existe un misterioso diálogo visual y plástico entre el Prado y el Thyssen-Bornemisza (TB), se complementan y se interrelacionan. En esta lección de arte, se incorporan las exposiciones temporarias que el TB presenta. En este caso mis reflexiones se dirigen a la exposición Alma Tadema y la pintura Victoriana, tal vez, porque no hay demasiadas ocasiones de ver pintura de ese período y de colecciones privadas como la de Pérez-Simón. Este coleccionista mexicano ha reunido durante 30 años un amplio panorama de la pintura de esa época. La pintura Victoriana está siendo revalorizada en sus aspectos más polémicos: el culto a la belleza formal y la interpretación de la cultura greco-romana según la visión de los artistas de aquella época.
Pintores prerafaelistas como Rossetti, recrean el mundo grecolatino mientras que los cuadros de Burne-Jones dan otra vuelta de tuerca al concepto de la estética femenina. Tal vez el cuadro más inquietante de esta colección sea: Las rosas de Heliogábalo de Lawrence Alma-Tadema, artista de refinados gustos y digno representante de este período del arte.
Al entrar a la sala nos embriaga un suave perfume a rosas, que el curador intencionalmente colocara en lugares ocultos. En mi concentración por el magno cuadro de Las rosas de Heliogábalo, pensé que deliraba al sentir el perfume. Obra de gran tamaño no escatima detalles, ni oculta ninguna pasión, es bellamente perverso, cruelmente estético, ironicamente histórico. Narra el banquete donde el joven y libertino rey romano Heliogábalo convida a su corte y enemigos a una celebración donde los inunda de pétalos de rosas, hasta causarles la muerte. Rey adolescente manipulado por su abuela, llegó a los máximos excesos y transgresiones, como lo muestra la atrocidad de asfixiar con rosas a sus enemigos. En este cuadro se une un rey maldito y una escena idílica, la maldad y la belleza flotan en este escenario delicadamente pintado donde el placer y el culto formal se entreteje con una siniestra historia. Tadema pintó otros cuadros donde también belleza y crueldad conviven; reconocido y premiado en su tiempo, representa de manera metafórica los horrores y las grandezas del ser humano, a la manera “Victoriana”.

El Museo de Arte e Historia de Ginebra y Rodin
Rodin como Greco fueron precursores en varios aspectos del arte y en su expresión existencial. Rodin fue llamado el padre de la escultura moderna, esta exposición, de obras del maestro, en el museo de Ginebra, parece demostrarlo.

Asimismo, celebramos que el MAH anuncie su ampliación y renovación para exhibir parte de las colecciones de relojería, orfebrería, esmaltes y miniaturas que posee como parte de su patrimonio y continuar siendo un punto de encuentro y diálogo artístico, en la bella ciudad de Ginebra.






Me encantó la información sobre los hermosos Museos. Felicitaciones.