«La tercera orilla» cuarto largometraje de la directora argentina Celina Murga, ambientado en la localidad de Paraná, provincia de Entre Ríos, y «Matar a un hombre» tercera película del chileno Alejandro Fernández Almendras, rodada en la región del Bío-Bío, han sido proyectadas en Horizontes Latinos. En géneros muy diferentes, ambas son excelentes películas y ejemplos de un cine realizado en provincias, fuera de las capitales Santiago y Buenos Aires, de sus respectivos países. Dos excelentes películas latinoamericanas.
Celina Murga y Juan Villegas en San Sebastián. Foto de Iñaki PardoProducida por el norteamericano Martin Scorsese y el productor y cineasta argentino Juan Villegas, con participación de Holanda y Alemania, «La tercera orilla» es un guión escrito por Celina Murga y Gabriel Medina. El encuentro con Scorsese fue posible gracias a una beca que la cineasta argentina obtuvo, lo que le permitió trabajar con el afamado director norteamericano.
Celina Murga es la tercera vez que viene a San Sebastián, desde su ópera prima «Ana y los otros» 2003 y «Una semana solos» 2009. Juan Villegas que fue su coguionista en esas películas es aquí su productor, y vino también a San Sebastián con película propia «Los suicidas» 2005.
«La tercera orilla» es un drama social y familiar, en el que un joven de 17 años vive la incomoda situación de no estar ni en una orilla ni en otra, como lo evoca el título. Su padre es un adinerado doctor, propietario de una hacienda, que mantiene dos familias en dos medios sociales diferentes. Un hombre autoritario y machista que impone abiertamente a sus hijos esa doble vida.
Como en su obra anterior Celina Murga filma en la región de Entre Ríos, en Paraná, donde ella nació, una Argentina provinciana y rural donde este tipo de situaciones es bastante corriente, lo que da a su relato gran veracidad en el tratamiento de esa realidad social. Ese adolescente que no acepta el sometimiento de su madre ni la autoridad de ese padre tan sui generis, terminará rebelándose al término de una contenida tensión.
Alejandro Fernández Alemendras
«Matar a un hombre» es la tercera película del chileno Alejandro Fernández Alemendras, después de su ópera prima «Huacho» 2009, seleccionada en Cannes, y de «Sentados frente al fuego» 2011 presentada en San Sebastián. Tras su paso por Cine en construcción y por los festivales de Sundance y Rotterdam; compite ahora en Horizontes Latinos y ha sido preseleccionada para los Goyas y los Oscar.
Con «Matar a un hombre» firma Almendras una película muy diferente de las anteriores, que tenían un tono mas documental, aunque como esta tenían también un contenido social, y estaban rodadas en la misma región, en un Chile rural muy alejado de la vida urbana de Santiago.
En esta ocasión se trata de un thriller social y familiar con mucho suspense, en el que un hombre que vive en una barriada pobre es acosado por un delincuente prepotente que casi mata a su hijo y amenaza a toda su familia. Para salir de tan humillante situación y ante la incuria de la policía y de la justicia que no los protege, ese padre de familia, trabajador en un centro forestal, decide tomarse la justicia por su mano.
Pero cuando no se es un sicópata, ni un profesional del crimen, no es fácil matar a un hombre, y peor aún, nos dice Almendras con humor macabro, más difícil todavía es deshacerse del cadáver. Este relato con un fuerte contexto de denuncia social de la realidad cotidiana en Chile, plantea al mismo tiempo el tema de la culpabilidad y los remordimientos cuando se trata de un hombre honesto que no está preparado para matar.
«El hombre, no está preparado para la venganza, ni tampoco para matar a alguien» afirma Almendras, quien denuncia así mismo la indiferencia de la gente en Chile ante las agresiones y la violencia, y la desidia de los poderes públicos que no garantizan la seguridad de sus ciudadanos.
La forma de hablar de sus personajes con una jerga argótica muy chilena, confiere al mismo tiempo al relato indudable realismo y credibilidad, si bien en España no faltan nunca los que reclaman subtítulos en castellano para mejor entender los diálogos.
Tendré que ver la película de mi compatriota Alejandro Fernández Alemendras, para una verdadera conclusión en cuanto a su realismo contingente. Concepción, en efecto, es lejos del centralismo de Santiago (500 kms al sur), pero no es rural. Con la zona aledaña inmediata, es la segunda mayor concentración poblacional de Chile, bastante urbano, pero con ruralidad cercana sí. De todas maneras, allí la delincuencia es menos acentuada. Tengo la sensación de que el filme es más bien una realidad mucho más posible en Santiago, aunque rodada en una región.
El tema de ley del «talión» es -yo diría- más cinematográfico que real para la región del Bío-Bío.
La situación realmente compleja «delictualmente» la vivió esa zona para el terremoto de 2010 al generarse un caos y una ola de saqueos impresionante (de electrónicos principalmente), transmitida en directo por la TV. Pero esos saqueadores, masivamente, no eran delincuentes, eran personas comunes y corrientes convertidos en verdaderos energúmenos del robo, apenas se les presentó la ocasión y a vista y paciencia. De eso me gustaría hacer una película, del fenómeno que dada la ocasión, el mismo ciudadano que reclama todos los derechos y respetos, desaparecidas las barreras de la institucionalidad y de la autoridad, se convierte en un santiamén en una bestia delictiva.
Tuvo que salir el Ejército a la calle para frenar esa delincuencia espontánea y masiva.